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spanish.china.org.cn | 15. 06. 2021 | Editor:Teresa Zheng Texto

Comunicado del G7: Un espectáculo de difícil acogida

Palabras clave: G7, Xinjiang, Hong Kong

(De izquierda a derecha, al frente) Primer ministro canadiense Justin Trudeau, presidente de Estados Unidos Joe Biden, primer ministro británico Boris Johnson, presidente francés Emmanuel Macron, canciller alemana Angela Merkel, (de izquierda a derecha, detrás) presidente del Consejo Europeo Charles Michel, primer ministro japonés Yoshihide Suga, primer ministro italiano Mario Draghi y la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen posan para una foto grupal de la Cumbre del Grupo de los Siete (G7) en Carbis Bay, Cornualles, Gran Bretaña, el 11 de junio de 2021.


La Cumbre del Grupo de los Siete (G7) concluyó el domingo. Después de la reunión, los países emitieron un comunicado con una crítica abierta a China en relación a Xinjiang, Hong Kong y Taiwán. La nota mencionó además el rechazo al "trabajo forzoso" y los "intentos unilaterales de cambiar el status quo" en los mares de China Oriental y Meridional.

Las posturas tuvieron tonos diversos. Algunas nombraron directamente a China y otras fueron implícitas aunque el país objetivo era inconfundible. Se trata de una condena sistemática contra China y la injerencia en sus asuntos por las principales potencias occidentales.

Estados Unidos aparentemente dominó el sentir de sus aliados. Los líderes del G7 pidieron "un estudio fase 2 sobre los orígenes de la COVID-19; oportuno, transparente, dirigido por expertos y basado en la ciencia, convocado por la OMS, que incluya, según lo recomendado por el informe de los especialistas, a China”, siguió la nota. Casi todos los temas usados por Washington en sus recientes ataques salieron a la luz. Por otro lado, su retórica fue algo más suave que las calumnias estadounidenses anteriores.

Por ejemplo, gran parte de su ataque más feroz contra China va dirigido a Xinjiang y Hong Kong, que incluyen acusaciones de "genocidio" en la región autónoma Uygur de Xinjiang. Sin embargo, también asegura: "promoveremos nuestros valores, incluso pidiendo a China que respete los derechos humanos y las libertades fundamentales, especialmente en relación con Xinjiang y los derechos, libertades y alto grado de autonomía en Hong Kong, consagrados en el Declaración conjunta chino-británica y la Ley Fundamental".

Esto demuestra que Estados Unidos tiene la capacidad de incentivar a las principales naciones occidentales en un tono colectivo contra China, pero no de imponer sus puntos de vista más extremos sobre la opinión uniforme del G7 o la de Occidente en general. La CNN informó que los 7 líderes expresaron serias diferencias sobre la mejor manera de acercarse a China durante una sesión del encuentro. Alemania, Italia y la Unión Europea, en particular, se opusieron a una confrontación. El comunicado final fue claramente un producto dominado por Washington, pero fue un compromiso de todos.

La cita debería verse como un inicio fructífero para que Estados Unidos reúna a sus socios contra China. Presagia el futuro de una mayor presión sobre la diplomacia china desde Washington a través de plataformas occidentales, y más esfuerzos para que la represión desde la Casa Blanca parezca un movimiento coordinado de Occidente, aumentando la posibilidad de que otras naciones del hemisferio apoyen directa o con tacto futuras políticas anti-China.

Sin embargo, China no puede caer en la intimidación en absoluto. De hecho, Occidente se ha mostrado en gran parte "unido" cuando en el pasado tuvo conflictos con ella por cuestiones ideológicas como los derechos humanos. Estados Unidos y sus aliados han fortalecido dicha coordinación, pero todo se centra en la opinión pública y la diplomacia, y sigue siendo complejo transformarlo en una acción hostil unificada. Lo convenido por el G7 no evidenció un gran avance en ese aspecto.

Esto demuestra que los intereses estadounidenses y de sus socios en el tema de China son muy disímiles. El primero cuenta con un plan estratégico para mantener su hegemonía y quiere que Occidente le ayude a derribar a China. Los europeos tienen diferencias ideológicas con Beijing, pero sus relaciones económicas no solo son competitivas, sino también de estratégica de cooperación. Estos dos frentes son insuperables.

China no debe hacerse ilusiones con respecto a Washington, pero debe distinguir a otros de este, independientemente del tipo de "frente unido anti-China" que Estados Unidos pueda presentar en la superficie. Es claro que este es más débil de lo que parece. El patrón estadounidense es profundo, pero el de los europeos es superficial. China puede frustrar esta "unión" y eventualmente ganar el tira y afloja para disolverla.

Fuera de Occidente, es más difícil para Estados Unidos establecer una coalición. Ha sido más una actuación política defender la moralidad internacional. Por ejemplo, Washington presionó a los países del G7 para lanzar un plan de construcción de infraestructura que contrarreste la Iniciativa de la Franja y la Ruta, pero es cuestionable si realmente se puede llevar a cabo o lograr resultados prácticos. Estados Unidos compite con China con una mentalidad de Guerra Fría, pero, en realidad, cae en el caos al usar sus puntos débiles para encarar las ventajas de Beijing.

Mientras China maneje bien sus asuntos y desarrolle vínculos normales con otros países podrá derrotar el complot estadounidense. Washington tendrá que trabajar muy duro para lograrlo; además de presionar a sus socios y obligarlos a ir en oposición a China, también debe optar por cosas que no haría de no querer intentar meter a China en problemas. El tiempo desgastará su esquema. Si China se mantiene firme, no hay necesidad de empujarla o hacerla tropezar, ya que Estados Unidos perderá el equilibrio por sí solo.


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