Opinión>
spanish.china.org.cn | 14. 05. 2021 | Editor:Teresa Zheng Texto

Usar a la ONU no ayudará a EE.UU. a difamar a Xinjiang

Palabras clave: Xinjiang, ONU, EE.UU.

Estados Unidos, Reino Unido y Alemania presidieron un evento virtual de la ONU sobre Xinjiang el miércoles. Una nueva escena absurda: Estados Unidos, el país que ha matado a la mayor cantidad de musulmanes en el mundo, se une a algunos de sus aliados para intentar proteger los derechos humanos de los musulmanes en Xinjiang.

Sin embargo, los países islámicos, como miembros de la ONU, no han respaldado el evento. Solo Turquía, que a veces busca entrometerse en dichos asuntos, salió en informes de los medios sobre la reunión. Alrededor de 20 naciones participaron de la misma, menos que el número total de socios de Washington. Lo que es más importante es que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos no asistió.

Esta fue evidentemente una cita que se apropió indebidamente de las instalaciones de la ONU. La ausencia del bloque islámico no solo es una ironía, sino también una bofetada para los organizadores. Todos saben que los países occidentales y el mundo islámico han sido incompatibles entre sí por mucho tiempo. La guerra antiterrorista de Estados Unidos en Medio Oriente ha provocado un resentimiento generalizado entre los musulmanes. Los llamados reclamos de derechos humanos de Estados Unidos y otras naciones occidentales sobre Xinjiang son un gran descrédito para la comunidad musulmana en el mundo.

En los últimos 2 años, Estados Unidos y sus aliados se han asociado en repetidas ocasiones para difamar en el tema de derechos humanos de Xinjiang. Sin embargo, el mundo islámico se ha mantenido alejado de Washington en ese sentido. Este último solo ha logrado reunir a ciertos aliados para apoyar su malsano intento. Washington trata de colocar a un grupo reducido de países como representantes de la comunidad internacional, e incluso de la ONU. Una farsa insostenible.

Recientemente, volvieron a surgir conflictos armados en la Franja de Gaza, en la que Washington una vez más se situó contra los palestinos. Previamente, muchos habían muerto en Afganistán debido a ataques suicidas con bombas, dada la creciente inestabilidad causada por la decisión estadounidense de retirar sus tropas del territorio antes del 11 de septiembre.

Muchos occidentales no saben que Afganistán limita con Xinjiang. Nadie en China cree que Estados Unidos realmente se preocupe por el bienestar del pueblo uygur. En cambio, tiende a creer que Washington y sus principales socios esperan convertir a Xinjiang en otro Afganistán plagado de conflictos. Occidente ha intervenido en los últimos años en asuntos de países en desarrollo; veamos las consecuencias in situ: derramamiento de sangre, desde Afganistán, Irak, hasta Libia y Siria. Xinjiang no quiere ser la próxima.

Estados Unidos publicó el miércoles su Informe Internacional de Libertad Religiosa 2020, lleno de acusaciones contra Xinjiang. Un alto funcionario del departamento de Estado indicó abiertamente que la región se había convertido en una "prisión al aire libre". Sin embargo, el hecho es que Xinjiang respira paz y  estabilidad. Además, gracias a las eficaces medidas de prevención y control contra la COVID-19, desde el año pasado su gente disfruta de más libertad que sus pares de la mayoría de estados en Estados Unidos, convertidos en verdaderos "mataderos al aire libre", donde miles pierden la vida a causa del virus.

Xinjiang ha sufrido mucho por el terrorismo. Si las élites occidentales lideradas por Estados Unidos tienen diferentes puntos de vista sobre cómo terminar con él y el extremismo, el hecho de que Xinjiang hoy en día haya reanudado la normalidad y su gente, de todos los grupos étnicos, disfrute de la paz, debería activar su mentalidad orientada a los resultados, pero son solo un grupo de personas que finge dormir.

Cualquiera con sentido común sabe qué derechos desea el pueblo de Xinjiang. No quieren muertes con bombas ni apuñalamientos. No quieren persecuciones por miedo o quedarse sin trabajo debido al caos social. Solo al eliminar estos riesgos y desgracias, sus sueños pueden hacerse realidad. Los llamados derechos humanos que defienden Estados Unidos y Occidente difieren en grande con la verdadera demanda popular en Xinjiang. El egoísmo ha convertido a Washington en un fanático geopolítico más que en un sincero guardián de los derechos humanos que respeta las condiciones locales reales.

El Gobierno estadounidense ha resaltado recientemente un odio histérico hacia China y una "preocupación" por los derechos humanos en Xinjiang y en todo el país. ¿Cómo puede estar tan dividida su mentalidad? Su retorcida lógica en los asuntos de Xinjiang deja al descubierto su hipocresía. Sus descabelladas maniobras no aumentan su capacidad de movilización; y en cambio, se encuentra atrapado en un dilema. Xinjiang se está convirtiendo en el Waterloo de su poder blando.


   Google+