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spanish.china.org.cn | 26. 04. 2020 | Editor:Eva Yu Texto

La prensa estadounidense desmiente a Donald Trump

Palabras clave: Donald Trump, prensa



Por Jorge Fernández


La sociedad estadounidense escucha de voz del Cuarto Poder las mentiras vertidas por su presidente para justificar una de las mayores tragedias en la historia de la Unión Americana.


La gestión que Donald Trump ha hecho de la emergencia sanitaria, lamentable a ojos del mundo, ha dejado a la Casa Blanca en una estado de indefensión ante el Cuarto Poder. Acorralado por sus mentiras y contradicciones, el jefe de Estado estadounidense ha sido puesto al descubierto por medios de comunicación que hablan de la inacción y la respuesta tardía para proteger a la nación de la pandemia. La prensa estadounidense analiza el por qué de la tragedia que ahora azota al país norteamericano, hoy epicentro mundial, y observa que la ineficiencia de Washington provocó la pérdida de miles de vidas que pudieron haberse salvado.


A la luz de una revisión a las declaraciones de Trump, que en la última semana de enero se deshacía en elogios por la eficiencia de China, la prensa norteamericana observa con extrañeza que ahora el mandatario estadounidense ataque a Beijing y a la OMS por no informar a tiempo del peligro del coronavirus. El registro de sus declaraciones habla por sí mismo. Donald Trump sí tenía conocimiento de las repetidas advertencias sobre la propagación de la COVID-19 y mintió al pueblo estadounidense sobre la peligrosidad del patógeno y sobre supuestas medidas emprendidas para controlar la epidemia. Hoy el presidente necesita construir un castillo de mentiras para absolverse de su propia impericia.


Donald Trump no puede ignorar que el 23 de enero la OMS urgió al mundo a prepararse para contener al virus. Tampoco puede pasar por alto la notificación de los Centros para el Control de Enfermedades, que recomendaron a estadounidenses evitar todo viaje no esencial a China. El mismo presidente reconoció el último día de enero estar al tanto de la situación e hizo notar la estrecha colaboración que mantenía con China, asegurando que la Unión Americana saldría bien librada de todo esto en el mes de abril. Hoy Estados Unidos suma más de 52 mil muertes y las proyecciones aún no anuncian el final de la tormenta.


El remedio de Trump fue echarle la culpa a la OMS, a quien acusó de actuar en connivencia con China. Para refrendar sus palabras, tuvo que suspender los fondos de Estados Unidos a la organización. La acción dejó pasmado al mundo, que todavía ahora no logra entender cómo en momentos en los que los países deberían protagonizar conjuntamente una épica batalla, el mandatario estadounidense antepone sus propios intereses a los de la seguridad de los habitantes del planeta. No solo eso. El mandatario está restringiendo unilateralmente el comercio y saboteando la entrega de material médico a países europeos, que en teoría son sus más cercanos aliados. La comunidad internacional mira con furia y decepción a Estados Unidos.


Pero poner las instituciones del país al servicio de una mentira es una de las observaciones que la prensa nacional le está haciendo saber. La actitud de la Administración Trump ha encolerizado a la opinión pública mundial al buscar tecnicismos que permiten a Estados Unidos apropiarse de embarques con material médico en ruta a países que luchan contra el coronavirus. Francia y Alemania están entre aquellos que han externado coléricos su consternación por esta nueva forma de requisición, un eufemismo para el hurto según la prensa, que despoja a compradores de pedidos hechos por la vía legal. Ya ni qué decir de países no aliados y de menor peso, que impotentes observan cómo embarcaciones destinadas a sus puertos terminan en aduanas estadounidenses.


Trump ha acusado a China de presentar cifras inexactas que llevaron a su administración a tomar medidas inapropiadas para atender el problema. Asegura que China tiene un elevado número de muertos que supera por mucho a la cifra actual de Estados Unidos. En medio de estas acusaciones, las teorías de la conspiración proliferan, respaldando las afirmaciones del presidente estadounidense con argumentos que fácilmente se refutan y se desarman. Es el caso de los números de teléfonos móviles dados de baja, que algunos observan como barómetro para identificar el número de muertos. La prensa estadounidense ha desmentido esta aseveración demostrando que la caída se debe a cancelaciones de usuarios con más de dos dispositivos durante el brote en China.


La cancillería de China ha hecho ingentes esfuerzos para hacerle ver a la opinión pública estadounidense y mundial que las aseveraciones vertidas desde la Casa Blanca carecen de fundamentos. Es interesante que a las aclaraciones hechas por Beijing se sumen también los trabajos de investigación de la prensa estadounidense, que dejan en una situación terriblemente incómoda a uno de los hombres más poderosos del mundo. Con hechos, China y la prensa estadounidense han desmentido acusaciones falaces y teorías de la conspiración que buscan, por un lado, desacreditar a China, y por el otro lado, legitimar a Donald Trump.


Observemos las cosas tal y como son. Estados Unidos hizo muy poco, casi nada, para acorazar a su pueblo de un virus que se transmite entre humanos y que se anunció con gran antelación. La epidemia de China no fue observada con la seriedad debida por las autoridades estadounidenses, incluido su presidente. Pese a la retórica inicial vertida en su discurso, Donald Trump desestimó el peligro e ignoró las advertencias, volcándose en la mentira, la sinrazón y el aislamiento, algo que la prensa no ha dejado de criticarle. El mundo está siendo azotado por una pandemia, y en estos momentos de tragedia mundial, la única estrategia debe ser la de la cooperación y los esfuerzos coordinados. Ojalá que Donald Trump sí preste oídos a esta sugerencia.

 


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