Japón verterá agua radiactiva al océano y ¿dónde está la prensa occidental?

Japón "está pronto" a liberar agua contaminada de la planta de energía nuclear Fukushima en el Océano Pacífico, según informó Kyodo News. Un acto tan irresponsable ha merecido la enérgica crítica de China y otros países vecinos. Sin embargo, gran parte de la prensa occidental guarda silencio sobre una decisión que influirá en la salud de cientos de millones de personas. Para muchas élites occidentales, parece que el bienestar del medio ambiente tiene un sesgo ideológico. Su protección es solo una herramienta para reprimir a países rivales.

El vertido de aguas residuales nucleares en el Océano Pacífico causará un daño irreparable a la humanidad y al entorno ecológico del que depende el mundo. "Es una medida que tendrá graves consecuencias a largo plazo para las comunidades y el medio ambiente, a nivel local y más allá", señaló un informe de la organización de derechos ambientales Greenpeace.

Países vecinos, incluidos China y Corea del Sur, serán los primeros en sufrir el grave daño ecológico y también será difícil para las naciones occidentales mantenerse al margen del tema. Dado que los océanos están conectados, más países se verán perjudicados por este atentado tarde o temprano.

Un acto tan visiblemente nocivo no ha sido condenado por Occidente, y sus principales medios con un gran poder internacional no ha criticado a Tokio.

Es un fuerte contraste con el desastre nuclear de Chernobyl. La Unión Soviética recibió un ataque feroz de la prensa en ese entonces y Occidente usó el incidente para instigar el sentimiento antisoviético. Hoy, las aguas radiactivas de Japón pueden seguir siendo peligrosas durante miles de años e incluso causar cambios en el ADN humano, de acuerdo con Greenpeace. El silencio colectivo de la prensa occidental resulta una diferencia abismal.

"Desde el punto de vista de las naciones occidentales, Japón es un aliado importante de Estados Unidos en Asia. Es coherente con los sistemas y valores políticos y económicos occidentales. Por lo tanto, Occidente a menudo tiene una buena impresión de sus actos”, indicó el lunes Zhou Yongsheng, profesor de la Universidad de Asuntos Exteriores de China.

Las élites occidentales siempre han afirmado mantener altos estándares de protección ambiental y, a menudo, utilizan este asunto para atacar a China. Algunas de sus acusaciones incluso suenan ridículas. Por ejemplo, la revista Time publicó un artículo en enero titulado "Cómo China podría cambiar el mundo eliminando la carne del menú", apuntando al creciente consumo de carne en el país y tratando de etiquetarlo como un destructor del medio ambiente. Sin embargo, los medios occidentales han minimizado la "contribución" de la industria ganadera estadounidense al calentamiento global.

En comparación con el consumo de carne, el vertido de agua contaminada en el Pacífico por Japón pondrá en peligro la salud de la humanidad. Pero los medios han perdido la voz. "Los países occidentales generalmente favorecen a Japón y ni siquiera osan criticar sus acciones equivocadas. Esta no es una posición objetiva en absoluto", constató Zhou.

El Pacífico está a punto de convertirse en el océano de aguas residuales japonesas. Las organizaciones internacionales y los medios de comunicación pertinentes deberían haber reforzado la supervisión sobre Japón, instado a que divulgue periódicamente el estado del tratamiento de estas aguas nucleares y difundir los hechos al mundo para formar un consenso global.

Aunque Japón ha afirmado que estas se diluirán para cumplir con los estándares internacionales antes de cualquier vertido, las agencias de protección ambiental lo han cuestionado. Greenpeace dijo en su informe que la Compañía de Energía Eléctrica de Tokio y los organismos gubernamentales japoneses "parecen haber conspirado para empeorar la crisis". Y considerando el pobre desempeño de Japón en la lucha contra la COVID-19, hay razones para dudar de un manejo inadecuado esta vez.