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spanish.china.org.cn | 06. 06. 2022 | Editor:Teresa Zheng Texto

Las nubes se ciernen sobre la Cumbre de las Américas en Los Ángeles

Palabras clave: América Latina, cumbre, Estados Unidos

El 6 de junio se llevará a cabo en Los Ángeles la IX Cumbre de las Américas. Un evento que promete ser más complicado y controvertido. Un posible boicot en ciernes en la lista de invitados de este año es suficiente para estimar una crisis provocadapor la negativa de algunos a asistir si todos no reciben el visto bueno.

Inicialmente programada para el 2021, la reunión se retrasó un año por la pandemia. El tema fijado es “construir un futuro equitativo, sostenible y resiliente”.

La Cumbre de las Américas alguna vez buscó la creación de un mercado común, pero esta meta era demasiado ambiciosa y no hubo consenso. Ahora, la mira es la cooperación en temas comunes. Sin embargo, enfrenta intereses individuales que se imponen a los "intereses comunes". Tal es el caso de Estados Unidos, país que ve en la cita una oportunidad para reforzar su liderazgo en la zona e imponer su agenda a las partes más débiles.

La edición de 2022 supone un cambio en las reglas del juego. Previamente en la de 2018 en Perú, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se negó a asistir, delegando la responsabilidad a su vicepresidente, una acción que fue mal vista por los gobernantes y considerada un desprecio a la región. Sin embargo, Washington propuso organizar la siguiente y todos aceptaron la iniciativa.

La selección de Los Ángeles no es casualidad. Es la ciudad que puede considerarse la más étnicamente pluralista, por lo que indicaría un intento de reconciliación y llamado a la acción por parte de Estados Unidos  para recuperar su posición en la región y en el mundo. Pero los gobiernos de izquierda en América Latina no se lo pondrán fácil.

Si bien China está distante de la región latinoamericana, la presencia e interés de Beijing en ella es cada vez más visible. En los últimos 10 años, China ha firmado numerosos acuerdos de libre comercio, tratados de inversión y de infraestructura, así como otros de naturaleza comercial.

Además, la iniciativa de la Franja y la Ruta gana más apoyo en América Latina, siendo Argentina el primer país en firmarlo. Por eso, Washington busca impulsar su plan Build Back BetterWorld (B3W) y la cumbre es el escenario perfecto. Sin embargo, los expertos coinciden en que este y el Crecimiento en las Américas no cuentan con la experiencia y la planificación que ya tiene la propuesta china.

Funcionarios estadounidenses han repetido que los gobiernos autocráticos de Cuba, Nicaragua y Venezuela no están invitados a la cita que, en teoría, reúne a gobiernos de todo el continente, desde Canadá hasta Chile y el Caribe.

A finales de abril y a poco de celebrarse la reunión, Cuba denunció que Estados Unidos lo había excluido de la misma. El presidente de México tomó el asunto en sus manos y exigió que todos los gobiernos del continente asistieran para tener una visión general. Esto se convirtió rápidamente en una advertencia de no asistencia. A dicha amenaza de no ir si no invitaba a Maduro, Ortega y Díaz-Canel, se sumaron los presidentes de Bolivia, Chile, Argentina y Honduras, así como una declaración de otros mandatarios, quienes pese a su rechazo a Maduro en Venezuela, coincidían en que el país esparte de América Latina y por ese simple hecho merecía estar presente.

Sea cual sea el desenlace, se prevé una cumbre controvertida y conflictiva marcada por el cisma entre América Latina y Estados Unidos, por un desconocimiento de la región a raíz del desinterés en la región salvo cuando Washington busque apoyo para sus iniciativas, además la creciente influencia de China que, aunque negada por funcionarios estadounidenses, es un tema coyuntural; finalmente, los países latinoamericanos de izquierda también encaran a Estados Unidos para demostrar que "ya no quieren ser el patio trasero de nadie". El mensaje ha sido enviado: si América Latina forma un bloque integral, será una pieza a considerar en el tablero geopolítico mundial.


El autor es Licenciado en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México y Magíster en Derecho Comparado por la Universidad China de Ciencias Políticas y Derecho.


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