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spanish.china.org.cn | 07. 06. 2021 | Editor:Teresa Zheng Texto

La gloria del G7 en la era de la desamericanización corresponde al pasado

Palabras clave: G7, desamericanización, Estados Unidos

La 47 Cumbre del Grupo de los 7 (G7) se celebrará del 11 al 13 de junio en Cornwall, Inglaterra. Una vez finalizado este evento, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, viajará a Bruselas, Bélgica, para participar en la Cumbre de la OTAN. La Casa Blanca informó de que el viaje resaltará el compromiso de Biden de recomponer las alianzas de Estados Unidos y de inyectar vitalidad a las relaciones transatlánticas.

Puesto que el G7 es una institución que corresponde a tiempos pasados, su influencia y poder no merecen ser considerados a futuro. La razón fundamental es que la economía y el centro de gravedad política del mundo se han trasladado al este.

Cuando el G7 se estableció en 1970, los siete países de Occidente eran sin duda alguna los siete actores más grandes de la economía mundial. No obstante, cambios enormes han ocurrido en algunos países de Asia desde 1970, y la gloria pasada de estos siete países se ha ido desvaneciendo. Mecanismos como el G20 han surgido en años recientes. Esto ha reducido aún más la influencia del G7. 

Este año, el G7 ha invitado a la India, a la República de Corea y a Australia a participar. La incorporación de estos tres países en la reunión apunta a aumentar el peso de los Estados Unidos en campos como el de la economía y las finanzas, a expandir los valores de Estados Unidos y a conformar un bloque “democrático” global. Por un lado, buscan jugar la carta de las “alianzas” y diversificar en mayor medida el mecanismo guiado por Estados Unidos. Por el otro lado, quieran ampliar las funciones del mecanismo financiero del G7 en un trasfondo en el que la influencia de Estados Unidos en los cambios de la economía y las finanzas ha disminuido.

Esperan que las cosas salgan tal y como lo desean. No obstante, en el mundo real, una estrategia así difícilmente servirá a los propósitos de Estados Unidos, toda vez que el G20, con la participación de más países en desarrollo, incluida China, desempeña un papel más importante en la economía internacional.

Australia, la India y la República de Corea pueden interesarse en la idea de tener una membresía en el G7 que les ayude a elevar su estatus. No obstante, los miembros originales del G7 tienen diferentes posiciones en los requisitos de admisión de los nuevos miembros. A nivel superficial, 10 países son más poderosos que 7. La expansión de siete países a 10 consumirá más energía y recursos de los países para coordinar sus propias divergencias. Eso sin dejar de mencionar que habrá de revivir el languidecido poder del G7.

Además, los Estados Unidos y los países de Europa tienen puntos de vista marcadamente distintos hacia China. Los países europeos no apoyan que el G7 se convierta en bloque “democrático” contra China.

Ha habido un declive en la competitividad de la gobernanza de Estados Unidos y de Occidente. Han sido ineficaces para impulsar reformas sustanciales. Sobre una base de competición normal determinada por reglas internacionales, los Estados Unidos sienten que están siendo superados por sus rivales. Esa es la razón por la que han comenzado a emplear medios políticos distintos a la competición real para poner obstáculos a sus rivales: de la formación de coaliciones a tácticas abiertas de supresión.

Es una competición despiadada. Y el resultado final será un proceso sistemático de reversión de las vinculaciones de Estados Unidos en el mundo. A largo plazo, no será China la que quede aislada del mundo, sino que serán los Estados Unidos los condenados al ostracismo.

Cuando se estableció el G7, los siete miembros tenían sus propios cálculos. En las relaciones internacionales actuales, las partes de un sistema multilateral, sean grandes o pequeños, difícilmente pueden buscar la misma meta puesto que sus intereses nacionales son distintos. La idea de que siete países pueden hacer algo para alinearse con la posición de Estados Unidos era y es simplemente imposible.

El G7 se estableció con la misión de fortalecer la gobernanza financiera internacional, pero a lo largo de las décadas, se ha convertido en un verdadero fracaso. El mundo debería ser inclusivo, lo que significa que debe aceptar todo tipo de ideas sobre la gobernanza desde distintas perspectivas. Esto permitirá un sistema de gobernanza internacional más equilibrado. El G7 no tiene derecho y no debería excluir a los países en desarrollo o a otras plataformas para la gobernanza multilateral.

Las estructuras políticas y de seguridad globales y el orden económico y financiero internacionales, establecidos por Estados Unidos tras la segunda conflagración bélica mundial y mantenidos hasta nuestros días, se han vuelto cada vez más inestables. Y aún se está lejos de formar un nuevo orden internacional. El G7 dice que defenderá el orden internacional basado en las reglas. No obstante, las reglas internacionales no deben ser establecidas solamente por siete países o por los Estados Unidos. Después de todo, los Estados Unidos son un país hegemónico que ha derribado la edificación del orden internacional.


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