La nueva república de Barbados

La gobernadora general de Barbados, Sandra Mason, reemplazará esta semana a la reina Isabel II como jefa de Estado dando paso a la aparición de una nueva república en el mundo.

No obstante, el legado colonial y el impacto de la pandemia en el turismo son dos obstáculos de consideración para la paradisiaca isla caribeña.

El lunes en la noche el país tiene planeado desfiles militares y celebraciones por el ascenso de Mason como presidenta, con la presencia del príncipe Carlos.

Una nota de la oficina del heredero al trono británico adelantó partes de su discurso: “En momentos de cambios en el estatus constitucional, es importante que me una usted para reafirmar aquello que se mantiene. Por ejemplo, la estrecha asociación de confianza entre Barbados y Reino Unido como miembros del Commonwealth”.

El nuevo capítulo en la historia de Barbados resalta el debate de los siglos de influencia británica, con más de 200 años de esclavitud hasta 1834, y su independencia definitiva en 1966.

Para activistas como Firhaana Bulbulia, fundadora de la Asociación Musulmana de Barbados, el colonialismo y la esclavitud son responsables de la inequidad actual en la isla.

“La desigualdad económica, la posesión de tierras e incluso el acceso a préstamos bancarios tienen mucho que ver con las estructuras cimentadas a partir del dominio británico”, afirmó la joven de 26 años.

“No tiene sentido ser independiente y responder a la corona. Así que creo que ser una república es el camino a seguir”, apuntó por su parte Derry Bailey, de 33 años, propietario de un negocio.

Sin embargo, algunos sostienen que existen problemas nacionales más relevantes como la crisis económica por la pandemia, dada la gran dependencia por el turismo, el cual irónicamente cuenta entre sus mayores visitantes a ciudadanos británicos.

El desempleo bordea el 16 %, frente al 9 % de los últimos años, pese al incremento de préstamos estatales para proyectos públicos y creación de trabajo.

El líder de la oposición, el obispo Joseph Atherley, mostró su rechazo al cambio de mando: “Un creciente número de casos, una mayor sensación de estrés y miedo: simplemente no creo que sea el momento oportuno”.

La concesión de la Orden de la Libertad de Barbados, el más alto honor del país, al príncipe Carlos, generó asimismo aireadas críticas.

“La familia real británica es una fuente de explotación en esta región y, hasta ahora, no ha ofrecido una disculpa formal ni otro tipo de reparación por los daños causados”, destacó Kristina Hinds, catedrática de relaciones internacionales en la Universidad de las Indias Occidentales en Barbados. “No entiendo como uno de sus miembros puede recibir tal distinción”.