Opinión>
spanish.china.org.cn | 02. 06. 2022 | Editor:Teresa Zheng Texto

¿Es arrogancia o inferioridad entablar un “diálogo crítico” con China?

Palabras clave: China, Estados Unidos, derechos humanos

Ilustración China – Estados Unidos: Liu Rui/GT


El sitio web en chino del Deutsche Welle publicó el martes un artículo de opinión titulado "Mantener un diálogo crítico con China es más importante que nunca". El texto presenta muchos clichés sobre los llamados "problemas de derechos humanos en Xinjiang" que no vale la pena discutir, pero la frase "diálogo crítico" en intrigante. De hecho, es la actitud de Estados Unidos y otros países occidentales al comunicarse con otras naciones en los últimos años.

Esto es, en la mayoría de los casos, una revelación inconsciente del sentimiento de superioridad de las élites estadounidenses y occidentales. Pero ahora lo plantean y lo promueven como una "manera efectiva" de tratar con China. Esto no puede explicarse simplemente por "orgullo y prejuicio". No lo articularon en el pasado, pero los países occidentales lo han practicado y mejorado con China. Es ahora un enfoque o incluso un arma en su juego estratégico. En otras palabras, intentan "sermonear" bajo el disfraz de "dialogar".

En las interacciones globales, los desacuerdos son comunes. También es normal expresar puntos de vista diferentes o incluso criticar sin rodeos. Sin embargo, el diálogo igualitario no pasa por la premisa de algunos valores superiores a otros, ni tampoco puede ser un sermón o acusación. El "diálogo crítico" de Estados Unidos y Occidente es condescendiente, y la lógica implícita es que solo ellos tienen la capacidad, la calificación y el poder para determinar lo correcto de lo incorrecto. Esto significa que una de las partes ya reclamó la superioridad moral incluso antes de comenzar el "diálogo", lo que minimiza el nivel de desarrollo y la imagen moral de otros.

El colonialismo ha quedado descartado por mucho tiempo como algo despreciable, pero las estructuras de poder y las mentalidades centradas en Occidente no han desaparecido por completo. El colonialismo ha sido trasplantado sutilmente en varios aspectos, al acecho en el lenguaje político occidental y los métodos de comunicación. Algunas élites de Estados Unidos y Occidente, con un fuerte sentido de superioridad sobre la civilización, ven a los países no occidentales como candidatos que esperan su "aprobación". Con indicadores ideológicos en sus manos, subieron al podio para supervisar los exámenes, juzgar los trabajos y luego calificarlos en función del "desempeño" para determinar si pasaron el examen. En cuanto al estándar de calificación, se basa en sus propias formaciones históricas y sociales, y "occidentalcentrismo" es la única respuesta correcta a todas estas pruebas.

Para ellos, solo Occidente es correcto, civilizado y avanzado, mientras que aquellos que difieren son tildados de "malvados", bárbaros y atrasados. Forzosamente crean una dicotomía entre "civilización" y "barbarie". Sobre esta premisa ficticia, colocan etiquetas morales sobre diferentes prácticas de otros países, tratan de empequeñecerlas para que puedan "atacar a otros desde una posición alta" como lo deseen. Es por esta razón que temerariamente fabrican la mentira del "genocidio" en Xinjiang, llaman audazmente a "castigar a China" por diversos medios y amenazan frenéticamente con bombardearla" de regreso a la Edad de Piedra".

A veces, la arrogancia es una especie de prepotencia; a veces, es también una especie de profunda inferioridad. Ante el auge de mercados emergentes, incluida China, y sus propios problemas, ellos se ven cada vez más abrumados. Frente a la reducción de la brecha, confían en consignas de "derechos humanos" y "democracia" para mantener su "ventaja absoluta". La razón por la que son tan sensibles a su posición en el diálogo es que son conscientes de la desaparición de esa ventaja que solían tener. Como resultado, resaltan deliberadamente su poder discursivo para mantener la estructura de poder obsoleta detrás de él, que se ha convertido en una reacción subconsciente.

Incluso en los campos de derechos humanos y democracia, Estados Unidos y Occidente están cada vez más rezagados, confían solo en consignas, posturas y violencia para mostrar su "autoestima", y es ridículo para el resto del mundo. La confianza en sí mismo se está derrumbando, a medida que la democratización de las relaciones internacionales es más popular y fuerte, lo que refuerza la conciencia de los países en desarrollo sobre sus derechos. Hoy en día, si alguien todavía quiere involucrarse en el colonialismo y la hegemonía ideológica, o incluso imagina llevar a otros países como ganado, ningún país con orgullo nacional y sentido de independencia obedecerá.

De vuelta al "diálogo crítico", China nunca ha tenido miedo a las críticas, pero se opone firmemente a la hegemonía. Los tiempos han cambiado y las élites estadounidenses y occidentales deberían aprender a ser igualitarias y respetuosas. El diálogo es necesario y damos la bienvenida al "diálogo constructivo", pero rechazamos el "diálogo crítico". Una postura condescendiente es peligrosa, porque cuanto más lejos estés del suelo, la caída es más dolorosa.


   Google+