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spanish.china.org.cn | 10. 06. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

Refuerzo tecnológico y nuevos mecanismos e intercambios con EE. UU.

Palabras clave: EE. UU., tecnología, intercambio

Aunque la pandemia de COVID-19 ha cambiado al mundo, los intentos de Estados Unidos de avanzar en una guerra tecnológica siguen inalterables. La idea es competir por el dominio en ciencia y tecnología y contener a China con diversos medios. El llamado desacoplamiento es una de las tácticas. Washington apuntará a cualquier país, incluso a un aliado, para mantener su propia hegemonía en el sector.

Supuestamente, debería hacerlo a través de una competencia leal y acelerando su propio ritmo de innovación. Incluso si la fuerza tecnológica de China está aumentando, ambas naciones pueden construir una comunidad de intereses y aprovechar sus fortalezas.

Sin embargo, Washington deja de lado la moralidad, suprime a las empresas chinas con trucos políticos desdeñables y trata de mantener su liderazgo separando selectivamente ciertos sectores y transfiriendo parte de sus cadenas industriales fuera de China.

Estados Unidos apunta a minimizar sus pérdidas y maximizar sus beneficios.

La extensión de dicha guerra con China depende de si las medidas que ha tomado conducirán a una ruptura de la cadena de suministro mundial, o si sus esfuerzos se volverán contra él y acelerarán su ruina

Si lo último ocurre, Estados Unidos tendrá que renunciar a este conflicto y reconsiderar la cooperación con China a fin de obtener posibles resultados beneficiosos para todos.

De ser así, es inevitable una separación parcial de China y Estados Unidos en el sector tecnológico durante un cierto período, pero el resultado final de esta guerra dependerá de varios factores.

Primero, los valores son el punto clave de esta competición. Para contener a China, Estados Unidos con su presidente Donald Trump han abandonado valores de larga data: apertura, globalización, competencia leal e innovación. Los han saboteando; sin embargo, China debe mantenerlos con mayor razón para promover un progreso de alta tecnología.

En segundo lugar, el interés final es fundamental. A pesar de las tácticas frecuentes de Estados Unidos, el interés siempre ha sido la base de sus decisiones. China también debe sopesar los beneficios, estar al tanto del cálculo estadounidense e invalidar su estrategia hacia ella.

Por último, pero no menos importante, incentivar el desarrollo es un principio fundamental. Fortalecerse es la mejor estrategia. En la actualidad, Estados Unidos utiliza principalmente sus ventajas obvias en tecnología y cadenas industriales para frenar a China. Sin embargo, lo que importa es saber si estamos ante un proceso de desamericanización en industrias que han estado monopolizadas por Estados Unidos a lo largo de más de medio siglo.

China nunca debe ceder a la restricción impuesta por el país norteamericano y  debe ejecutar nuevas formas de apertura para atraer más talentos y expertos extranjeros a sus empresas y universidades. Debe aumentar la inversión en educación e investigación básica en campos científicos y tecnológicos y crear tecnologías centrales novedosas y más bienes públicos. Estas serán ganancias para su reputación global. Debe desterrar mentalidades mercantilistas centradas en intereses a corto plazo y pensar en grande con objetivos y valores a futuro.

Pese a los altibajos, el número de usuarios globales de Internet y otros indicadores que pueden impulsar la globalización siguen en alza. El irresistible  poder de los mercados, la tecnología y la interconexión humana es la base de la confianza china. Al final, es posible que aún necesite promover nuevos mecanismos de cooperación con Estados Unidos en ciencia y tecnología, y trabajar juntos en aras del desarrollo humano.


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