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spanish.china.org.cn | 21. 05. 2021 | Editor:Eva Yu [A A A]

Sí hay salida para la protección del medio ambiente

Palabras clave: Día Internacional de la Biodiversidad Biológica, China

 

 


Por Jorge Fernández

 

Politizar los temas medioambientales solo conducirá a la aceleración de la destrucción de los hábitats mundiales, y esto, ipso facto, hará que la amenaza de una extinción se cierna sobre toda la humanidad.

 

La temática ficticia de un mundo sin flora ni fauna, difundida en historias catastrofistas por medios de comunicación en el pasado, está hoy, para lamento de la humanidad, cada vez más cerca de ser una realidad. El cambio climático ha pasado a ser un tema secundario comparado con la ineptitud de gobiernos, que frente a una tragedia que se presenta diariamente antes nuestros ojos, politizan el tema y crean entornos de gran complejidad para la gobernanza ambiental. De cara a estos problemas, China asume sus responsabilidades para enfrentar a los desafíos generados por el cambio climático, buscando afanosamente la construcción de un sistema en el que la humanidad conviva armoniosamente con la naturaleza.

En el marco del Día Internacional de la Biodiversidad Biológica, establecido por las Naciones Unidas el 22 de mayo, las acciones de China, ejecutadas para revertir calamidades que son notoriamente una amenaza a la existencia misma de la humanidad, bien pueden ser difundidas como ejemplos para salvaguardar la biodiversidad biológica y para forjar un futuro mejor para la humanidad. El gigante chino, a la par de la promulgación de leyes y reglamentos elaborados para proteger la biodiversidad en el territorio chino, no ha dejado de rubricar sus compromisos en cónclaves a los que asisten los miembros de la comunidad internacional. La celebración en octubre de este año de la 15ª reunión de la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) en Kunming, en la provincia de Yunnan, será una oportunidad para que las partes, bajo un esquema de verdadero multilateralismo, establezcan compromisos y extiendan recomendaciones que materialicen eficientemente la subsistencia misma del planeta.

Con plena conciencia de que el desarrollo del país, en contraposición con Occidente, no puede emular un sistema en el que primero se contamine y después se busquen soluciones, el país ha anunciado el objetivo de esforzarse para alcanzar el pico de emisiones de carbono antes de 2030 y para procurar la neutralidad de carbono para 2060. Esta “descarbonización” responde a los principios de desarrollo definidos por el país, en los que se establece que, para construir una comunidad de destino común de la humanidad, es necesario primero la materialización de un desarrollo sostenible, que hermane a la naturaleza con la humanidad.

Las tareas para aminorar y desaparecer las emisiones de carbono, pese a tener dimensiones monumentales, no exentan ni eximen a nadie de responsabilidades. China ha aceptado sin el menor contratiempo la ratificación de la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal, a efectos de reforzar la gestión y el control de los gases de efecto invernadero distintos al dióxido de carbono. A esto se suma el fomento de la implementación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de París, junto con pronunciamientos puntuales para llevar a nuevos niveles la cooperación entre los países del Sur en materia de cambio climático. La situación del medio ambiente en todos los puntos cardinales del planeta requiere de la participación de la comunidad internacional para que todos juntos puedan superar los inéditos retos a los que se enfrenta la gobernanza ambiental del mundo.

China, en voz del presidente Xi Jinping, ha presentado en foros internacionales propuestas diversas basadas en principios universales, a saber, la convivencia armonioso entra los seres humanos y la naturaleza. Entre las contribuciones más notables de China, el país en desarrollo más grande del planeta, está la vinculación entre medio ambiente y fuerzas productivas, en donde la fórmula a seguir es la transformación de estructuras, sean estas económicas, energéticas o industriales, a fin de que los recursos del planeta sean una fuente de riquezas para un desarrollo sostenible.

Parece mentira que haya un consenso de que la protección medioambiental es posible y que, en contraposición a esta obviedad, no haya un consenso para la gestión medioambiental en el mundo. Esto es, el remedio se torna más enrevesado que la enfermedad, no sin dejar de mencionar que, en esta ecuación, la enfermedad es mortal. China es una figura activa en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y ha sentado ejemplos contundentes en la puesta en práctica del Protocolo de Kioto y del Acuerdo de París. Las contribuciones de China, si bien ya notables, se materializarían con mayor rapidez sin el sabotaje, la difusión de mentiras y la politización causada por terceros.

Un tema que recientemente se ha mencionado en titulares de medios de información es el de la reconversión de las energías. China cuenta con el mayor sistema de energías limpias en el mundo, y según los objetivos del XIV Plan Quinquenal y a Largo Plazo para el Año 2035, el país no cederá en sus trabajos para impulsar el uso de bajo carbono y con alta eficacia de las energías limpias. El proyecto de cooperación nuclear en energía nuclear entre China y Rusia, por lo que respecta a las plantas de energía nuclear de Taiwan y de Xudapu, permitirá generar anualmente 37.600 millones de kilovatios-hora, y por encima de esto, eliminará 30,68 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono cada año de la faz de la tierra.

El planeta lo compartimos todos y, por esa misma razón, es deber de todos los miembros de la comunidad internacional, grandes y pequeños, identificar sus responsabilidades y trabajar codo con codo para construir una comunidad de vida entre los seres humanos y la naturaleza. China está haciendo ingentes esfuerzos por la construcción de un mundo limpio y bello, pero no puede ni debe hacerlo en solitario. Politizar los temas medioambientales solo conducirá a la aceleración de la destrucción de los hábitats mundiales, y esto, ipso facto, hará que la amenaza de una extinción se cierna sobre toda la humanidad.