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spanish.china.org.cn | 19. 05. 2021 | Editor:Teresa Zheng Texto

Baja moralidad de Washington al limpiar la imagen de terroristas en Xinjiang

Palabras clave: Xinjiang, terrorista, Washington

Un informe de CNN el sábado habló sobre 22 uygures encerrados en Guantánamo; clasificados como "combatientes enemigos" en la guerra contra el terrorismo de Washington y, para ser más específicos, miembros de la organización terrorista Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (MITO) o Partido Islámico del Turkestán Oriental. Todos ellos, finalmente, fueron declarados "no soldados" y puestos en libertad.

Su captura no obedeció a su participación en actividades terroristas en China, sino a su pertenencia al grupo antes mencionado, el cual guardaba una conexión cercana con el mayor enemigo de Estados Unidos en ese momento: Al Qaeda. El país cree ahora que no amenazan sus intereses, pero todos sienten un gran odio contra China, de ahí su uso para dañar los intereses chinos. Esto significa que Washington simplemente carece de estándares morales mínimos.

Al mismo tiempo, los utiliza para difamar e incluso demonizar a China. Por ejemplo, alega la persecución china de los uygures como causa para que estas personas lleguen a un punto sin retorno. En cualquier caso, Washington siempre encuentra excusas para acusar y culpar a China.

En cuanto al movimiento del Turquestán Oriental, Washington lo sacó de su lista de terroristas el pasado mes de noviembre, porque "durante más de una década, no ha habido evidencia creíble de que siga existiendo". Hasta donde sabemos, su tamaño ha disminuido en los últimos años y ahora opera principalmente en el lado afgano de la frontera con Pakistán. Además, no ha habido una actividad a gran escala recientemente, porque siempre ha sido objeto de la lucha contra el terrorismo de China. Sin embargo, esto no significa que haya desaparecido.

Hace aproximadamente 10 años, Estados Unidos luchó contra el terrorismo y capturó a miembros de dicho grupo en nombre de la paz mundial. Ahora, afirma que esta misma organización ya no existe. Descarta la necesidad de una política antiterrorista en Xinjiang e incluso argumenta que el término "radicales MITO" es una etiqueta que el gobierno chino da a todos los disidentes uygur. Esto muestra que los intereses estadounidenses siempre son primero. Washington hará todo en su beneficio.

En un momento, la cooperación antiterrorista entre China y Estados Unidos fue fluida durante la administración del presidente George W. Bush, especialmente en los primeros años del siglo XXI. En aquel entonces, ambas naciones requerían colaboración mutua en el tema.

Así, durante su visita a China en febrero de 2002, Bush y el expresidente chino Jiang Zemin discutieron el establecimiento de un mecanismo de contraterrorismo bilateral a largo plazo. Más tarde ese año, la Casa Blanca designó al movimiento como organización terrorista.

En 2004, Washington lo agregó a su lista de exclusión de terroristas para prevenir el paso de estas agrupaciones con controles fronterizos efectivos. En 2009, el departamento del Tesoro aún calificaba a Abdul Haq, líder general y comandante del Partido Islámico de Turkestán Oriental, como parte de la red de apoyo de Al Qaeda. Esto revela que desde el 2001 hasta el 2018, su postura en este asunto fue clara y todavía tenía algunos aspectos positivos.

No obstante, todo cambió con Donald Trump. Mientras Washington trata a China como un adversario estratégico, todo lo que lo involucra está estigmatizado. Washington lo tacha de malo y lo cuestiona todo el tiempo. No hay ningún principio para hablar del país norteamericano, porque hace cualquier cosa siempre que sea anti-China.

Al Qaeda no ha tenido mucha acción desde el 11 de septiembre. Desde la muerte de su líder Osama bin Laden y del cabecilla del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi, existe un vacío en la cúpula de los grupos terroristas de todo el mundo. En general, hay un retroceso centralizado.

Como su amenaza se ha reducido en gran medida para Estados Unidos, ahora el país no considera que el contraterrorismo sea su máxima prioridad. Tanto la estrategia como la cooperación con China en dicho aspecto han perdido relevancia. En cambio, su política se enfoca ahora en cómo usar a los extremistas liberados para interferir con los asuntos de China y socavarla.


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