EE.UU. tiene dificultades para lograr una coalición “voluntaria” contra China

Washington trata de formar una coalición anti-Beijing; eso no es nada nuevo. Resulta que su capacidad de convocatoria entre sus aliados se ha enfrentado a una serie de reveses. Cuando CNN retomó el tema el martes, el comentarista David A. Andelman maquilló sus declaraciones y argumentó que el mandatario buscaba "una coalición de voluntad" contra China.

Andelman nombró a Australia, India, Japón, Gran Bretaña, Francia y Canadá, enumerando sus recientes fricciones con China, incluida la disputa fronteriza con India, la prohibición del Reino Unido de Huawei, los conflictos territoriales con Tokio, el distanciamiento con Australia y el arresto de la directora financiera de Huawei, Meng Wanzhou, por Canadá. Los casos sirven de excusa para afirmar que dichas naciones están "preparadas" y "listas" para unirse a tal alianza.

La verdadera pregunta es ¿están dispuestas a hacerlo? El autor simplemente citó al azar países con diferencias con China, lo que no significa nada. Los conflictos entre ellos y Estados Unidos también pueden revelarse fácilmente.

Cualquiera con una mente sobria puede decir que una de las principales razones de la decisión de Londres de prohibir Huawei es apaciguar a Washington para asegurar un acceso fácil a su mercado después del brexit. Si no fuera por su presión, Londres estaría más interesado en buscar el máximo beneficio vía la cooperación con Beijing y Washington, lo que explica los cambios anteriores del Reino Unido en la política de Huawei y su postura indecisa previa sobre el tema.

Estados Unidos y Canadá parecen ser buenos vecinos, pero sus relaciones están llenas de altibajos. Dejando de lado sus choques territoriales, Washington es de dar órdenes a Ottawa. Por ejemplo con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte,Trump la amenazó con sacarla más de una vez para obligarla a ceder a sus términos.

Washington ha impuesto una serie de sanciones económicas a Tokio. En los últimos años, Japón viró de una actitud enérgica hacia China a una táctica flexible y pragmática con ella y Estados Unidos.

Francia lleva mucho tiempo insatisfecho con el hecho de que Europa dependa en gran medida de la seguridad estadounidense y promueve de manera proactiva la autonomía estratégica del bloque. La política anti-China de India se parece más a una copia barata de las luchas políticas bipartidistas de Estados Unidos para ganar más votos. Australia parece ser imprudente al seguir demasiado de cerca a su aliado en su retórica contra China. Sin embargo, algunos de sus políticos piden independencia diplomática de vez en cuando.

Incluso si Washington establece una coalición de este tipo, difícilmente será una voluntaria, sino impulsada por la coacción con intereses diversos. Incluso el propio Andelman reconoció que "Trump ha hecho poco para acoger a estos países de una manera que fomente un frente unido".

Tal alianza se asemeja a los lazos entre la Unión Soviética y Europa Central y Oriental durante la Guerra Fría, cuando no había diplomacias diversas, sino solo políticas unificadas basadas en ideologías.

¿Es posible que los socios de Estados Unidos desconozcan el hecho de que su objetivo principal es incentivar políticas anti-China para garantizar la permanencia de Trump en la Oficina Oval? ¿Cuánto beneficio les reportaría? No tomarán medidas reales para seguir a Washington, fuera de respaldar verbalmente su decisión. Al final, el desarrollo económico y social, la lucha contra la crisis y una diplomacia independiente son sus fines reales.

Cuando el secretario de Estado, Mike Pompeo, visitó Dinamarca en julio, quiso estrechar la mano a su llegada, pero solo le ofrecieron palmaditas en los hombros y toques de codo, lo que mostró que Europa no está dispuesta a sacrificar sus intereses aun cuando revele una aparente actitud de acogida hacia su aliado al otro lado del Atlántico.

La "disposición" de estar al lado de Estados Unidos es probablemente lo más difícil que este pueda lograr de sus llamados socios.