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spanish.china.org.cn | 04. 12. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

Intento de colonización espiritual occidental condenado al fracaso

Palabras clave: China, Australia, caricatura

La disputa entre Australia y China por una caricatura que condenó el asesinato de afganos inocentes por tropas australianas continúa. A medida que más informes revelan la mala conducta de soldados de élite australianos, la vergüenza para el país es mayor.

Algunos de sus aliados han intervenido en el tema y hablan con arrogancia sobre su postura y principios y no sobre los hechos.

El primer ministro australiano Scott Morrison conversó el 18 de noviembre por vía telefónica con el presidente afgano Ashraf Ghani para expresarle su "más profundo pesar". Un día después, el jefe de las Fuerzas de Defensa de Australia, Angus Campbell, dijo: "Pido disculpas sinceras y sin reservas" al pueblo de Afganistán. Sin embargo, Morrison se negó a aceptar las críticas de China y expresó su enojo como si ella hubiera difamado sin fundamento a su país.

La lógica detrás de este acto es bastante simple: Occidente puede hacer lo que quiera, pero los otros no.

Este es el estilo que se repite en el mundo blanco occidental: Occidente debe estar siempre en un estatus superior. Con esa mentalidad, nunca aceptan la idea de que otras razas puedan disfrutar de la igualdad. Al sentirse por encima de los demás, creen que deben tomar el control de todas las cosas, ya sea en lo económico o tecnológico.

Morrison no dijo nada cuando los medios de comunicación europeos y estadounidenses informaron sobre las acciones de los militares australianos con calificaciones como "crímenes de guerra" (ya que las críticas provenían de Occidente), pero reaccionó con firmeza cuando un diplomático chino condenó el brutal hecho.

Para algunas élites occidentales, adoptar un sistema e ideología ajeno y negarse a ser un vasallo es el pecado de China. Con un lavado de cerebro de este tipo, mucha gente cree las mentiras de políticos occidentales sobre China, pese a que la COVID-19 ha matado a cientos de miles en esa parte del mundo y grupos vulnerables no pueden "respirar".

Como resultado, cualquier acción y discurso de China es inaceptable para los occidentales que tienen un abrumador sentido de superioridad. Ellos pueden estigmatizar a China sobre temas como los derechos humanos con desinformación y acusarla de "genocidio", pero China no puede ni siquiera dar su opinión sobre reportes que ya circulan en Occidente.

Tras 160 años, la cabeza de caballo de bronce, robada por las fuerzas invasoras de la Alianza Anglo-Francesa cuando arrasaron el Antiguo Palacio de Verano en 1860, finalmente regresó a su hogar el martes. Muchos occidentales todavía creen que China es la sociedad semicolonial y semifeudal a la que intimidaron arbitrariamente en el siglo XIX.

Como no pueden mantener ese tipo de colonialismo, intentan colonizar espiritualmente a otros con sus llamados valores universales de democracia y derechos humanos. Sin embargo, los trucos moralistas de su mentalidad estrecha no dan para más y solo consiguen engañar a los mismos occidentales.

A medida que China asciende, más y más países en desarrollo ya no aceptarán ese lavado de cerebro. Tampoco permanecerán en silencio y tolerarán el doble rasero en materia de derechos humanos y otras cuestiones.

En el futuro, más personas como el caricaturista chino Wuheqilin y el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, destacarán por decir la verdad al mundo y dialogar con Occidente sobre un estado justo e igualitario.

La construcción del mundo ha cambiado mucho. Ya sea que Occidente lo acepte o no, la creencia de que él es el centro del mundo con el tiempo llegará a su fin.


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