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spanish.china.org.cn | 02. 04. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

El libre mercado dificulta el suministro de material médico crítico en EE. UU.

Palabras clave: libre mercado, material médico, EE. UU.

En la puerta de una farmacia en Nueva York, Estados Unidos, el 29 de febrero de 2020, un aviso anuncia que ya no hay máscaras.


Hace unos días, una foto de tres enfermeras del hospital Mount Sinai de Nueva York captó gran atención en el mundo. En la imagen, aparentemente en el pasillo del centro, las mujeres pusieron bolsas plásticas de basura sobre sus batas quirúrgicas. La publicación en Facebook iba acompañada del siguiente subtítulo: "NO MÁS BATAS EN TODO EL HOSPITAL Mount Sinai West, NO MÁS MÁSCARAS Y REUTILIZAMOS LAS DESECHABLES... LAS ENFERMERAS DEBEN VÉRSELAS ELLAS MISMAS DURANTE LA CRISIS DE COVID-19".

El hospital negó la falta de equipo de protección para sus trabajadores médicos y culpó a los medios de sensacionalismo. Sin embargo, es un hecho incuestionable que desde que comenzó la pandemia, ha habido escasez de suministros médicos en los hospitales a nivel nacional.

Según una encuesta nacional entre 1140 empleados sanitarios, realizada entre el 23 y 25 de marzo por la Asociación de Profesionales en Control de Infecciones y Epidemiología con sede en Arlington, VA, poco más del 20 % de los participantes aseguró que sus centros no contaban con máscaras N95 de alta eficiencia y casi el 28 % señaló que pronto estarían agotadas.Alrededor de la mitad indicó que no había suficientes protectores faciales y casi el 13 %respondió que no les quedaban más. Al menos un tercio de los entrevistados afirmaron que se habían quedado sin las máscaras quirúrgicas más simples o que estaban a punto de hacerlo. Y una cuarta parte dijo que incluso el desinfectante para manos era escaso.

En vista de estos desafíos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades actualizaron a mediados de marzo sus estrategias para optimizar la provisión de mascarillas y aconsejaron a los funcionarios locales del sector que, entre otras cosas, las hicieran con pañuelos y bufandas si las adecuadas ya no estaban disponibles

No sorprende que esta pandemia haya dejado a Estados Unidos, país que generalmente goza de un suministro suficiente de cualquier cosa, en tan penosa situación. Se supone que la Reserva Nacional Estratégica, establecida a fines de la década de 1990, puede brindar provisiones a los gobiernos locales durante crisis como ataques terroristas, desastres naturales y epidemias. Pero después de distribuir millones de máscaras N95 y quirúrgicas, guantes y batas durante la gripe H1N1 en 2009, su reserva nunca se recuperó por completo.

A principios de marzo, esta contaba con 12 millones de máscaras N95 y 30 millones de las quirúrgicas. Esto fue cuando California, el primer epicentro del virus, solicitó 20 millones de antifaces N95.

Pero la culpa también apunta a la llamada mano invisible del mercado libre. Dejar que este tome las decisiones sin demasiada orientación gubernamental ha sido el núcleo del capitalismo estadounidense y el espíritu conservador de derecha que asegura que todos los gobiernos son malos e ineptos.

La élite estadounidense puede haber prosperado con esta ideología, pero durante una crisis como esta cuando toda la nación trata de salvar vidas y poner fin a la amenaza vírica, la ausencia de liderazgo gubernamental y control central devieneun obstáculo.

El 18 de marzo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva para invocar la Ley de Producción de Defensa, una norma de la década de 1950 que permite a un gobernante obligar a las empresas privadas a producir suministros en tiempos de crisis. Trump no usó dicha potestad durante 9 días, cuando ordenó a General Motors que fabricara ventiladores el 27 de marzo.

En una rueda con los medios el 22 de marzo, Trump explicó su accionar. "Mi firma demuestra que está vigente", dijo. "Pero ya saben, somos un país que no recurre a la nacionalización de nuestros negocios. Llame a una persona en Venezuela y pregúntele cómo funcionó dicho proceso. No muy bien".

Sin duda, el sector privado estadounidense es bastante confiable en momentos como este. En Nueva York y en todo el país, los fabricantes de prendas de vestir y las compañías de industria pesada ya estaban cambiando sus líneas de producción hacia bienes que el país necesita con urgencia. No obstante, los defectos inherentes del mercado libre también han reducido la repercusión de estas buenas acciones. Cuando los gobiernos locales tienen que comprar material médico crítico, compiten entre sí y contra el gobierno federal, lo cual eleva los precios en beneficio de la oferta.

El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, sostuvo que las máscaras N95 que solían costar 85 centavos cada una ahora equivalen a $ 7, y un respirador de $ 20 000 ahora tiene un precio de $ 50 000. Y eso es, "si puedes encontrarlos", dijo en una conferencia de prensa.

La mentalidad que coloca la ideología por encima de todas las demás consideraciones sigue siendo bastante popular en el mundo de hoy, si no más. Y esto a menudo no nos permite ver las ventajas de otros sistemas ni aprovechar la oportunidad de aprender de ellos. En tiempos normales, el mundo puede permitirse esa rigidez, pero no durante una pandemia cuando los gobiernos deben ser ágiles, contundentes y creativos.

De hecho, cuando nos quitamos las vendas ideológicas, podemos observar que la organización de recursos económicos e industriales de un país para lograr un objetivo común es tan esencial como la política de refugio temporal en un solo lugar que muchos de nosotros acatamos. En una era anormal, esto es lo que denominamos la nueva normalidad.


El autor es un periodista residente en Nueva York y miembro de Alicia Patterson.


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