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spanish.china.org.cn | 21. 07. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

Precaución ante el avance del virus político de EE.UU.

Palabras clave: EE.UU., reelección, COVID-19

A solo unos cuantos meses de las elecciones presidenciales de noviembre, la economía de Estados Unidos pasa por su peor recesión desde la Gran Depresión, una trágica situación que puede derivar en una política exterior aún más agresiva por parte de la administración Trump.

El estado deplorable de la economía ha puesto en duda la reelección del presidente estadounidense. Las últimas encuestas muestran que Joe Biden, el candidato demócrata, sobrepasa al republicano por un margen cada vez mayor. Estos factores harán que el actual mandatario, quien gusta de alardear de sus logros económicos, se muestre más ansioso por sacar a la economía de su punto más bajo y, en ese escenario, podría recurrir a cualquier medio para conseguirlo en los próximos meses.

El repunte de COVID-19 demuestra que el impulso de la reapertura fue en vano, e incluso perjudicial. Si la pandemia no se controla pronto, la incapacidad del gobierno en la gestión de la crisis lo dejará con pocas opciones.

Es probable que la Reserva Federal continúe inundando el mercado con un flujo de liquidez sin precedentes, que hasta ahora parece haber limitado el impacto de la COVID-19 en la parada economía estadounidense, además de estabilizar los mercados financieros. Este enfoque de impresión de dinero aviva temores sobre posibles burbujas de activos, ya que la relajación cuantitativa masiva del país podría generar el costo de una inflación global seria, dada la hegemonía del dólar en el comercio mundial y en las finanzas.

Lo que es peor, sin un impulso económico de políticas de estímulo convencionales en los últimos meses, Washington puede verse tentado a utilizar medios políticos para lograr avances económicos en frentes no usuales. Nada podría ser más claro que la realidad actual: cuanto peor es el desempeño de su economía, más sombrías son las perspectivas de reelección de Trump y más agresivas son sus políticas económicas para con los demás. Su disputa con la UE sobre impuestos a los servicios digitales, su amenaza arancelaria al aluminio canadiense y su abierta hostilidad contra China en varios temas apuntan a tal tendencia.

El mundo debería alarmarse por el inusual actuar de Estados Unidos de propagar virus políticos para reprimir a otros, lo que ya ha alterado en gran medida el orden económico mundial y el patrón geopolítico.

El pasado fin de semana, los ministros de finanzas del G20 y los gobernadores de bancos centrales se reunieron para anunciar su apoyo a la suspensión de deuda para los países más pobres del mundo, que, sin embargo, está lejos de lo que se esperaba en términos de un plan de rescate económico mundial. Hubo llamados generalizados hacia la coordinación de políticas del G20 después de la crisis financiera de 2008, pero ahora tales voces brillan por su ausencia en círculos académicos y políticos, pese a que la situación no es menos grave que la anterior. Una causa importante de la decepción es la  política exterior agresiva estadounidense, que infiere un daño irreparable al impulso global por la recuperación, con un populismo y proteccionismo en aumento.

Sin embargo, en momentos en que la pandemia causa estragos en la economía mundial, lo que éstarealmente necesita es la cooperación internacional y la coordinación macroeconómica a fin de buscar un nuevo incentivo de crecimiento y nouna nueva Guerra Fría.


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