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spanish.china.org.cn | 27. 05. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

El reducido softpower de EE.UU. frente a la pandemia

Palabras clave: EE.UU., softpower, COVID-19

La COVID-19 se está convirtiendo rápidamente en piedra angular del softpowerde la diplomacia global.

La eficacia de los diferentes sistemas y capacidades gubernamentales atraviesan una prueba de fuego. Además, esto tiene un impacto en los elementos del llamado softpower. En el caso de Estados Unidos, sostengo que la pandemia ha paralizado este aspecto.

Analíticamente hablando, este poder se puede medir en dos dimensiones: capacidad e intención.

En términos de capacidad, Estados Unidos no ha preparado suficientes recursos de lucha contra el coronavirus a nivel doméstico ni ha brindado asistencia material necesaria al mundo. Como la mayor economía del planeta y una supuesta potencia en salud pública, Washington se ha visto envuelta en unaseria escasez de suministros médicos. Este fue el caso antes del brote, y es el caso ahora. Ha creado una farsa con el gobierno federal y los estados que participan en una pelea sin cuartel por provisiones.

Estos hechos exponen la disfunción de su sistema político en un contexto polarizado. En esta situación, ni siquiera puede garantizar el suministro médico nacional, sin importar cuánto promocione la administración Trumpla ayuda a otros países. No es convincente.

Respecto a la intención, la Casa Blanca no ha mostrado la voluntad de cumplir un rol de unificador para combatir la pandemia. No desde el principio, y no ahora. Es ampliamente reconocido que esta crisis sanitaria es la primera en un escenario mundial en la que Estados Unidos no ha logrado ejercer su liderazgo característico desde la Segunda Guerra Mundial.

Su negativa a hacerlo y la interrupción intencional de la cooperación global han socavado totalmente su poder blando.

En la etapa álgida de la batalla, Estados Unidos acusó y amenazó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y congeló su financiación. Si la represión acelerada contra China es una venganza "personal", su golpe a la OMS, independientemente de la justicia internacional, ha desencadenado una protesta "pública". No obstante, Washington incluso se jactó de haberlo hecho por su propia "moralidad".

Estados Unidos es considerado el país más poderoso en términos de poder duro y blando. Posee el 4 % de la población mundial, pero sus casos confirmados de coronavirus y el número de muertos constituyen el 30 % de la crisis.

De ninguna manera es algo de lo que valga la pena presumir. Estados Unidos ha demostrado al mundo las fallas de su Gobierno en salud pública, y esto también se atribuye a una disminución de su softpower.

La pandemia no es el punto de partida de su declive, pero acelera el proceso. Después de todo, este es el resultado de la gobernanza efectiva a largo plazo de un país y la aprobación pública de la voluntad de asumir responsabilidades internacionales.

Sin un buen gobierno interno y apoyo público, el poder blando es solo una burbuja en el aire. Sin responsabilidad y aprobación internacional, es solo una duna de arena cambiante. En estos dos aspectos, Estados Unidos apenas desempeña un dominio con su presidente Donald Trump a la cabeza.

A nivel nacional, los políticos estadounidenses están involucrados en amargas luchas bipartidistas. Esto refleja su divergencia en ideología. A medida que los problemas económicos y sociales aumentan, es cada vez más común ver que los estadounidenses se oponen a los estadounidenses.

En el mundo, el egocéntrico Estados Unidos, con sus muchos enemigos imaginarios, está destruyendo el orden mundial liberal que luchó por forjar. Está eliminando la unidad internacional, lo cual es profundamente desconcertante. Lo que es aún más peligroso es que está sobregirando su poder blando. Explota la confianza de algunos países y trata de instigar la confrontación entre diferentes sistemas para mantenerlo. China debe estar alerta.


El autor es subdirector del Centro de Estudios de Estados Unidos, Universidad de Fudan.


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