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spanish.china.org.cn | 23. 07. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

Europa no está dispuesta a tomar partido entre China y EE.UU.

Palabras clave: EE.UU., Europa, China

El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, realizó una visita relámpago al Reino Unido y Dinamarca de lunes a miércoles para discutir temas relacionados con China.

Su objetivo principal es unir a los países europeos para encarar su ascenso. Robert O'Brien, asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, también viajó a Europa a principios de este mes para hablar con diferentes funcionarios sobre ella y otros asuntos de política exterior. La formación de una alianza anti-China con Europa parece ser el propósito número uno de la administración Trump.

Sin embargo, será difícil conseguirlo. Las naciones europeas son reacias a ver el mundo dividido en dos campos opuestos debido a una confrontación China-Estados Unidos, similar a la de la Guerra Fría con la que fuera la Unión Soviética.

Solo cuando Europa y Estados Unidos tengan un enemigo común, la primera unirá fuerzas para enfrentarlo. Por ejemplo, durante el periodo de Guerra Fría, los europeos consideraban a la Unión Soviética como su rival y crearon la OTAN con Estados Unidos para hacer frente a su amenaza.

Pero actualmente, sin considerar a China como tal, es probable que Europa no establezca un grupo en su contra con Washington. Esta idea es solo una ilusión de Trump.

Además, los países europeos tienen intereses diferentes. Algunos coinciden con su par norteamericano, mientras que otros se alinean con Beijing. Resulta difícil tener una política común hacia China. En esta etapa, los europeos no siguen la voz estadounidense de que China es un enemigo común de Occidente.

La retórica y las recientes medidas de Gran Bretaña en temas como Huawei y la legislación de seguridad nacional de Hong Kong parecen ser consistentes con los de Estados Unidos. En la era posterior al brexit, el Reino Unido ya no podrá aprovechar el mercado único europeo, por lo que debe desarrollar una economía propia. Por ello, Londres requiere un vínculo más estrecho con Beijing y Washington, las dos economías más grandes del mundo.

En los últimos tiempos, Estados Unidos ha ejercido una mayor presión sobre el gobierno británico y lo ha obligado a elegir un bando. Como aliado cercano, sabe que debe mantener su alianza. Lo mismo sucedió con el tema de Huawei, pese a los enormes sacrificios económicos y riesgos en sus relaciones con China.

China no es lo que era hace un par de décadas; es la segunda mayor economía del mundo y su comerció sigue expandiéndose. El Reino Unido es muy consciente de ello.

Él y otros países europeos no desean tomar partido en esta disputa. No quieren verse forzados a enfrentarse al bando estadounidense. Ellos hablan más bien de una autonomía estratégica y esperan tener más participación en medio de una gran competencia de poder.

China debe entender que Europa y los aliados de Estados Unidos tienen lazos más cercanos en varias áreas como economía, seguridad, ideología y valores. Algunos países europeos creen que sus intereses de seguridad dependen de Estados Unidos, por lo que tienden a apegarse al Consenso de Washington. Pero no necesariamente significa que tengan que dejar de lado sus relaciones con China. La necesitan por el bien de los intereses económicos y Beijing debe aprovechar esta oportunidad para cooperar con la mayoría de ellos.

China no necesita preocuparse demasiado por el cortejo estadounidense. La colaboración aún domina sus relaciones con Europa, y las dos partes son socios en lo que respecta a gobernanza global y promoción del multilateralismo. Los encargados de las políticas en Europa tratarán de mantener vínculos favorables con su similar trasatlántico, pero no en desmedro de sus lazos de amistad con China.


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