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spanish.china.org.cn | 16. 09. 2021 | Editor:Teresa Zheng Texto

El diplomático británico no pisará el Gran Palacio del Pueblo en Beiijing

Palabras clave: Gran Bretaña, parlamento, embajador

El Parlamento en Londres, Gran Bretaña, 18 de agosto de 2021.


Los presidentes de ambas cámaras del Parlamento británico confirmaron que el embajador chino en Reino Unido, Zheng Zeguang, no podrá ingresar al recinto legislativo a petición de varios de sus miembros sancionados por China. Zheng, quien llegó al país europeo en junio de este año, debía asistir a un evento el miércoles, por invitación de algunos legisladores.

Es extremadamente raro o, en todo caso, "una innovación global", prohibir la presencia de un enviado extranjero en el Parlamento, un lugar público de debate político. La medida refleja maltrato, arrebato e incumplimiento de las reglas. Como un país capitalista de larga data y uno de los primeros creadores del sistema de misiones extranjeras, el Reino Unido demuestra su cobardía y frustración. Uno de los signos más claros de la decadencia del país.

China ha sancionado a 9 personas y 4 entidades en respuesta a las penalidades impuestas por el Reino Unido a funcionarios de la región autónoma Uygur de Xinjiang. El “pago con la misma moneda” es común en la historia de la diplomacia, pero Londres actúa ahora como si solo él pudiera hacerlo y no al revés. Dado que simplemente no tiene la fuerza para tratar con China, el Reino Unido muestra su lado hooligan después de devenir perdedor.

Creemos que el Gobierno británico está obligado a cumplir con la Convención de Viena sobre la Ley de los Tratados e instamos al Parlamento a levantar dicha restricción. Si se aplica, se tomarán las acciones adecuadas con su diplomático en China, al que no se le permitirá el ingreso al Gran Salón del Pueblo en Beijing en el futuro.

Esto es justo. Es una advertencia para Londres de que la diplomacia es diplomacia y no otra cosa. Hay muchos recursos de represalias recíprocas en el sector y cada movimiento caprichoso contra China se enfrenta a una reacción, sin excepciones.

El incidente nos recuerda que Gran Bretaña deviene cada vez más mezquino, sensible e incluso se degrada a sí mismo. Ven la arrogancia y las rabietas como un privilegio para perpetuar su tradicional gloria. Cuando es despreciado o abofeteado por otros, crece en él la frustración.

No existen conflictos serios entre China y Gran Bretaña. Incluso el tema de Hong Kong ha sido exagerado. Como los separa una gran distancia, China no es una amenaza a su seguridad, ni resulta una competencia real en el poder. La diferencia ideológica es un tema que podría dejarse de lado y diluirse entre las contradicciones. Hay una gran necesidad de cooperación de mutuo beneficio. Es pretencioso que el Reino Unido sea hostil por discrepancias en valores.

Los sistemas de poder en Occidente son complicados y no hay una representación unificada entre sus países. El Parlamento a menudo desempeña un rol activo pero radical, y su representación en la diplomacia es vaga. Los hechos reflejan que es más difícil tratar con los Legislativos occidentales. Sus miembros más extremos con frecuencia lideran fuerzas anti-China. No debemos dudar en atacar sus planes contra el país. Sin embargo, no necesitamos responder a todas sus acciones o enredos. No merecen tanta atención.

El Reino Unido es un país occidental típico y tiene una "relación especial" con Estados Unidos. Es un "peón natural" en la estrategia estadounidense de contención de China. Londres hará algo contra ella desde diferentes perspectivas, con tramas para satisfacer a la audiencia estadounidense y occidental. No obstante, Londres necesita la cooperación pragmática con China y no será fácilmente su "enemigo", pero irá de un lado a otro del espectro.

Así, recomendamos al Parlamento británico corregir su error respecto al embajador chino, aunque quizá no funcione. Segundo, debe haber contramedidas. Y eso es suficiente. No debemos ceder al enojo, debemos aprovechar esta oportunidad para entender plenamente que la alguna vez potencia se ha hundido tanto que su dignidad más básica ya no existe. Ahora, es un hooligan. Este es un nuevo parámetro a tomar cuenta en el trato con Gran Bretaña.


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