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spanish.china.org.cn | 29. 06. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

¿Qué país derrotará finalmente al virus?

Palabras clave: COVID-19, economía, vacuna

El número de casos confirmados de COVID-19 el domingo superó los 10 millones en el mundo y esta cifra puede ser solo la punta del iceberg. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos estimaron que la misma podría ser 10 veces mayor, por lo que estaríamos frente a cerca de 100 millones en el planeta.

China puede ser el país con la mayor capacidad de rastreo y reducción de casos. Después de controlar la primera ola, la gente se mantuvo alerta a nuevos brotes. Todos coinciden en la necesidad de eliminarlos y reducir el número de nuevas infecciones domésticas a cero.

Restringidos por su capacidad de movilización real, la mayoría de las naciones enfatizan la cuarentena social en momentos álgidos y reinician la economía cuando estos se calman. El accionar de China ha privilegiado la vida de las personas, pero pagando un alto precio económico.

Con la lucha contra la COVID-19 devenida en rutina, todos los países se enfrentan a la tarea de controlar el virus y reactivar la economía. La extensión de esas medidas de control es esencialmente una cuestión humanitaria.

A China le ha ido mucho mejor que a Occidente, especialmente Estados Unidos. Después de su fracaso en la etapa inicial, casi abandonó la misión humanitaria y dejó que la enfermedad se llevará a más de 125 000 estadounidenses.

La recuperación económica es urgente para el sustento de las personas y afecta la creación de fortalezas a largo plazo para todos. La competencia global de fuerza nacional no se detuvo durante la pandemia, por lo que quienes resultaron menos afectados económicamente tendrán una ventaja comparativa.

China redujo el número de casos a cero muchas veces, pero con costos titánicos. Estados Unidos considera la recuperación económica como el eje de su política social, pero el avance sin tregua de la enfermedad la ha perjudicado. ¿Qué país sufrirá menos pérdidas? A juzgar por los datos económicos del primer trimestre y pronósticos del segundo y tercero, es probable que el declive de Estados Unidos sea mayor que el de China, pero tomará más tiempo llegar a una conclusión definitiva.

China es capaz de controlar nuevos brotes y esa es su ventaja. Pero no es motivo de alarde. En Estados Unidos y Europa, existe una nueva tendencia de ética que acepta más muertes por COVID-19. Estas sociedades son colectivamente indiferentes a las graves consecuencias de la epidemia. Su ventaja en el poder blando extenderá tal forma de pensar en el mundo y afectará su actitud hacia la pandemia en el futuro.

Una vez que se instale, la relación entre estrategias de prevención y control adoptadas por China y Occidente y la competitividad nacional pueden cambiar. ¿Cómo será el trato entre Estados Unidos y China? ¿Qué nuevos desafíos enfrentará la apertura china? Es difícil predecirlo.

Para mantener sus ventajas, China debe comprometerse en la labor de prevención y control, y fortalecer la vitalidad económica. Debe reducir las pérdidas económicas ocasionadas por la epidemia y lograr que su antivirus funcione con mayor precisión. Debe asegurarse de que su tasa de recuperación económica sea más alta que la de otros países importantes como Estados Unidos, y debe considerarlo como un objetivo de igual relevancia que la eliminación de nuevos contagios.

Además, necesita acelerar la investigación, el desarrollo y la aplicación de la vacuna más que cualquier otra nación. El hecho de que ahora haya menos casos en su territorio significa que la vacuna es vital. Psicológicamente, los chinos tienen menos tolerancia al virus que estadounidenses y europeos. Una vacuna brindará confianza a la sociedad china en el futuro.

China ha ganado la primera batalla contra la epidemia, y esto es digno de orgullo. Pero para mantener la victoria, debe mirar lo que ocurre en el mundo. Es una lucha global y lo sucede en otros campos repercutirá en ella.


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