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spanish.china.org.cn | 19. 10. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

La labor de prevención y control debe continuar pese al avance de la vacuna

Palabras clave: vacuna, prevención, COVID-19

Un niño mira la vacuna candidata de Sinovac Biotech LTD para COVID-19 en la Feria Internacional de Comercio de Servicios de China (CIFTIS) en Beijing.


Yiwu y otras ciudades de la provincia de Zhejiang, en el este de China, han ampliado el alcance de la oferta de vacunas COVID-19 para uso urgente, con prioridad a grupos clave. Esto no significa que la región ya haya vacunado a toda su población y que sea la primera provincia china en hacerlo. Pero es cierto que la investigación y el desarrollo de vacunas han progresado constantemente en el país y Zhejiang está a la vanguardia.

La opinión pública occidental considera este tema desde una perspectiva geopolítica. Antes, promocionaba la llamada “diplomacia de máscaras de China”, y ahora habla de la "diplomacia de vacunas". Creemos que estas descripciones solo reflejan su propia mentalidad. Para ellos, la lucha vírica es ante todo una contienda, y una de naturaleza geopolítica.

China ha declarado que una vez que la vacuna esté disponible, se convertirá en un bien mundial. Si las vacunas chinas reflejan alguna supuesta importancia política, estas afectarán los intentos de Estados Unidos de utilizarlas como herramienta de presión y para obtener ganancias de otros países. Las vacunas chinas salvaguardarán el interés común de la humanidad.

Para China, la batalla epidémica es una cuestión de salud pública y nunca de política internacional. Estados Unidos la ha politizado y ha dividido a la sociedad mundial que debería haber enfrentado unida el virus. Nos sorprende que Estados Unidos no se haya concentrado en su lucha y que, por el contrario, iniciara una cacería de brujas. Es difícil entender o aceptar la extrema necesidad del sistema político estadounidense de eludir la responsabilidad.

Hay que decir que las naciones capitalistas calculan en demasía las ganancias en asuntos públicos. Esto es probablemente un hábito dada la total liberación de la debilidad humana en sus sistemas.

China no requiere con urgencia la vacuna como sí es el caso de Estados Unidos, ya que la sociedad china ha sido eficaz en la contención del virus.

Incluso si esta está disponible al público, muchos dudarían en tomarla porque el coronavirus está lejos de su vida y sentirían que usar una máscara en lugares concurridos es más beneficioso para su seguridad que probar una vacuna de reciente desarrollo.

De hecho, China, como el país que sufrió pérdidas en la etapa inicial de la epidemia, también es uno con una enorme población, un comercio extenso y otros contactos internacionales. Sin la protección de una vacuna, es absolutamente inseguro a largo plazo. Su calidad de líder mundial en su desarrollo servirá para proteger la salud y la seguridad de su propia gente y, al mismo tiempo, beneficiará al mundo. El trabajo ha sido arduo. Sin embargo, si Washington logra grandes avances en este aspecto, no habrá celos infundados ni acusaciones por motivos ocultos.

En una visión a largo plazo, la vacuna enfrentará un virus más fuerte. Es probable que sea difícil obtener inmunidad colectiva en el mundo. Pero eventualmente saldrá una dosis confiable que ayudará a la humanidad a aumentar su efectividad en la lucha vírica. En este proceso, muchos países batallan por separado y no logran formar un frente común. Esto alargará cada vez más esta guerra. La infección cruzada puede promover variaciones, lo que dificultará la erradicación completa del virus incluso con una vacuna.

En este contexto, China debe perseverar en la movilización nacional que ha demostrado ser muy eficaz en frenar la propagación del virus. El actual sistema de prevención y control nunca debe relajarse, a pesar del progreso constante en las vacunas. Su efectividad debe verificarse gradualmente durante el proceso de vacunación de la humanidad. Ser eficaz en una esfera limitada solo es relativamente fructífero.

Algunos países casi han sido invadidos por la COVID-19. Una vacuna es su única esperanza. China debería seguir una estrategia de "doble seguro": controlar el mal con sistemas de prevención existentes y reducir aún más el riesgo de contagio para el personal sanitario de primera línea con la vacunación. China debería seguir siendo el país más seguro del mundo.

Sus amplios logros en esta lid ha mejorado enormemente la confianza de su  pueblo. Muchos chinos se inclinan a seguir la guía del Gobierno sobre cuándo la vacuna estaría a disposición de todos. Para ellos, más que cualquier otra cosa se trata de un serio problema de salud pública.


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