Opinión>
spanish.china.org.cn | 31. 08. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

¿Tiene EE.UU. el derecho a evitar el ascenso pacífico de China?

Palabras clave: EE.UU., China, ascenso pacífico

La represión general de Estados Unidos a China, a través de sanciones económicas, tecnología y coerción militar, tiene como objetivo bloquear su desarrollo y asegurar la posición suprema del país norteamericano. Una pregunta que se repite en Occidente, particularmente en Estados Unidos, es si ya es demasiado tarde para evitar su ascenso.

El rápido desarrollo de China en las últimas décadas tomó a Estados Unidos con la guardia baja. Una sociedad enorme con un sistema político completamente diferente está en camino de convertirse en una economía a la par de la suya. Es un desafío económico y político sin precedentes para las élites estadounidenses. Lo que hacen sus halcones ahora es intentar bloquear su avance tanto como sea posible.

Si bien puede ser una interrogante en Washington, es una pregunta legítima en China si tiene derecho a hacerlo. Estados Unidos ha lanzado ofensivas imprudentes contra ella, cada vez más intensas desde que su presidente, Donald Trump, asumiera el cargo en enero de 2017, con la excusa de la seguridad nacional y de detener la expansión económica y militar de China.

China se apega al desarrollo pacífico y busca un crecimiento en el que todos ganen. A diferencia de los países imperialistas occidentales que optaron por a acumulación primitiva mediante el saqueo, la guerra y la colonización, el pueblo chino se ha esforzado por mejorar su vida con trabajo arduo y cooperación. China no ha librado una guerra en más de 3 décadas y sus habitantes están comprometidos con un avance en paz sin hegemonía mundial.

Pese a que su economía es la número 2 del mundo, su PIB per cápita ocupa el puesto 65 en el mundo, detrás de países como Mauricio. China se ha fijado el objetivo de erradicar la pobreza absoluta para fines de este año. Detrás de las escenas glamorosas de las ciudades de primer nivel, el crecimiento económico sigue siendo un reto abrumador para el gobierno central y los locales. Cuando China era un país pobre con su gente azotada por el hambre, las naciones desarrolladas occidentales la acusaron de ser un factor incierto que planteaba el riesgo de exportar turbulencias al exterior. Ahora que ha resuelto gradualmente el problema de alimentar a su gigantesca población, Occidente se esfuerza por evitar que los chinos mejoren sus vidas. Es una mentalidad ridícula que implica que solo los occidentales, especialmente los estadounidenses, merecen el derecho a vivir mejor.

Otra pregunta es si es posible evitar el ascenso de China. La administración Trump lanzó una guerra comercial contra ella hace 2 años, la acusó de aprovecharse de ellos a través del comercio injusto. Pero en los últimos 2 años, se ha demostrado que la idea de que algunas de sus élites frenen el avance de China no sea práctica.

El intento de desvincularse de China también ha encontrado resistencia. La razón fundamental es que los vínculos comerciales bilaterales son de beneficio mutuo. El plan de Washington de reunir a sus aliados para formar un frente único anti-China basado en diferencias ideológicas no se ha realizado en gran medida.

En lugar de incitar a la inestabilidad dentro de China, la irrazonable represión de Washington ha fortalecido la solidaridad de su sociedad. Enfrentar conjuntamente el ataque estadounidense ha sido el consenso de su pueblo, ya que es plenamente consciente de que el país debe luchar por sus derechos legítimos, en lugar de buscar una tregua a través de concesiones.

Para Estados Unidos y Occidente, la verdadera pregunta no es si es demasiado tarde para evitar el ascenso de China, sino cómo manejan su propio modelo de desarrollo, cada vez más inadecuado para el mundo actual.


   Google+