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spanish.china.org.cn | 22. 09. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

Cinco razones por las que EE.UU. pierde su lucha contra la COVID-19

Palabras clave: EE.UU., COVID-19

Se espera que el número de muertos por COVID-19 en Estados Unidos supere las 200 000 el lunes, hora local. Es una tragedia y es lamentable que hasta ahora la administración Trump no reconozca sus errores y deficiencias en su labor contra la epidemia.

La Casa Blanca se ha negado a reflexionar, a presentar ajustes o soluciones. Asegura que la cifra podría haber sido de más de 3 millones si no fuera por su excelente trabajo.

Además, su mayor estrategia para lidiar con el brote vírico es culpar a China y hacer que la gente crea que el desastre lo provocó la nación asiática.

Para ser justos, el gobierno estadounidense hizo algo para combatirlo. Donald Trump fue el primer líder entre las potencias en suspender los viajes globales. Su decisión fue audaz, pero fue lo más fácil que pudo hacer. En general, el país ha cometido varios errores que han causado el deceso de alrededor de 200 000 personas y han generado una gran incertidumbre.

En primer lugar, la Casa Blanca y la sociedad estadounidense tardaron mucho en llegar a un consenso sobre la gravedad de la enfermedad.

Desde el presidente hasta las celebridades, minimizaron la amenaza del coronavirus por largo tiempo en los primeros días del brote. La diversidad en la opinión pública diluyó la autoridad de expertos como el Dr. Anthony Fauci.

En cambio, la advertencia del epidemiólogo chino, Zhong Nanshan, en una entrevista televisiva el 20 de enero llevó a la sociedad china a ponerse rápidamente de acuerdo sobre el virus. Sin embargo, las voces de los especialistas estadounidenses a menudo se vieron socavadas.

En segundo lugar, ante la urgencia de luchar contra la epidemia y la importancia de proteger la economía, los líderes estadounidenses y muchos ciudadanos priorizaron la última. Fue tan poderosa que silenció voces más racionales. Como resultado, Estados Unidos no ha logrado movilizar a su población en la lucha vírica.

En tercer lugar, se descartó el espíritu científico. El uso de máscaras es una medida de prevención que ha demostrado ser eficaz en países y regiones de Asia oriental como China. La medida es barata y fácil de promover, pero muchos estadounidenses, incluido su presidente, la rechazaron. La falta de una defensa contra su uso exacerbó la propagación del virus, que mató a muchos que podrían haberse salvado si solo hubieran utilizado una máscara.

Cuarto, combatir la epidemia equivale a pelear una guerra. Pero es obvio que Estados Unidos carece de una estrategia integral para su lucha, no cuenta con un comando efectivo de alto nivel ni con acciones conjuntas a nivel nacional. El trabajo contra la epidemia ha sido enturbiado por la política.

Cada país tiene su propia debilidad sistémica. Comparado con los primeros 3 yerros que pudieron ser evitados por la decisión de la cúpula líder, el cuarto es más un problema inherente.

En quinto lugar, la capacidad de Estados Unidos para corregir errores es nula, lo que repercute en la propia capacidad de la sociedad en su conjunto. La nación norteamericana se ha equivocado, pero no puede adaptarse. Las fuerzas políticas no pueden unirse para enfrentar el brote y lo que más les preocupa es cómo liberarse de la responsabilidad y atacar a sus rivales.

En cualquier caso, 200 000 muertes son una vergüenza para el país, el más poderoso y médicamente avanzado del mundo. Es particularmente humillante para su gobernante y otras élites responsables de la administración de recursos, y es una mancha en su sistema político.

Entre los 200 000 fallecidos, la mayoría es pobre y afroamericana. Aparentemente, dos cálculos están detrás de la adhesión de la administración Trump a la ruta actual contra la epidemia: primero, debido a que no tienen ahorros y a la importancia del trabajo para ellos, los pobres incumplen el bloqueo social más que los ricos. En segundo lugar, los muertos no votan.

¿Cuántas personas en Estados Unidos tendrán que morir al final? Ésta no es la pregunta más importante para la política estadounidense. A los dos partidos nacionales les importa más cómo representar y definir las pérdidas, cómo convencer a su electorado de que crean en sus interpretaciones.

Tan fuerte como es Estados Unidos, no es una nación que sirva a su gente con alma y corazón. Por eso el coronavirus resulta un azote atroz para el país más desarrollado del mundo.


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