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spanish.china.org.cn | 09. 08. 2021 | Editor:Teresa Zheng Texto

Gracias a la política, EE.UU. deviene cuna de variantes

Palabras clave: EE.UU., variante, humanidad

Banderas de Estados Unidos que representan los 200 000 muertos por COVID-19 en Washington, DC, Estados Unidos, 22 de septiembre de 2020. Los decesos en el país superaron los 200 000 el martes, según el Centro de Sistemas de Ciencia e Ingeniería en la Universidad Johns Hopkins.


Muchos estadounidenses parecen abrazar la vida con la COVID-19 y las fiestas son algo que no pueden dejar de lado.

Cientos asistieron a la celebración por los 60 años del expresidente Barack Obama en el Viñedo de Martha el sábado, pese a la creciente preocupación por la rápida propagación de la variante delta. Solo unos pocos llevaban máscaras.

Además, se espera una mayor concurrencia a la Carrera de Motocicletas Sturgis de 10 días en Dakota del Sur que empezó el viernes. Muchos no usaban máscaras y no hay una orden oficial de hacerlo por parte de las autoridades.

Todo esto sucede frente a un fuerte incremento de casos en el país en las últimas tres semanas. El brote cruzó la barrera de las 100 000 infecciones diarias el sábado. Un aumento aún mayor que el registrado el pasado invierno. El asesor de la Casa Blanca el doctor Anthony Fauci dijo el miércoles que los contagios podrían llegar a los 200 000 casos diarios en los meses por venir.

El defecto principal de la lucha vírica en Estados Unidos es su impulso político y no científico.

A nivel internacional, Washington observa la pandemia con ojos de competencia de poder en vez de gobernanza global y salud de la humanidad.

Internamente es una política partidista y el futuro de algunos de sus exponentes en lugar de salud pública.

Su absoluto fracaso y la reciente ola de casos son resultado inevitable del individualismo y el liberalismo respaldados por la sociedad estadounidense, que va hacia los extremos.

Para Estados Unidos, el objetivo principal es mantener su hegemonía en el escenario mundial, por ello no admitirá errores en el tema. Para los políticos, es una cuestión de los votos que obtendrán en las próximas elecciones.

Incluso antes del avance de la variante delta, más contagiosa, con las mejores herramientas a mano (recursos médicos y tecnología de primer nivel), Estados Unidos fue uno de los peores jugadores contra el virus.

En cierto sentido, esto refleja la derrota de su gobernanza. Para decirlo de manera más amplia, revela la falla del modelo neoliberal estadounidense del siglo XXI.

Shen Yi, profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales y Asuntos Públicos de la Universidad Fudan, dijo el domingo que la lógica detrás del desempeño de Estados Unidos y la reacción de su público es clara, simplemente el hecho de que sus políticos no están interesados en la crisis sanitaria. Nadie quiere sacrificar sus intereses por el bien público. Antes de que se asuman los costos políticos debidos, no habrá mejoras en el terreno.

Estados Unidos podría estar creando nuevas variantes. Un gran número de personas están expuestas al virus, un caldo de cultivo sin límites para mutaciones. ¿Qué puede hacer Washington? Solo apostar.

La Administración Trump señaló que el virus solo "desaparecería". Algunos países europeos adoptaron la inmunidad colectiva, con un porcentaje suficiente de la población inmune. Biden, por su parte, cifró sus esperanzas en las vacunas.

No obstante, un amplio sector de la sociedad estadounidense todavía se niega a recibir las inyecciones.

Después de perder más de 610 000 vidas, Estados Unidos posee el número más alto decesos en el mundo debido a las medidas fallidas del gobierno de Trump en la lucha vírica. Sin embargo, la clasificación de resiliencia pandémica de Bloomberg, publicada en julio, lo favoreció. Este supuesto "índice integral" evaluó a 50 países, pero fue una gran farsa. Los bloqueos, efectivos para la contención del virus, que debieron considerarse como elementos positivos, fueron tildados de aspectos negativos en el ranking.

En una reciente clasificación de fines de julio, Estados Unidos ostentaba el quinto lugar. Tal "resiliencia" llegó gracias a cientos de miles de vidas humanas. ¿No es irónico?

Al virus no le importa la política. Los que pagan por ello son los que no le prestan atención. Esa es la experiencia más amarga que el mundo ha aprendido sobre el brote. Desafortunadamente, Estados Unidos no reacciona y, en su lugar, es un asidero de tragedias, una tras otra.


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