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spanish.china.org.cn | 22. 05. 2020 | Editor:Eva Yu Texto

China camina con determinación rumbo a la construcción de una sociedad modestamente acomodada

Palabras clave: China , erradicación de la pobreza

 


Por Jorge Fernández

 

El desafío para los líderes no será ganar la última batalla, sino garantizar que los grupos liberados no caigan en desgracia nuevamente de cara a una economía mundial titubeante.

 

La erradicación de la pobreza como tema en la agenda de la dirigencia china ocupa las primeras plazas. No es para menos puesto que la crisis sanitaria mundial, desatada por la COVID-19, ha trastocado las proyecciones económicas tanto de China como del mundo entero. El viaje de inspección emprendido en abril por el presidente Xi Jinping a zonas rurales de la provincia de Shaanxi, y la recurrente mención a la lucha contra la pobreza en el marco del informe sobre la labor del gobierno, pronunciado por el primer ministro Li Keqiang, patentizan la significación que el tema ocupa en los planes de los altos mandos del Partido. Si no se erradica la pobreza este año, China postergará su programada fecha para establecer una sociedad modestamente acomodada.

 

El discurso del primer ministro Li Keqiang destinó uno de los ocho apartados de su informe para abordar los trabajos que el gobierno ejecutará este año para garantizar el cumplimiento de los objetivos de la última recta de la lucha contra la pobreza. En él hay dos cosas que bien vale la pena observar: en primer lugar, el asalto de plazas fuertes en la liberación de la pobreza aún no ha atestiguado una victoria final. Y en segundo lugar, el aumento del nivel de vida de los campesinos implica la inyección de vitalidad a todas las estructuras económicas, políticas y sociales del país, y no se reduce únicamente al binomio gobierno-campesinos desfavorecidos. Los esfuerzos llevan la participación de un frente amplio y los reveses causados por la pandemia elevan considerablemente los retos a sortear.

 

El presidente Xi Jinping ha reiterado en los últimos meses que el país honrará la promesa extendida a su pueblo de erradicar la pobreza para antes de que termine este año. Esto sugiere que en teoría las autoridades chinas anunciarán antes de diciembre la materialización de esta meta, y como corolario lógico, el cumplimiento con 10 años de antelación de los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la ONU.El ritmo que China ha marcado desde 2012 hasta 2019 sugiere que los trabajos aplicados en rincones de precariedad han surtido efecto sin mayores contratiempos, toda vez que la población en niveles de precariedad se redujo drásticamente de 98,99 a 5,51 millones, y la tasa de pobreza cayó de 10,2 a 0,6 por ciento. De mantenerse la tendencia, el desafío para los líderes no será ganar la última batalla, sino garantizar que los grupos liberados no caigan en desgracia nuevamente de cara a una economía mundial titubeante.

 

Es en ese apartado que el país requiere de un amplio frente que aseste la victoria final por medio de la ejecución ordenada de lineamientos y que garantice la permanencia de los liberados en niveles de subsistencia dignos. Y tanto el informe del primer ministro Li Keqiang, como el viaje de inspección del presidente Xi Jinping a la provincia de Shaanxi, dejan entrever que en estos momentos, en los que el nivel del desafío ha aumentado exponencialmente, la movilización coordinada y sincronizada de los miembros del Partido por distintos puntos del país, así como la ejecución puntual de tareas asignadas a la burocracia, no sin descuidar el papel primordial que tiene la sociedad misma para trabajar hombro a hombro con las autoridades, permitirán erradicar por completo la pobreza de China y construir un peldaño mas rumbo a la consecución plena de una sociedad modestamente acomodada.

 

La liberación de la pobreza, como lo indica el primer ministro Li Keqiang, “es una dura tarea insoslayable para culminar la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada”. Pero en medio del fantasma de una recesión mundial y de la ralentización económica en diferentes puntos del planeta, las tareas que China despliegue para mantener el dinamismo de antaño deben ejecutarse precisa y correctamente. Esto es, si bien la tendencia en la lucha contra la pobreza y la construcción de una sociedad modestamente acomodadas son positivas, este no es momento de aflojar el ritmo ni de sobrestimar los logros alcanzados. El país requiere con urgencia elevar el consumo, incrementar las inversiones y mejorar las exportaciones, y especialmente, reducir la presión sobre el empleo nacional derivado de las dificultades que padecen economías y mercados extranjeros.

 

En muchos países la crisis sanitaria desatada por la COVID-19 ha generado indignación ciudadana ante la parsimoniosa reacción de las autoridades para ejecutar planes de protección. La ciudadanía china no ha dejado de exteriorizar su irritación ante la sosegada actitud de algunos gobiernos, toda vez que China, al tener una economía entrelazada con el resto de los países, resiente con gran sensibilidad los problemas que brotan en las economías de terceros. El régimen de comercio abierto al exterior, participativo y multilateral, ha sido una pieza fundamental en los trabajos para la erradicación de la pobreza, y ahora, de cara a la pandemia, el país no está libre de ver postergadas las fechas marcadas en su calendario por factores ajenos a su control y voluntad.

 

El proceso de globalización abarca también procesos de comunicación claros y precisos. La propagación de la COVID-19 por el mundo ha dejado en claro la debilidad de estos canales en un mundo que, en teoría, hoy está más interconectado. ¡Que lo que hoy en día el mundo vive nos sirva de lección! La comunidad de naciones debe, hoy más que nunca, reforzar sus vinculaciones y formas de cooperación antiepidémicas para que nunca más la humanidad padezca, a causa de la inacción y de los trabajos postergados, reveses sobre los esfuerzos nacionales para erradicar por completo la pobreza.

 


 


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