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spanish.china.org.cn | 08. 04. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

Las "tres arrogancias" de Occidente obstaculizan la solidaridad

Palabras clave: COVID-19, Occidente

Una banderola con la frase "Doctores y enfermeras, ustedes son nuestros héroes" en una cerca en Turín, Italia, el 4 de abril de 2020. Entre el sábado y el domingo, el número de muertos por COVID -19 en Italia fue de 525, la cifra diaria más baja desde el 19 de marzo, cuando la enfermedad causada por el coronavirus se llevó 427 vidas. 


La continua propagación del COVID-19 representa una gran amenaza para la humanidad. Cada vez más personas la comparan con la gripe de 1918. Algunos en el campo de las relaciones internacionales creen que esta es la "Tercera Guerra Mundial", o más precisamente, la primera guerra mundial de seguridad no tradicional. Es difícil saber si la batalla contra la COVID-19 ha alcanzado la escala de un conflicto global, pero de hecho es el mayor "evento de cisne negro" o imprevisto de los últimos años. El virus es una gran prueba de la capacidad de gobernanza de todos los países.

Cuando golpeó a Wuhan por primera vez hace tres meses, la gente no sabía que era tan contagioso. China ajustó sus medidas de mitigación y control de manera oportuna y enfatizó las ventajas de su sistema. En general, ha estado haciendo un buen trabajo.

El país ha contenido básicamente el avance de la enfermedad, incluso mientras está  continúa en el mundo. La COVID-19 se ha convertido en un desafío global, y la comunidad internacional debe abandonar disputas ideológicas y cooperar en su lucha. A medida que China estabiliza su situación interna, también envía personal y ayuda material a otras naciones.

Ni los Estados Unidos ni Europa han aprovechado la ventana de oportunidad creada por ella. Washington perdió tiempo en el cinismo e incluso permitió que el tema de las mascarillas pase al campo de lo político. Es ridículo que el sentido común haya claudicado frente a la ideología.

Hay tres tipos de arrogancia detrás de los errores de Occidente. Primero, la racial. Algunas personas occidentales creen estar en mejor estado físico que las asiáticas.

En segundo lugar, la cultural. El origen del virus puede estar relacionado con la vida silvestre. Algunos chinos incluso solían demonizar a sus compatriotas por comer animales salvajes, lo que también ha ahondado en el prejuicio de los occidentales contra la cocina china. Pero esto no es del todo justo. Hay una larga tradición en Occidente, que data de la era de los nobles, de cazar todo tipo de especies salvajes. Hay personas que comen animales exóticos en muchas partes del planeta.

La tercera arrogancia tiene que ver con el sistema de gobierno de Occidente. Los países occidentales resaltaron que sus acciones son "transparentes", con un manejo mejor del propio individuo y la responsabilidad sobre sí mismo.

Esto ha demostrado ser una confianza ciega.

Debido a estas arrogancias, las primeras reacciones al virus por parte de Estados Unidos y Europa fueron terribles. Teniendo en cuenta la experiencia inicial de China, es algo imperdonable que hayan cometido errores tan graves.

A medida que el mal avanza, estos han ido adoptando gradualmente medidas más estrictas de prevención y control, pero siempre con obstáculos en el proceso.

Primero, los partidos gobernantes han gastado demasiados esfuerzosen intereses de minorías y grupos pequeños. Esto es obvio en Estados Unidos. Washington continúa anteponiendo los intereses políticos a corto plazo por encima de la vida de las personas, y los derechos sociales son un problema en el sistema democrático occidental.

En segundo lugar, priorizan el capital. Al enfrentar la COVID-19, algunos políticos concentran su preocupación en los efectos económicos de la pandemia, especialmente en los mercados bursátiles. Esto es diferente del concepto orientado hacia las personas de China, lo que demuestra que los países occidentales son, a decir verdad, sociedades capitalistas.

Tercero, Estados Unidos y Europa han implementado el darwinismo social en sus políticas. Desde la propagación del virus, funcionarios de alto rango propusieron la "inmunidad colectiva". Hay quienes incluso dijeron que las personas mayores, si llegasen a caer enfermas con COVID-19, deberían sacrificar sus vidas para proteger la situación general.

La cooperación debe ser la prioridad para superar la pandemia. Pero el optimismo se desvanece en Estados Unidos y Europa. Los diferentes estados en la nación norteamericana se han pasado la culpa unos a otros, y muchos países del bloque europeo han interceptado suministros médicos y bloqueado las fronteras. Hay quienes están dispuestos a aceptar la asistencia de China; sin embargo, luego la culpan. Esto no conduce a la colaboración internacional.

En el pasado, Occidente daba a la gente la impresión de ser desarrollado y poderoso en todos los aspectos. No obstante la COVID-19 ha hecho que muchos se den cuenta de que no es exactamente el caso. Los países occidentales son débiles en el uso del internet, de los grandes datos y de las redes de transporte. Su producción industrial y su capacidad tecnológica no son tan fuertes como se esperaba. Han expuesto muchos problemas en sus sistemas médicosy en el accionar de sus gobiernos.

Por su parte, China ha demostrado un fuerte liderazgo, capacidades industriales y tecnológicas y la cohesión cultural y el optimismo de la sociedad en la lucha contra la COVID-19. China está dispuesta a contribuir en la lucha contra la pandemia, y los países occidentales deben cambiar sus ideas erróneas lo antes posible.


El autor es decano asociado de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad del Pueblo de China. 


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