spanish.china.org.cn | 28. 04. 2020 | Editor:Eva Yu | Texto |
Por Chen Weihua
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, preside la reunión informativa diaria de su administración sobre el coronavirus en la Casa Blanca, en Washington, el 20 de marzo de 2020.
La rueda de prensa de la Casa Blanca sobre la pandemia causada por el nuevo coronavirus apunta a ser un momento para informar y convocar a los estadounidenses a luchar contra el virus, que ha infectado y ha causado más muertes en Estados Unidos que en todo el mundo.
No obstante, ese no es el caso. Las ruedas informativas se han convertido en una campaña creciente de movilización en el momento anterior a las elecciones presidenciales de noviembre, incluidos ataques verbales contra China en los que se difunde información tergiversada.
Por ejemplo, el dirigente de Estados Unidos declaró el martes que el déficit comercial estadounidense con China solía llegar a los 500 mil millones de dólares, lo que según él significaba que los Estados Unidos estaban perdiendo 500 mil millones frente a China.
El déficit comercial de bienes y servicios con China, según la información del Gobierno de Estados Unidos, era de 381 mil millones de dólares en 2018. Incluso si los bienes importados por Estados Unidos de China equivalen a 540 mil millones, los Estados Unidos no entregaron esa cantidad a China gratuitamente. A cambio, recibieron una gran cantidad de ordenadores, teléfonos celulares, prendas, juguetes, artículos deportivos y muebles, solo por nombrar a algunos de ellos.
El sábado, el dirigente estadounidense declaró que China ofrecía a los Estados Unidos miles de millones de dólares por concepto de tarifas, afirmando que los chinos, no los estadounidenses, estaban pagando los aranceles que él le impuso a los bienes chinos por entrar en Estados Unidos. No obstante, Goldman Sachs y muchos economistas estadounidenses han indicado que el costo de estas tarifas ha caído “totalmente” sobre empresarios y familias estadounidenses.
Según Chad Bown, un miembro emérito del Instituto Peterson para los Estudios Económicos Internacionales, los nuevos aranceles han irrumpido en los suministros médicos a un nivel crítico para la lucha de Estados Unidos contra el brote de coronavirus.
Si bien todas estas son mentiras añejas, el dirigente nacional hizo una declaración nueva y perturbadora el 17 de abril, en la que afirmó que Estado Unidos no tiene la mayoría de casos y muertes por COVID-19. Indicó que el mayor número de casos y muertes del mundo están en China porque es un país con una población masiva.
No obstante, conocemos bien que el número de casos y muertes no necesariamente son proporcionales al tamaño de la población de un país. Tienen que ver principalmente con las medidas de contención y mitigación adoptadas para combatir la pandemia.
Comparado con Estados Unidos, China ha desplegado medidas más decisivas, estrictas y efectivas.
Dicho esto, es sumamente inmoral para el líder nacional desear que haya más enfermos y muertos en otro país.
Ese mismo día, al ser cuestionado por un periodista sobre si el nuevo coronavirus había salido de una laboratorio de Wuhan, el mandatario indicó que “muchas personas están prestando atención a esto. Me parece que tiene sentido”.
Un líder nacional que simpatiza con una teoría de la conspiración de ese calibre en cadena nacional es, de igual forma, estremecedor e inmoral. Muchos científicos, gobiernos e instituciones, entre ellas la Organización Mundial de la Salud, han aclarado que el nuevo coronavirus que causa la COVID-19 se originó en la naturaleza, no en un laboratorio.
Una encuesta hecha por la cadena NBC News y el rotativo Wall Street Journal, publicada el domingo, reveló que el 52 por ciento de los encuestados en Estados Unidos no confían en el presidente en lo que concierne al virus, mientras que solo el 36 por ciento dijo que sí.
Esta confianza parece ser alta pese a un informe publicado el 14 de abril por el rotativo The Washington Post que dice que el 3 de abril, a mil 170 días de que el mandatario asumió el cargo, ha hecho 18 mil declaraciones falsas o tendenciosas, un promedio de más de 15 por día.
Es triste ver que el ataque contra China se convierte en una parte regular de las sesiones informativas sobre la pandemia en la Casa Blanca. Es un momento precioso para que el dirigente aguce la mente y los recursos en combatir la pandemia, en lugar de enfrascarse en ataques contra China que desvían la atención a las críticas por el manejo equivocado del brote. Esa distracción solo hará más difícil a Estados Unidos aplanar la curva.
El autor es el encargado de la Oficina de China Daily en la Unión Europea, con sede en Bruselas.