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spanish.china.org.cn | 01. 03. 2020 | Editor:Eva Yu Texto

Un hombre recuperado de COVID-19 cuenta su historia

Palabras clave: China, COVID-19


 

Dosis de medicamentos que el Sr. Yu toma tras haber sido dado de alta del hospital.

 

Infección y recuperación

Yu recordó que comenzó a mostrar síntomas, incluidas fiebre, tos, dolor muscular severo y pérdida de apetito el 12 de enero. Ya que padece de cuadros de tos cada invierno, pensó que el problema se debía a un paroxismo bronquial agudo y eligió buscar tratamiento en un hospital comunitario de los alrededores. Tras tres días de tratamiento, la tos empeoró.

En la tarde del 15 de enero, Yu sintió dolores musculares y la temperatura corporal se elevó a 41 grados. Subió apresurado a su auto y condujo al campus oeste del Hospital Unión de Wuhan, en donde las instalaciones estaban saturadas con pacientes y, por ende, no había camas disponibles.

A Yu se le diagnosticó con una infección del nuevo coronavirus tras hacérsele una prueba de sangre y una tomografía pulmonar. Intentó memorizar sus rutinas pasadas para averiguar cuándo y dónde se había infectado con el virus, pero no tuvo suerte. Afortunadamente, ninguno de sus familiares estaba infectado.

Yu no volvió a casa sino que, como medida preventiva, permaneció en su auto toda la noche. Un miedo se apoderó de él, debido a que no hay un medicamento que pueda matar al coronavirus y, encima, había una escasez enorme de camas en los hospitales.

Yu tomó una decisión. “Me aislaré de casa hasta que muera sin importar que haya o no camas para mi”, pensó.

Al amanecer del siguiente día, Yu volvió al hospital de la comunidad y notificó al persona de su infección. Ahí le ayudaron a establecer contacto con el Hospital Número 5 de Wuhan, en donde fue ingresado.

Entrada ya la mañana del 20 de enero, perdió el conocimiento y fue transferido al Hospital Jinyintan, instalación a la que se le designó para el tratamiento de pacientes con cuadros graves causados por COVID-19. Ese mismo día, el experto en enfermedades respiratorias y jefe del equipo de alto nivel de la Comisión Nacional de Salud, Zhong Nanshan, confirmó la transmisión entre humanos.

Gracias a la prontitud del tratamiento, Yu sintió una mejora en su condición tras permanecer una semana en el Hospital Jinyintan, en donde el personal le renovó los ánimos para continuar luchando. “No tenía apetito, pero me embutía comida en la boca y me la tragaba directamente, ya que mi doctor me había dicho que comiera más para recuperar mi fortaleza”, aseguró Yu.

Yu también habló del papel que desempeñó su fuerza de voluntad para combatir el virus. Hubo un día que al mantener una videoconferencia tras despertar de un desmayo debido a una elevada fiebre, los miembros de su familia, con quienes hablaba, rompieron en llanto. “Me necesitan”, pensó.

 

Gratitud y donación

La experiencia de la recuperación permitió a Yu atestiguar el trabajo del personal médico que trabaja en la primer línea para tratar a pacientes. Corren el riesgo de infección al manejar micciones y heces de los pacientes infectados de coronavirus. Algunos de ellos están tan cansados que arrastran los pies al pasar por los pabellones. Solo hasta muy tarde por la noche cuando ya no están tan apurados tienen tiempo de sentarse en algún lugar del corredor para descansar.

Cuando se difundieron los informes de que el plasma de las personas recuperadas de coronavirus podía usarse para atender a aquellas personas que luchan contra infecciones, Yu, sin albergar ninguna duda, extendió su deseo de hacer una donación de sangre. No obstante, los médicos rechazaron su gesto, puesto que aún estaba muy debilitado.


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