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spanish.china.org.cn | 01. 10. 2021 | Editor:Liria Li Texto

El viaje rumbo a la prosperidad se hace con la participación de todos

Palabras clave: China, prosperidad

Por Jorge Fernández

 

El multilateralismo fortalece los trabajos para erradicar al fantasma de la pobreza en un mundo aquejado por las incertidumbres.


La Nueva Era pasará a la historia como uno de los periodos de mayor trabajo y aplicación de estrategias que se han atestiguado en el derrotero chino rumbo al progreso y la modernización. A pesar de que del cuello del país cuelga una medalla que lo certifica como el constructor de una sociedad moderadamente próspera, China aún tiene frente a sus ojos enormes desafíos, a saber, un desarrollo marcado por el desequilibrio y, a ratos, maniobras aplicadas inoportunamente.

Momentos de gran orgullo y pasión marcan el momento actual, contrapuestos con situaciones de gran dificultad provocados, en parte, por la aparición de la pandemia y también por un entorno internacional complejo y a veces hostil que eleva la altura de los obstáculos que China está sorteando con notable habilidad. Todo esto según El viaje épico de China de la pobreza a la prosperidad, un documento que detalla los logros de la nación china y los retos a los que aún no se les ha dado solución. 

El más reciente libro blanco, publicado el 28 de septiembre por la Oficina de Información del Consejo de Estado, detalla los trabajos desplegados por el Partido Comunista de China (PCCh) en su perseverante camino rumbo a la prosperidad moderada, a través de los cuales ha conseguido la histórica proeza de reducir drásticamente los niveles de pobreza extrema y ha ofrecido un modelo útil para la mejora y modernización de países en vías de desarrollo.

Pero no por los logros hasta ahora alcanzados este documento es una loa a la dirigencia y al pueblo chinos. Por el contrario, es un estudio que presenta con crudeza objetiva y científica los retos a los que se enfrenta la construcción socialista en el momento actual. El mundo de hoy padece el impacto que la pandemia ha asestado a gobiernos de todo el mundo, y estos, a través de diferentes enfoques y comportamientos, están generando cambios trascendentales que no se habían visto en todo un siglo. 

El mundo vive hoy más que nunca una mayor, y quizás creciente, inestabilidad e incertidumbre. Varios países se han volcado en enfoques egoístas y unilaterales, contrarios a la tendencia imparable de la globalización económica, atentando contra el verdadero multilateralismo. El viaje épico de China de la pobreza a la prosperidad advierte del peligro de desperdiciar oportunidades invaluables por seguir enfoques equivocados. Los intercambios y las experiencias entre diferentes países, que son la base de la globalización, estimulan el desarrollo y son garantías para expulsar, tanto en China como en el resto del mundo, al escurridizo fantasma de la pobreza. 

China mantendrá los frutos generados por la construcción de una sociedad moderadamente próspera en todos los sentidos, como base desde la cual se estimulen las fuerzas sociales, económicas y políticas rumbo al rejuvenecimiento de la nación china. Ahí radica el monumental esfuerzo que deberá hacerse en la Nueva Era: aprovechar las capacidades y los recursos con los que cuenta la nación china para, en medio de las tremendas adversidades a las que se enfrenta tanto China como el mundo, alcanzar la meta del segundo centenario.  

La aplicación de un concepto científico de desarrollo ha permitido que la dirigencia establezca fórmulas con base en sus propias realidades nacionales. Y a la par de esto, China sabe que en su camino rumbo a la consecución del objetivo de alcanzar básicamente la modernización socialista para 2035, y de convertirse en un país socialista moderno que sea próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado, armonios y bello a mediados del siglo XXI, necesita obligatoriamente del desarrollo de los países del resto del mundo.  

Los esfuerzos y planes para decir adiós a la precariedad no se pueden desplegar en solitario. La discusión sincera y la unidad entre los países en vías de desarrollo, la cooperación y el afianzamiento del multialteralismo, la lucha conjunta en aras del desarrollo, son condiciones para cerrar la vergonzosa brecha que existe entre los países del Norte y del Sur, y por encima de esto, son cláusulas obligatorias que permitirán, como reza el libro blanco, materializar el viaje rumbo a una vida de prosperidad. En la Nueva Era, la dirigencia nacional deberá compatibilizar las metas de su segundo centenario con los planes y anhelos de los pueblos por un mayor desarrollo.   

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