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spanish.china.org.cn | 23. 12. 2021 | Editor:Teresa Zheng Texto

Declaración sobre Xinjiang de Intel está llena de cálculos y especulaciones

Palabras clave: Xinjiang, Intel, Estados Unidos

En una carta abierta a sus proveedores, la compañía de tecnología estadounidense Intel afirmó: “es requerido que garanticemos que nuestra cadena de suministro no utilice fuerza laboral, bienes o servicios de la región Xinjiang". Aunque no forma parte de los más de una docena de requisitos prioritarios de la empresa, aun así ofende a los chinos por lo absurdo de tal requerimiento.

Al ingresar al mercado chino en 1985, Intel fue una de las primeras firmas estadounidenses en el país tras la política de reforma y apertura. La empresa ha cosechado enormes beneficios en las últimas décadas. En 2020, el 26 % de sus ingresos provinieron del continente chino y Hong Kong y casi el 10 % de sus propiedades, fábricas y equipos en China. Por lo tanto, es justificado el descontento de los internautas chinos que lo acusan de "morder la mano que lo alimenta".

Los productos de Xinjiang constituyen solo una pequeña fracción o nada en la cadena de suministro de Intel. Su exclusión no es un caso de "cortar el brazo envenenado para sobrevivir", es más “arrancar un hongo de una densa selva tropical”, sin perjuicio alguno a los intereses reales de la compañía. Algunos analistas creen que la declaración de Intel no es una simple acción corporativa, sino una demostración de inocencia bajo la presión política radical de Estados Unidos, además de un signo de complacencia para con la sociedad estadounidense con "palabras azucaradas".

Para suprimir hoy a China, Estados Unidos no solo alienta a sus aliados con una mayor fuerza vinculante, sino también intenta involucrar a sus principales compañías en la toma de bandos. Washington utiliza la tecnología del "desacoplamiento" como estrategia para contener y suprimir a Beijing. Esto incluye semiconductores, calificados como los bienes más importante y sensibles, devenidos el foco principal.

La prensa estadounidense informó que la Casa Blanca rechazó el plan de Intel para ampliar la capacidad de producción de chips en China. Sin embargo, por un lado, Washington no está dispuesto a ver a sus empresas expandir sus negocios en el país, pero por otro lado, tampoco puede emitir políticas que las beneficien. La llamada “Creación de incentivos para la producción de semiconductores en Estados Unidos” y “Ley de Fundidoras”, dirigidas a respaldar la investigación y el desarrollo del rubro, han estado en debate durante meses en la Cámara de Representantes.

En cuanto a las multinacionales, deben soportar, manejar adecuadamente y equilibrar las presiones de distintos frentes. Esta es supuestamente su habilidad primordial. No obstante, el accionar de Intel no es claro. Es probable que la compañía ignore los hechos y tome un alto perfil sobre el tema de derechos humanos para negociar con Washington en otras áreas. Tal vez también espera utilizar la "presión política" como excusa para lograr la comprensión de China. Una misión imposible.

China no tendría que tomar demasiado en serio el cálculo de intereses entre Intel y los políticos en Washington. Es su problema. Solo debe dejarlos en su enredo. Lo que destaca el incidente es que China debe acelerar el proceso de producción de chips. Una razón relevante por la que Intel se atreve a ofender a China sobre asuntos relacionados con Xinjiang es que tiene el monopolio del mercado mundial de chips.

Es necesario que estas empresas sientan el golpe de ofender a China, que las pérdidas superen sus ganancias. De hecho, Washington en los últimos años ha lanzado una represión tecnológica contra China, que la ha forzado a acelerar su investigación y desarrollo independiente. En lo que respecta a chips de alta gama, aunque todavía existe una brecha entre China y Estados Unidos, es cada vez menor. Estos cálculos y especulaciones que ignoran los hechos no valdrán nada al final y solo devendrán una broma en la historia.


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