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spanish.china.org.cn | 28. 09. 2021 | Editor:Teresa Zheng Texto

Las élites estadounidenses no deben malinterpretar la liberación de Meng

Palabras clave: ​Meng Wanzhou, Huawei, China

Meng Wanzhou saluda al salir de un avión fletado en el Aeropuerto Internacional Baoan en Shenzhen, provincia de Guangdong, sur de China, el sábado.


La directora financiera de Huawei, Meng Wanzhou, regresó a China el sábado. Sin duda, una señal positiva para las relaciones entre China y Estados Unidos y está y Canadá. Sin embargo, los medios de comunicación y políticos de ambos países norteamericanos han expresado algunas interpretaciones negativas que no van en línea con el desarrollo del caso. Su estrecha mentalidad es repudiable.

Algunas voces acusan a la opinión pública china de exhibir la liberación como una "victoria" y enfatizan el rol de la fuerza nacional en este aspecto. Cabe destacar, que durante el proceso de Meng, China defendió la justicia, la cual finalmente triunfó. Además, es indiscutible que el poder estatal chino contribuyó a esta victoria. Sin embargo, el país se ha abstenido de celebrarla. En comparación, tras el incidente de la colisión de aeronaves de China y Estados Unidos en 2001, 24 miembros de la tripulación fueron recibidos como héroes por el entonces presidente estadounidense. Obviamente fueron ellos los culpables del choque y su comportamiento irritó a muchos chinos.

La liberación de Meng fue simbólica. Significó la resistencia de China a la guerra comercial de Estados Unidos, al igual que Huawei frente a una campaña de presión extrema. Todos los esfuerzos de contención de Washington no han podido evitar el avance de China. Y ahora Meng está de vuelta. El mundo ha sido testigo. A lo largo de más de 1000 días de detención, Estados Unidos perdió el control de la epidemia en su territorio, sufrió una debacle en Afganistán y traicionó a Francia, su aliado. El mundo es testigo. Como resultado, la percepción de muchos países con respecto a él cambiará inexorablemente.

Algunas élites políticas y prensa estadounidenses deben evitar el desapego con los hechos y la tendencia general. Estados Unidos no pueden aplastar a China. En cambio, debe cooperar con ella en ámbitos diversos, como el cambio climático, el control de armas e incluso la rebaja de la inflación estadounidense. Su resistencia imprudente no tiene cabida. Entonces, la decisión de la Administración de Biden de dejar ir a Meng fue solo un pequeño paso de ajuste.

Una tregua en la relación bilateral traerá no menos beneficios a Estados Unidos que a China. China está acostumbrada a las tensiones económicas, políticas y militares con su par norteamericano. La sociedad china está preparada psicológicamente para lo peor. China es muy unida y no hay casi nada que no pueda soportar. Estados Unidos es menos capaz de planificar diversos intereses en conjunto con preocupaciones sobre ganancias y pérdidas en el seno de Washington.

Su sistema político es particularmente adecuado para la manipulación de la opinión pública radical y el secuestro del camino nacional. La liberación de Meng trae una oportunidad para la reflexión y el cambio en los lazos entre China, Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, algunas fuerzas extremas han intentado incitar al odio, contrarrestar el lado positivo de la partida de Meng y empujar al ala dura de la opinión pública por delante de los demás.

Sus prácticas antes y después reflejan el celo estratégico de Washington para frenar a China y el aferrarse a su curso influyen simultáneamente. China no tomará la iniciativa del enfrentamiento. El país tiene la capacidad y voluntad de comprometerse en principios fundamentales. Este enfoque funciona y merece un seguimiento.

A medida que China otorga una gran importancia al "hacerlo bien" y apoya su estrategia extranjera con una fuerte política interna, acumula grandes iniciativas diplomáticas. La estrategia de Biden de juntar a sus aliados en contra de China gana algo de impulso en la superficie, pero su cohesión interna carece de contenido real y la atracción de tales alianzas ya no es tan sólida.

El equipo de Biden puede haber sentido que no puede contener de manera integral a China e intenta formar frentes de conflicto. Sin embargo, su agresiva opinión pública sobre China los limitará.

Los hechos demuestran que generalmente no se puede confiar en la dinámica de la política estadounidense para un proceso subyacente de buena voluntad hacia China y no se puede esperar que solo el episodio de Meng lo active. China debe seguir creciendo en fortaleza y poderío. Esta es la verdadera ventaja y la fuerza motriz para que Estados Unidos dialogue con China en ciertos temas.


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