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spanish.china.org.cn | 14. 01. 2021 | Editor:Elena Yang Texto

COMENTARIO: Drama político en Washington supone fin de excepcionalismo estadounidense

Palabras clave: EE. UU.-Política-Trump

Los políticos estadounidenses han predicado durante mucho tiempo que su país es el epítome de la democracia y han trabajado de forma infatigable para fomentar sus valores y sistemas en el exterior. El reciente episodio de turbulencia y violencia en Washington, sin embargo, ha desmontado el mito del excepcionalismo estadounidense.

Justo una semana antes de dejar el cargo, el presidente de EE. UU., Donald Trump, se ha convertido en el primer jefe de Estado del país en enfrentar dos veces un juicio político, al acusarlo los demócratas de la Cámara de Representantes, junto con diez legisladores republicanos, de incitar el asedio del Capitolio la semana pasada, en el cual murieron cinco personas.

Este drama político tan revelador tiene lugar mientras gran parte del país está aún recuperándose de las escenas de caos y violencia del asalto al edificio del Capitolio por parte de un grupo enojado de partidarios de Trump.

Como dijo el presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, Richard Haass, los recientes acontecimientos "deberían poner fin a la noción del excepcionalismo estadounidense de una ciudad eterna sobre la colina".

Tras el enfrentamiento mortal en el Capitolio, los políticos estadounidenses al otro lado del pasillo se apresuraron en culpar a la Administración actual. De esta forma, estaban obviando la ironía que entraña señalar con el dedo: cuando acusas con el índice a alguien, no puedes evitar estar acusándote a ti mismo con otros tres dedos.

Durante años, parece que los políticos de Washington han perdido la habilidad de resolver los problemas de los ciudadanos de a pie. Los actos inéditos de violencia política en el Capitolio fueron el culmen de años de gobernar instigando la animosidad hacia los rivales políticos. En vez de ampliar los puntos en común y procurar el consenso político, las elites de ambos partidos han recurrido al partidismo extremo para enfrentar a sus respectivos simpatizantes.

Esas elites consideran que su capital político está por encima de los intereses del país y de sus ciudadanos. En los últimos 12 meses, a pesar de los terribles estragos causados por la COVID-19 en todo el país y de que la vida de la gente estaba en juego, los dos partidos mostraron su renuencia a dejar de lado la rivalidad política para comenzar a forjar consensos.

El fin del mandato de Trump se aproxima y se hace evidente que todos esos políticos están alimentando la idea de que el caos político terminará con su partida. Este es parte de su motivo para tratar de destituir al mandatario en su recta final en el cargo: inhabilitarlo para que no pueda volver a ocuparlo.

Desafortunadamente para Estados Unidos, la ilusión de esas elites es probablemente una receta de futura inestabilidad. Fin

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