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spanish.china.org.cn | 02. 07. 2020 | Editor:Eva Yu Texto

El inicio de un nuevo amanecer en la RAE de Hong Kong

Palabras clave: Hong Kong, Ley de Seguridad Nacional


Por Jorge Fernández


Es momento de dejar atrás los vientos encontrados y disfrutar de la brisa que ahora sopla sobre dos banderas, la de la parte continental y la de la RAE de Hong Kong.


En los últimos años, más en el anterior, resultó incongruente que uno de los lugares insignia en la aplicación de la justicia fuera víctima del vandalismo. Hordas de jóvenes dominados por la irracionalidad secuestraron la tranquilidad, el dinamismo y la estabilidad de una de las urbes más prósperas en Asia, y la sometieron a una paralización sistemática institucional. Esto felizmente ya ha terminado. La Región Administrativa Especial (RAE) de Hong Kong retornará en breve a la estabilidad de antaño con la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional en Hong Kong, que entró en vigor el martes 30 de junio, aprobada por el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional.

La interpretación de esta histórica decisión, no obstante, continua exacerbando ánimos en un círculo vicioso que parte, al final, de un sinsentido. La narrativa de los grupos opositores enfatiza equivocadamente que con la Ley de Seguridad se suprimirán las libertades que disfrutan los hongkongneses. ¡Nada más tendencioso para conducir al engaño y al error! La realidad es que con la nueva ley se faculta a las instituciones a defender los derechos y libertades, así como los intereses legítimos de los habitantes de la RAE de Hong Kong, pendiendo una espada de justicia sobre aquellos que privilegian la división. El secuestro y sabotaje al orden social y al desarrollo económico no pueden tolerarse ni deben permanecer impunes en la próspera urbe internacional.

Inadmisible será ahora permitir que la seguridad nacional del Estado quede bajo la amenaza de grupos que han tejido publicitados vínculos con el exterior. El país está ahora acorazado contra cuatro tipo de crímenes, la secesión, la subversión del poder estatal, las actividades terroristas y la colusión con fuerzas extranjeras y externas que ponen en peligro la seguridad nacional. Estas categorías se enmarcan en un campo cuya dimensión es ajeno al de aquellas que facultan a la RAE en Asia para hacer valer la libertad de expresión, reunión y asociación, y en su conjunto depositan en las instituciones de la urbe hongkongnesa la responsabilidad en casos muy puntuales de defender y salvaguardar la protección de China.

La Perla de Oriente y la parte continental están hilvanadas por un principio innovador que ha permitido el avance pacífico de dos sistemas distintos heredados por un pasado histórico compartido. El revolucionario principio que vislumbro la convivencia de dos sistemas diferentes en un mismo Estado, permitió la retrocesión jubilosa de Hong Kong a la República Popular China sin derramar una sola gota de sangre. Pero el pasado reciente solo evidenció que la vanguardista idea arrastraba algunas imperfecciones que demandaban una urgente reparación. La Ley de Seguridad Nacional en Hong Kong llena las lagunas de antaño y garantiza que el principio de “un país, dos sistemas” avanzará fortalecido por el camino y la dirección correcta, vigorizado tras los ataques que buscaban minar su esencia aglutinante.

El 1 de julio la RAE de Hong Kong celebró 23 años de haber retornado a la parte continental de China. Un día antes, la Ley de Seguridad Nacional entró en vigor. Al ambiente jubiloso que hay implícito en la unión entre ambas partes, tras más de un siglo de separación, se suma un andamiaje legal para proteger al Estado chino. Dos banderas ondean en lo alto de las astas como mensaje para dejar atrás los vientos encontrados y disfrutar de nuevos aires que ahora las agitan en una misma dirección. Al opinar sobre esta nueva era, Carrie Lam, jefa ejecutiva de la RAE, manifestó su esperanza para que esta aportación a la Constitución distienda los ánimos impulsivos y conduzca los ánimos urbanos hacia un nuevo amanecer.

Hong Kong vivió en el periodo anterior a la retrocesión un estatus colonial que la sometía a los designios de la colonia británica. El regreso a China llevó implícito un alto grado de autonomía que ha sido erróneamente interpretada por gobiernos extranjeros, quienes no solo han interferido flagrantemente en los asuntos locales, sino que han llegado al extremo de extender recomendaciones al Gobierno Central. Estos exabruptos en el comportamiento de figuras en el exterior termina contundentemente ahora. La inexistencia de una legislación sobre seguridad nacional creaba un vacío legal que radicales en las cosmopolita urbe aprovecharon para abrirle las puertas a separatistas del exterior, exacerbando ánimos irracionales en el interior que terminaron en disturbios y en una involución generalizada de la vida en la Perla de Oriente.

Y mientras los viejos pensamientos en el exterior se ajustan a la nueva legalidad, la Ley de Seguridad Nacional en Hong Kong no ha dejado de recibir críticas, a las que se unen vergonzosas amenazas y penalizaciones contra instituciones hongkongnesas, acciones que contravienen plenamente a las leyes internacionales. Sorprende que destacadas figuras en administraciones extranjeras no terminen de entender que fue precisamente por sus comportamientos intervencionistas que la Asamblea Popular Nacional materializó una legislación que apunta a salvaguardar los intereses de la patria. La protección del Estado era una necesidad impostergable de cara a la animosidad y a las provocaciones del exterior.

El arreglo por medio del cual la República Popular China ejerce soberanía sobre Hong Kong, otorgando un alto grado de autonomía, está a 27 años de expirar. El camino que aún falta por recorrer estará, muy probablemente, plagado de retos que habrán de superarse con fórmulas respetuosas de los derechos humanos y con estricto apego a la ley. La puesta en funcionamiento de esta Ley de Seguridad Nacional marca un hito en la historia de la RAE de Hong Kong y en el fortalecimiento del principio de “un país, dos sistemas, haciendo evidente que mientras el avanzado concepto de “un país, dos sistemas” permanezca vigente, ambas partes trabajarán para defender la estabilidad, los intereses y el desarrollo de una sola China.

 

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