Opinión>
spanish.china.org.cn | 20. 01. 2022 | Editor:Elena Yang Texto

¿Por qué los ajustes de Biden en la política con China no dan frutos?

Palabras clave: China, Estados Unidos

Ilustración de China y Estados Unidos: Liu Rui


A un año en la presidencia de Joe Biden, Estados Unidos sigue luchando contra la COVID-19 y la recuperación económica. El Gobierno también ha ensayado un modelo de política exterior que podría denominarse "Doctrina Biden", cuyo núcleo es la competencia estratégica con China.

La Casa Blanca continúa con el posicionamiento estratégico y el marco general del gobierno de Trump en sus relaciones con el país asiático. Pese a haber ampliado su percepción estratégica, catalogándola como la "prueba geopolítica más grande del siglo XXI" y "el único país con el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para desafiar el sistema internacional estable y abierto".

Al mismo tiempo, la Casa Blanca ha ajustado de manera proactiva su enfoque y métodos. Como resultado, cuenta con un grupo de herramientas para lanzar una competencia estratégica en línea con los intereses y valores de Biden y el Partido Demócrata. Washington intenta juntar a todos los departamentos gubernamentales, la sociedad estadounidense e incluso el mundo en su lucha contra Beijing en todos los aspectos posibles.

En general, Washington considera su política con China un tema clave para coordinar asuntos nacionales y extranjeros. Espera satisfacer las necesidades reales de la clase media mientras intenta remodelar su hegemonía global. Pero en un año, ¿cuánto de ello ha sido posible? Me temo que la respuesta es: no lo suficiente.

Primero, los últimos 50 años forjaron una compleja red de políticas y relaciones bilaterales. Por lo tanto, es claramente sesgado y perjudicial para Biden intentar reemplazarla con una competencia estratégica simple y feroz.

Esto es visible en los recientes desarrollos de los vínculos. Tras probar y desafiar a China, Washington parece comenzar a comprender que Estados Unidos no puede con las graves consecuencias del deterioro en los lazos bilaterales o incluso con una "nueva guerra fría". Por lo tanto, al final del día solo queda la reanudación del diálogo y la cooperación.

Segundo, Estados Unidos necesita que Biden priorice la reorganización de los asuntos internos. Sin embargo, los aportes deben partir de las necesidades reales del país y no operar como una herramienta para la competencia con China.

Los hechos han demostrado que pese a que los estadounidenses tienen una opinión cada vez más negativa hacia China, los votantes aún priorizan la labor del Gobierno para promover el bienestar del pueblo. No consideran una posición dura contra China un criterio primordial para medir el desempeño de una administración. Por ello, a medida que Washington endurece su postura frente a China, su aprobación baja, una señal que la política china de Biden no se traduce en un mayor respaldo en casa.

Tercero, existe una gran diferencia entre la política china de Biden y la de Trump: el primero busca mejorar la "posición de fuerza" de Washington con la ayuda de otros países. Para ser más específicos, intenta formar alianzas y grupos. Sin embargo, ¿la comunidad internacional está de acuerdo con un enfoque de este tipo? ¿El mundo está listo para caer en otra guerra fría?

La respuesta es obvia: la mayoría no está dispuesta a tomar partido. La Casa Blanca es consciente de esta realidad. Ahora solo necesita hacer un esfuerzo para cambiar de curso en lugar de avanzar por el camino equivocado que podría desembocar en el fracaso.

Hubo altibajos en las relaciones bilaterales en 2021. Los puntos positivos llegaron por el lado del diálogo y el contacto, mientras que los negativos, por el comportamiento irresponsable de Washington hacia Beijing. El futuro de los vínculos depende de cuán sincera sea la intención del gobierno de Biden de ayudar a ambos países a moverse en la misma dirección.

Hace cinco décadas, comenzó una nueva era en las relaciones entre China y Estados Unidos después de la visita del presidente Richard Nixon. Fue un gran logro. Si Biden quiere ser un gobernante recordado en la historia, debe aprender en lugar de echar por tierra el legado de sus predecesores. 

El autor es director adjunto del departamento de Estudios de Asia-Pacífico en el Instituto de Estudios Internacionales de China. opinion@globaltimes.com.cn


   Google+