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spanish.china.org.cn | 29. 04. 2021 | Editor:Lety Du Texto

El océano no es la cloaca privada de Japón

Palabras clave: Japón, aguas residuales contaminadas

Por Jorge Fernández

 

La decisión de verter aguas residuales contaminadas con tritio pone en riesgo a la comunidad de naciones.

 

Es una ironía que pese a las grandes enfermedades atestiguadas por Japón el siglo pasado, que resultaron de la diseminación de agentes tóxicos y contaminantes, ahora sean las autoridades niponas las mismas que pretenden extender ese sufrimiento a otros pueblos del mundo. ¿Cómo es posible que Japón haya decidido verter aguas contaminadas del accidente de la planta nuclear de Fukushima en el Océano Pacífico?

 

Una acción unilateral

El 13 de abril, autoridades de Japón acordaron que las aguas residuales nucleares del accidente de Fukushima se verterían gradualmente al mar durante un lapso de 30 años, lapso en el cual se descargarán más de un millón de toneladas de aguas residuales. En Japón, la acción desató la cólera y oposición de facciones gubernamentales, de activistas medioambientales y del sector pesquero, agrícola y turístico, quienes coinciden que la decisión, que en teoría comenzará a partir de 2023, es arbitraria e inaceptable puesto que asesta golpes irreversibles al ecosistema marino, a varias actividades productivas y a la reputación de Japón en el exterior. Japón toma la decisión con base en criterios, estándares y opciones unilaterales, sin un debate exhaustivo a nivel nacional y sin consultas ni con países vecinos ni con organizaciones internacionales sobre un tema que impacta a todos aquellos bañados por las aguas del Pacífico.

 

Violación a los estándares internacionales

Dice la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar que las partes deben garantizar que la contaminación causada por incidentes bajo su jurisdicción no vaya más allá de la zona sobre la cual ejercen su soberanía. La parte japonesa, no obstante, ignora deliberadamente que en el mar hay corrientes y migración de fauna marinas que influyen directamente en la propagación transfronteriza de agentes contaminantes. Con base en la Convención sobre la Pronta Notificación de Accidentes Nucleares y en la Convención sobre Seguridad Nuclear, la parte japonesa está obligada a notificar y establecer consultas con las partes concernientes a fin de evaluar y monitorear conjuntamente opciones y definir medidas de prevención que hagan frente a los riesgos. No obstante, Japón hasta ahora asume que la “autorización” dictada por Estados Unidos representa a la comunidad de naciones y, en plena violación a estándares internacionales, toma una decisión que contraviene flagrantemente sus obligaciones internacionales.

 

Enfermedades causadas por la liberación de agentes tóxicos

Japón ha atestiguado en carne propia el surgimiento de enfermedades asociadas a la contaminación con elementos nocivos a la salud. La contaminación ambiental acechó al pueblo nipón el siglo pasado. La propagación de elementos tóxicos y nocivos a la salud estimularon el nacimiento de enfermedades como la enfermedad de Minamata, causada por la ingesta de productos del mar contaminados con mercurio; el asma de Yokkaichi, provocada por emisiones de dióxido de sulfuro diseminados en el medio ambiente; y la enfermedad de itai-itai, desarrollada en humanos por la ingesta de alimentos contaminados con cadmio. Todos estos males pertenecen a las popularmente conocidas cuatro grandes enfermedades de Japón, y son resultado de gestiones irresponsables de empresas locales industriales. El gobierno de Japón, a sabiendas de los resultados que trae consigo el vertido de agentes tóxicos, ha decidido el vertido de aguas contaminadas en el océano.

 

Posición de China

La parte china ha condenado la decisión adoptada por las autoridades japonesas y ha sido enfática en el hecho de que el vertido de aguas residuales nucleares no debe ser ni la primera ni la única opción a considerarse en el caso de los contenedores con aguas contaminadas. Ha urgido a la parte japonesa en numerosas ocasiones a asumir un papel responsable, a agotar todos los medios científicos seguros y a establecer consultas con una actitud franca y honesta con todos los países vecinos. De igual forma, ha exhortado a Japón a acatar los estándares internacionales y someter las opciones a consulta con las organizaciones internacionales pertinentes. La República de Corea, que ha intercambiado opiniones con China bajo un marco de diálogo y cooperación, coincide con esta posición.

 

Incoherencia de la parte japonesa

Japón ha hecho oídos sordos a las voces de la comunidad internacional y organizaciones populares preocupadas por el medio ambiente; viola los más básicos preceptos del derecho internacional; asume que el así llamado permiso de Estados Unidos representa a la comunidad internacional; contraviene su propio pasado e infringe en otros países las mismas calamidades de las cuales ha sido víctima. Tanto el océano como el mundo son un espacio compartido por todos, y por ello, el vertido de aguas residuales contaminadas con tritio es una decisión indefendible que pone en riesgo a la comunidad de naciones. El mar es un tesoro compartido por todos y Japón no puede hacer de él una cloaca para el desecho de sus propios desperdicios.

 

 


 


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