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spanish.china.org.cn | 29. 11. 2021 | Editor:Teresa Zheng Texto

Pocas las gratificaciones de EE. UU. por el papel anti-China de Lituania

Palabras clave: Lituania, EE. UU., China

¿Por qué Lituania provocó a China por el asunto de Taiwán? ¿Es acaso tan importante para los políticos de Vilna tener una Oficina de Representación de Taiwán” en su ciudad en lugar de una “Oficina Cultural y Económica de Taipei?” o algo similar? Todos sabían claramente que, desde el principio, China no iba a tomar el reto lituano a la ligera. La reacción de la parte china fue claramente predecible —Beijing llamó a su embajador de Vilna, suspendió el servicio de trenes fletados entre los dos países y puso restricciones a todas las solicitudes de licencias nuevas de exportadores de comida lituana. Otras medidas en represalia pueden estar fraguándose en este momento.

Por supuesto, una imagen del intrépido David europeo que yace como un “arrogante” Goliat asiático puede verse bien en algunos medios con noticias anti-China de Estados Unidos y redes sociales europeas. No obstante, la política exterior no precisamente generará imágenes mediáticas contagiosas. La provocación de Lituania —y no hay razón para ver que la decisión de Vilna es distinta— es arriesgada, tiene un costo potencialmente elevado y es una acción completamente innecesaria. Entonces, ¿por qué optaron por materializarla? 

Primero, la agresión diplomática de Vilna contra Beijing puede reflejar la desilusión de la cooperación económica anterior entre las dos naciones. Las inversiones chinas en Lituania son insignificantes —ocupan apenas un par de millones de dólares—. En realidad, Lituania invirtió por lo menos 10 veces más en China que al revés. Otros estados bálticos, no sin dejar de mencionar a los miembros más grandes de la Unión Europea, hicieron un mejor trabajo en atraer inversiones chinas a gran escala. A principios de este año, Vilna hizo una decisión espectacular de retirarse de la plataforma “17+1" que es un mecanismo para impulsar la cooperación entre China y la región de Europa Central y Oriental.

No obstante, no sería justo culpar a China por la falta de atención a las oportunidades económicas en Lituania. Por un largo periodo, el liderazgo de los estados bálticos ha sido hipersensible a lo que se ha percibido como un interés chino dudoso en la infraestructura estratégica del país (como la modernización de planes para el puerto de aguas profundas en Klaipeda). En cualquier caso, si el país fracasa en atraer más capital de China, sería lógico trabajar más ingentemente en su clima de inversión en lugar de confrontar a Beijing en el escabroso tema de Taiwán.

En segundo lugar, al agredir a China, los líderes lituanos querían aparentemente demostrar su compromiso pleno con los Estados Unidos de escalar la confrontación con Beijing. Y claramente lograron captar la atención de Washington. En una reunión con el ministro de Exteriores de Lituania,Gabrielius Landsbergis, en septiembre, el secretario de Estado de Estados Unidos,Antony Blinken, fue muy elocuente en expresar su “apoyo firme” a la posición de Lituania sobre China y el asunto de Taiwán.

Aún así, los Estados Unidos no gratificarán a Vilna por su maniobra de manera significativa, más allá de algunas declaraciones generales a nivel político. Seguramente no habrá una lluvia de inversiones de Estados Unidos en Lituania; tampoco Washington aumentará sustancialmente el nivel de cooperación militar con Vilna. La escala de la generosidad de Estados Unidos no debería ser sobrestimada. La realidad es que la región báltica no es considerada por la administración Biden como una región de interés económico o de seguridad vital para Estados Unidos. Los Estados Unidos asumirán sin dudas su papel de entusiasta animador en el creciente conflicto Vilna-Beijing, pero es todo lo que Washington estará dispuesto a hacer por sus aliados lituanos.

Tercero, Lituania puede querer posicionarse como líder de la Unión Europea en un choque ulterior entre la Unión Europea y China, si tal confrontación resultara inevitable. Es una oportunidad rara para un país pequeño que quiere más exposición internacional, atención y reconocimiento. Por muchos años Lituania ha intentado con todas sus fuerzas luchar con un peso que no le corresponde asumiendo un papel de estado puntero europeo que confronta a una Rusia revanchista; hoy puede clamar el papel de un noble defensor de los valores europeos contra las actividades chinas, “malignas y subversivas”, en Europa.    

Hay numerosas líneas políticas que los estados miembro de la Unión Europea podrían considerar para demostrar su solidaridad con Lituania. Por ejemplo, podrían retirarse del formato “17+1" tras la salida de Vilna. Podrían seguir el ejemplo de Lituania y renombrar a la “Oficina Económica y Cultural de Taipei” en sus capitales. No obstante, la mayoría de estas medidas no aparentan ser probables. La gran mayoría de los países miembros de la Unión Europea tiene intereses mucho más altos en sus relaciones con Beijing de los que Lituania tiene. A diferencia de este último, hay mucho que perder y nada que ganar si se elevaran las tensiones entre Bruselas y Beijing. Países como Italia, Francia e incluso Alemania, no sin dejar de mencionar a Grecia y Hungría, estarían dispuestas a bloquear cualquier paso dado por la Unión Europea que intentara bloquear la cooperación con China. Si Estados Unidos ha fracasado en movilizar a Europa contra Beijing, ¿cómo podrá Lituania tener éxito en esta misión? La apuesta lituana tiene pocas probabilidades de tener éxito.

Es importante mencionar que en estos días Vilna promueve vigorosamente la idea de que la cumbre Unión Europea-China “aclarará la realidad” con Beijing. La idea es impulsada por los mismos líderes lituanos que daban lo mejor de sí hace un par de meses para impedir una cumbre de la Unión Europea con el presidente ruso Vladimir Putin, propuesta por Francia y Alemania. Es una ilustración gráfica de la consistencia y los principios ortodoxos de la política exterior lituana de estos momentos. 


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