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spanish.china.org.cn | 27. 02. 2020 | Editor:Eva Yu Texto

Una espera en Wuhan

Palabras clave: China, Wuhan, COVID-19

 

 

Trabajadores médicos ayudan a un grupo de pacientes infectados con el nuevo coronavirus para que se trasladen a estancias separadas en el Hospital Huoshenshan (Montaña del Dios del Fuego), en Wuhan, provincia central china de Hubei, el 4 de febrero de 2020. El hospital, junto con varios nuevos hospitales construidos en un tiempo récord, ha contribuido al control del virus.

 

Acomodándose al hecho

Wang Bing, oriundo de Wuhan que trabaja en Shanghai, indicó que era afortunado de tener amigos fuera de la provincia que le envían mascarillas, algo que otros no tienen. Escuchó que algunas familias deber compartir la mascarilla o el par que tienen, y reusarlas repetidas veces. Explicó que le recordó aquellas viejas historias de familias pobres que compartían un par de pantalones, y que lo usaba aquel que debía salir a la calle.

Ahora Wang se pregunta si las personas en Wuhan se sienten igual o peor que aquellas personas de las viejas historias. Indicó que había escuchado rumores de personas que se infectaban solo por dar paseos en las escaleras de sus edificios habitacionales, y que por ello, él y su familia han elegido permanecer en casa tanto como sea posible, incluso cuando tienen plena libertad de caminar dentro de los confines de su urbanización.

No obstante, si él y su esposa pueden arreglárselas para acomodarse unas semanas, su hijo de cinco año está padeciendo aburrimiento y aislamiento, que son extremadamente difíciles de manejar. Wang indicó que su hijo busca en cada rincón de la casa cosas para jugar. “Ha llegado incluso a cavar hoyos en las macetas”.

Pese a sus ansiedades, Wang indicó que nada de eso es comparable a la situación de las personas infectadas con el virus, que no ha tocado a ningún miembro de su familia hasta el momento, para su fortuna. Muchas de las personas con las que creció no han tenido tanta suerte, y Wang indicó que estaba particularmente afectado por una pareja de amigos que había contraído el virus, y de los cuales uno murió durante el tratamiento.

“Es algo que llena el corazón de miseria”. Wang, quien ha preferido usar un seudónimo para esta entrevista, indicó que no tiene la fortaleza suficiente para recibir más noticias así o para preguntar por los hijos de la pareja.

 

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