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spanish.china.org.cn | 16. 12. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

Si China tuviera 300 000 muertos por COVID-19, ¿cuál sería la reacción de Occidente?

Palabras clave: China, Occidente, Estados Unidos

El número de muertos por coronavirus superó los 300 000 en Estados Unidos el lunes. Una cifra sorprendente. Sin embargo, el día transcurrió como si nada, sin declaraciones del actual Gobierno sobre el trágico momento. Los medios informaron sobre ello y el presidente electo Joe Biden lo mencionó, pero no hubo una reflexión a nivel nacional. El foco de atención de la opinión pública el lunes fue la vacuna contra la COVID-19 y el optimismo generado pareció superar la tristeza por la abultada cifra de decesos.

Nos preguntamos, ¿qué pasaría si la situación se invirtiera? ¿Qué pasaría si China tuviera 300 000 muertos por coronavirus y Estados Unidos y la mayoría de los países occidentales hubieran controlado la pandemia?

Si esta suposición fuera cierta, la situación definitivamente sería mucho peor que cuando estalló la epidemia en enero y febrero en Wuhan. China sería el blanco de la opinión pública occidental y la presión vendría por varios flancos.

En ese caso, Estados Unidos y Occidente apoyarían a China para expresar su humanitarismo. Pero tal simpatía no se extendería al ámbito político. Investigarían rigurosamente las "causas políticas subyacentes" de una crisis de salud pública tan grande y la incapacidad de China para detener su propagación.

Imaginemos. Primero, enfatizarían que es un desastre humanitario de grandes proporciones y no uno de tipo natural, sino provocado por el hombre. El accidente nuclear de Chernobyl fue etiquetado como desastre causado por el hombre en ese entonces y devino en un medio para que Occidente atacara a la Unión Soviética, lo que tuvo cierto impacto en su posterior colapso. Si 300 000 personas murieran en China por el virus, el ataque occidental sería inimaginable.

En segundo lugar, Estados Unidos y Occidente criticarían al llamado sistema autoritario de China por ser ineficaz y la acusarían de ocultar información en el país y en el extranjero, para exponer la "inevitabilidad" de un elevado número de fallecimientos a causa del sistema.

Incluso cuando a China le va bien en la lucha vírica ahora, Occidente no ha renunciado en encontrar fallas para criticar y acusar. Podemos ver cuán histéricamente la opinión pública estadounidense y occidental culparía el "sistema oscuro" de China y maximizaría todo tipo de imputaciones por no lograr combatir la epidemia.

En tercer lugar, dirían que a China no le importa cuánta gente muera y que no se respeta la vida de los chinos. Sus ataques a los derechos humanos alcanzarían su punto máximo. Compararían cuánto valora Estados Unidos y Occidente cada vida humana y qué tan reales y dignos son los derechos individuales en sus jurisdicciones. En realidad, China ha conseguido logros notables en la lucha vírica, pero los occidentales siguen calificando el bloqueo en Wuhan como inhumano, diciendo que su accionar muestra la carencia de democracia y libertad, y que los derechos individuales no se respetan. Si fallecieran 300 000 chinos, la acusación tendría una repercusión de explosión nuclear.

Cuarto, también dirían de la sociedad china que es barbárica y negarían la legitimidad del PCCh. Promocionarían la civilización occidental y declararían que el resultado de la lucha epidémica es una victoria integral del sistema y la cultura occidentales. También identificarían el sistema político chino como "malo sin cura". Una vez que se produzca cualquier signo de protesta, respaldarían abiertamente a los alborotadores e incentivarían el caos como un "levantamiento desesperado del pueblo”.

Quinto, una vez que haya fricciones entre China y Occidente, Estados Unidos puede pensar en ejercer presión militar y lanzar una ofensiva general contra el sistema político chino, tratando de derrotarlo de un golpe y eliminar fundamentalmente la llamada amenaza provocada por el ascenso de la nación.

En resumen, si China fuera el país con la peor respuesta y la mayor pérdida en el desastre global, Estados Unidos y Occidente habrían lanzado un tsunami ideológico contra ella. Este se extendería a otras áreas y daría lugar a una confrontación importante y de largo plazo. Afortunadamente, la situación es inversa. Sin embargo, los feroces golpes estadounidenses no se convirtieron en autorreflexión y algunos de ellos sucedieron en sus propios países.

Esto plantea algunas interrogantes fundamentales: ¿Existe realmente justicia en el mundo? ¿Existe un límite para la desvergüenza política de algunas élites estadounidenses? ¿Serán castigados finalmente por sus actos?


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