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spanish.china.org.cn | 10. 06. 2019 | Editor:Eva Yu Texto

Prudencia y racionalidad ante figuras erráticas e irracionales

Palabras clave: China, EE.UU, guerra comercial

 

 

Por Jorge Fernández

 

La Administración Trump ha demostrado ser una hábil ejecutora de la retórica de la confusión, la misma que de cara a diferencias con administraciones de otros países, promete, se retracta, negocia, propone, y al final, se desdice de sus propias palabras y regresa al mismo punto de donde partió.


Ante acosadores que se desdicen una y otra vez, y que además pretenden obligar a otros a obedecer demandas fuera de todo contexto, la prudencia y la sabiduría deben prevalecer como sólidas estrategias para fortalecer el diálogo y la negociación. En el mundo de la política abundan ladinos parlanchines que desarrollan magistrales estrategias, basadas en marcos de pensamiento irracionales, incoherentes y erráticos, para confundir y someter a sus interlocutores.

La Administración Trump ha demostrado ser una hábil ejecutora de la retórica de la confusión, la misma que de cara a diferencias con administraciones de otros países, promete, se retracta, negocia, propone, y al final, se desdice de sus propias palabras y regresa al mismo punto de donde partió. En el caso de la disputa comercial con China, Beijing, a diferencia de Estados Unidos, ha dado una muestra magistral de paciencia, constancia, racionalidad y madurez al momento de buscar soluciones a las fricciones que se generan con la economía estadounidense.

Washington no solo ha colocado trabas a las negociaciones comerciales con imposiciones y aumentos a los aranceles, sino que, en un acto inédito en la historia de las disputas comerciales, obligó a Canadá a involucrarse en el acoso contra Huawei, un caso ajeno a la disputa comercial y que ahora revela los alcances de la animosidad y la incordia que Estados Unidos está generando entre terceros por sus diferencias con China. Ampliar una disputa a otros terrenos y esperar sacar ventaja de nuevas demandas atenta contra la dignidad y el respeto que se merecen las naciones.

Pareciera que Estados Unidos ha optado por endosarle a China y al mundo problemas que nacen de sus propias entrañas, y que utiliza la carta comercial como elemento de presión y chantaje para hacer que el mundo cumpla las demandas que a Washington le convienen. China ha respondido con gran dignidad y orgullo nacional, especialmente al defender la fórmulade la reforma y apertura, una política que le ha permitido encontrar un atajo rumbo a la modernización y al fortalecimiento nacional. Con gran autoestima el presidente de China, Xi Jinping, aclaró que “nadie está en condiciones de dictarle al pueblo chino lo que debe o no debe hacer”.

A lo largo de las negociaciones entabladas con Estados Unidos, que han encendido naturalmente la polémica y los elogios entre expertos de ambos países, China ha manifestado una gran madurez, constancia y racionalidad al momento de reconocer que entre las dos mayores economías del mundo hay diferencias. Y de cara a ataques virulentos, agresiones que se salen de contexto y acusaciones infundadas, el país asiático reveló al mundo que es una figura que guarda composturas y mantiene la ecuanimidad y el respecto frente a sus interlocutores.

De esta actitud responsable frente al pueblo chino y al mundo, China anunció el 2 de junio pasado la publicación de un libro blanco sobre la posición de China en las consultas económicas y comerciales chino-estadounidenses. El texto, publicado por la Oficina de Información del Consejo de Estado, contiene secciones que presentan detalladamente el daño que las fricciones comerciales y el comportamiento errático de la parte estadounidense han causado no solo a los dos países sino también a terceras partes. Es una publicación que deja a un lado el hermetismo y presenta honesta y francamente al mundo las actitudes asumidas por las partes durante este proceso.

La publicación oficial de la postura china era impostergable frente a una parte estadounidense que, contrario a la lógica de toda negociación, mientras más se le ofrece más quiere. Una contraparte que recurre a la intimidación y que no ceja en demandar caprichos exorbitantes pincha el nervio de la dignidad y el orgullo nacional, e infringe en los asuntos soberanos de un país, en este caso, los de China. El libro blanco deja a los lectores un registro de comportamientos y posturas que servirán para evaluar objetivamente a cada uno de las partes.

Es quizás hoy aún muy temprano para entender qué busca la retórica de la confusión emprendida por la Administración de Donald Trump. Décadas después, cuando salgan a la luz los archivos y las minutas de la parte estadounidense, contaremos con más elementos para entender “la lógica” actual del presidente Trump. A la espera de esto y en medio de amagos y una campaña presidencial que promete una mayor mordacidad para culpar a otros de problemas internos, el daño que la actitud de Donald Trump está causando a la percepción que los pueblos de China y de Estados Unidos tienen el uno del otro será otro gran problema al que habrá que darle solución.

 

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