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spanish.china.org.cn | 03. 09. 2020 | Editor:Elena Yang Texto

ZEE: fuerzas ejemplares para potenciar el desarrollo acelerado

Palabras clave: Shenzhen, China, Zonas Económicas Especiales





Por Jorge Fernández



En retrospectiva, las cuatro ZEE creadas hace 40 años han demostrado ser una fuerza poderosa para alentar el asentamiento de inversión extranjera, la transferencia y desarrollo de tecnología, y el crecimiento económico local.



Shenzhen, otrora aldea de pescadores, hoy asienta a las empresas tecnológicas más importantes de China y del mundo. Las historias dejadas por cronistas hace 40 años reseñan a una ciudad en la que charcos fangosos extendidos por doquier restringían la circulación de bienes y personas. Esta ciudad meridional, enclavada en la provincia de Guangdong es, en contraste con un subdesarrollado pasado, la única en el mundo que cuenta con acceso total a la red 5G. ¿Qué hizo que esta empobrecida urbe costera, ubicada en el delta del río de la Perla, hoy sea una ciudad futurista con condiciones para potenciar el uso extendido del internet de las cosas, el internet fácil y la robótica?

La respuesta yace en los planes económicos ejecutados en 1980 por el gobierno central para animar a empresas extranjeras a invertir en puntos estratégicos nacionales. El objetivo era coadyuvar al despliegue pleno de la política de reforma y apertura, además de convertir a zonas costeras en polos de atracción de inversión extranjera directa. Había que potenciar el desarrollo de bases industriales en donde el acceso a la tecnología había sido por años precario y en donde el subdesarrollo de las infraestructuras limitaba el despliegue de las exportaciones. Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) nacieron hace cuatro décadas como regiones en las que las actividades económicas, a diferencia de las del resto del país, dependían del libre mercado.

El entorno favorable creado por las ZEE invitó a firmas extranjeras a asentarse y a establecer empresas de accionariado conjunto en sitios con potencial para la fabricación y envío fuera de las fronteras. Esto, a la postre, condujo a una derrama de capital extranjero en puntos meridionales del país y al acceso a tecnología que, combinados con el ingenio local, estimularon el desarrollo de la industria nacional. Junto con Shenzhen, también entraron en operación las zonas de Zhuhai y Shantou en Guangdong, y la de Xiamen en la provincia de Fujian. Estos cuatro puntos estratégicos resultaron enclaves exitosos en la consolidación de la política de reforma y apertura, iniciada dos años antes por el legendario líder Deng Xiaoping.

El desarrollo espectacular atestiguado por las ZEE ha sido convalidado por tres generaciones a lo largo de cuatro décadas. El PIB de Shenzhen batió marcas mundiales tras pasar de 39,24 millones de RMB en 1980 a la exorbitante suma de 2,69 billones en 2019, esto es, el PIB ha crecido 10 mil veces en cerca de 40 años, un récord superior a los registrados por la RAE de Hong Kong o Singapur. No es fortuito, en consecuencia, que titanes en el ramo del transporte marítimo y la logística, servicios financieros o alta tecnología, entre los que se destacan Huawei, ZTE o Tencent, hayan hecho de esta zona el hogar de sus oficinas centrales y una base logística para sus operaciones.

Y ya ni qué decir de las otras dos ZEE asentadas en la provincia de Guangdong que, en combinación con urbes aledañas, se asumen como ejemplos de complementariedad. Zhuhai es un vasto paraíso que al conectarse con el Puente Hong Kong-Zhuhai-Macao, ofrece oportunidades inconmensurables a los emporios de las regiones administrativas especiales de Hong Kong y de Macao. Y si bien Shantou —que en 2019 registró un PIB de 260 mil millones de dólares— está unos pasos atrás de sus homólogos provinciales, su infraestructura para el transporte embona como anillo al dedo con las trasnacionales asentadas en la Gran Área de la Bahía Guangdong-Hong Kong-Macao, potenciando el fortalecimiento de urbes que igualarán en breve a Tokio en Japón, o Nueva York y San Francisco, en Estados Unidos.

Xiamen, en la provincia de Fujian, ejemplifica con claridad la transformación de una ciudad industrial en un centro para el comercio que hasta hace un par de años mantenía relaciones comerciales con 112 países y regiones. A diferencia de las otras tres ciudades con las que inició los derroteros de una proyección al exterior, Xiamen alberga una próspera industria turística e inmobiliaria que hacen de ella una suerte de paraíso para el despliegue de actividades comerciales. En 2018, el PIB urbano llegó a 479 mil 140 millones de RMB, cifra que se contrasta abismalmente con los 480 millones de RMB registrados en 1978. En cuatro décadas Xiamen ha hecho de una antigua base industrial un centro con crecimiento económico de alta calidad, altamente urbanizado, con estructuras industriales de alto acabado y con un alto grado de apertura al exterior.

Estas cuatro ZEE reproducen al pie de la letra las palabras del legendario líder Deng Xiaoping, quien al hablar de guías prácticas para el despliegue total de la política de reforma y apertura, propuso el concepto de “cruzar el río sintiendo las piedras bajo los pies”. El éxito espectacular de estas zonas descansa en la evaluación sistemática de aquellos elementos sustanciosos para el desarrollo, y la exclusión de aquello que lastra el bien de la colectividad. Al poco tiempo de su concepción, las ZEE asumieron el papel de modelos ejemplares para que otras urbes nacionales impulsaran el desarrollo de sus economías. A día de hoy, el camino recorrido por ellas encarna una guía práctica con enriquecidas lecciones y experiencias para una modernización acelerada.

En retrospectiva, las cuatro ZEE creadas hace 40 años han demostrado ser una fuerza poderosa para alentar el asentamiento de inversión extranjera, la transferencia y desarrollo de tecnología, y el crecimiento económico local. Estos tres corolarios han contribuido enormemente a hacer de China la segunda economía más grande del planeta. Es lógico, en consecuencia, que China oriente sus trabajos y reitere sus compromisos para materializar una mayor apertura al exterior, para hacer realidad un crecimiento de alta calidad, para apuntalar el proceso de globalización económica y para alentar el desarrollo inclusivo. La recesión causada por la COVID-19 hace hoy impostergable una mayor cooperación entre China y el mundo para crear un entorno que permita potenciar el multilateralismo y el libre mercado. Y para esto, las ZEE son pilares fundamentales.


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