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spanish.china.org.cn | 22. 05. 2019 | Editor:Eva Yu [A A A]

Guerra comercial de Trump: un error político y económico que le cuesta caro al pueblo estadounidense

Palabras clave: Trump, EE.UU., China

 


Hace un año, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció al mundo que iniciaría una guerra comercial contra China, advirtiendo que: “las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”; apenas segundos después del anuncio, The Wall Street Journal tituló: “Donald Trump está cometiendo el peor error político de su presidencia” y, efectivamente, un año después, mercados, exportadores, consumidores y el crecimiento mundial han sido las únicas víctimas en esta guerra.

Pasaron semanas y el acervo de Trump contra China se concentró exclusivamente en aplicar aranceles a las importaciones provenientes de la segunda mayor economía del mundo y el principal motor de crecimiento global de la última década. En otras palabras: los estadounidenses recibieron la noticia de que deberían pagar un 10% y un 25% más para recibir una gran variedad de productos de China; siendo esta la lógica que subyace detrás de los aranceles. Sin embargo, Trump aseguró que sería China quien pagaría estos sobrecostos, contradiciendo, por ejemplo, a Aaron Tilton y Ashutosh Pandey, analistas financieros de la cadena de noticias alemana DW, quienes aseguran que, al final, el sobrecosto recaerá sobre los hombros de los consumidores.

La semana pasada, el Asesor Económico en jefe de la Casa Blanca Larry Kudlow, admitió accidentalmente en una entrevista televisada para la cadena estadounidense Fox News que no serían las empresas chinas quienes pagarían el sobrecosto arancelario sino los importadores y las empresas estadounidenses y que estos, a su vez, decidirían qué porcentaje del sobrecosto soportarían ellos y qué porcentaje recaería sobre los compradores finales. Por ejemplo, el 16 de mayo pasado, la tradicional cadena minorista estadounidense Walmart anunció que habría un incremento de precios debido a la guerra emprendida por Trump.

La solución del presidente ante la inminente subida en los costos de producción rayó en lo idílico nuevamente: trasladar las cadenas de producción a otros países; algo que contraría las recomendaciones que han hecho cientos de economistas estadounidenses y de todas partes del mundo. Trasladar las cadenas de suministro de un país a otro con la logística, la infraestructura, la mano de obra calificada y además lograr conservar la misma calidad es, si bien una utopía, un proyecto que Trump podría ver materializado si viviera hasta sus 120 años, quizás. China y Estados Unidos se convirtieron en socios idóneos durante un proceso que tardó varias décadas; la demanda estadounidense hizo crecer los productos chinos primero en cantidad y ahora en calidad de primer nivel. ¿Podrá en 1 año de mandato restante Trump reacomodar todo el engranaje que permitió a ambas economías crecer tan vertiginosamente?

 

La respuesta de China

 

Reconociendo que las medidas de Trump estaban dirigidas a minar la competitividad de las empresas y exportadores del país, China adoptó una estrategia más escalonada y aplicando aranceles de represalia en sectores claves que le permitieran alzar su voz al mismo tiempo que protegía sus intereses.

En 2018 China exportaba 558 mil millones de dólares e importaba 179 mil millones de dólares en su relación comercial con Estados Unidos, una ecuación que permitía a los estadounidenses disfrutar de productos chinos, como repuestos para autos de buena calidad a bajo costo, y que, por otra parte, permite al mercado chino acceder a los productos de calidad estadounidense. La diferencia parecería alarmante, de no ser porque son los mismos EE.UU. quienes han limitado la exportación de productos tecnológicos de alta gama a China y que podrían nivelar la balanza al menos en cifras (una balanza ya bastante nivelada si se tiene en cuenta el sector servicios, en el cual las marcas estadounidenses tienen gran demanda en el mercado chino), aunque no todo son números en una relación bilateral.

Especias, equipos electrónicos, mariscos, vegetales, frutas, metales, químicos y telas son algunos de los productos por los cuales los estadounidenses deberán pagar más gracias a los aranceles que idolatra la administración actual. Por ejemplo, un reportaje de CBC News publicado el 20 de mayo de este año relató cómo las tiendas del estado de Washington han debido subir precios en más de 3.000 productos como efecto de la guerra comercial.

Ahora, con las medidas que ha adoptado China, desde Mark Murrell hasta otros pescadores de Maine, desde Christopher Gibbs, un granjero de Ohio, hasta John Wesley Boyd Jr, fundador y presidente de la Asociación Nacional de Granjeros Afroamericanos han pedido a Trump que, por favor, sea más considerado y entienda que no solamente los mercados de Wall Street están cayendo, sino sus hogares y su economía también.

Oídos sordos ha sido la respuesta de Trump, quien prefiere devolver en forma de algunos subsidios a los comerciantes y trabajadores afectados el dinero que las mismas empresas estadounidenses están pagando como sobrecosto debido a los aranceles, mientras sus cultivos se mantienen apilados y su productividad quizás no vuelva a ser la misma ahora que China ha explorado otros mercados e incluso organizó con éxito rotundo su primera feria internacional de importaciones en Shanghai, a la que asistieron países de todos los continentes para lograr vender sus mejores productos.

 

Negociación y nuevos frentes

 

Cuando los mercados parecían aliviarse hace apenas unas semanas con los rumores de un futuro acuerdo comercial gracias a las rondas de negociaciones entre Beijing y Washington, que parecían llegar a buen término, Donald Trump tuvo la infortunada idea de publicar en su cuenta en Twitter una amenaza contra Beijing en la que advertía sobre unos 200 mil millones más en aranceles. El 27 de abril de 2016 Trump, en un acto público, declaró que el país debería ser más impredecible. No obstante, “impredecible” es una palabra que no cae muy bien en los mercados y un adjetivo inoportuno cuando se trata de crear relaciones comerciales.

Luego de no alcanzar un acuerdo y con el capital político en juego, Trump, volvió a su blanco favorito: tras el arresto el 1 de diciembre en Canadá de Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei e hija de su fundador, por petición de la justicia estadounidense, la semana pasada la Casa Blanca incluyó a Huawei en una lista negra que impedirá que las empresas estadounidenses hagan negocios con el gigante de la tecnología asiático sin un permiso gubernamental. De inmediato las empresas estadounidenses, en una maniobra totalmente contraria al libre comercio defendido toda la vida por EE.UU., tuvieron que poner fin a sus lucrativos negocios con Huawei.

Dejando de lado lo disparatado de esta contienda (Huawei es una empresa, Estados Unidos es un país), un artículo del New York Times publicado este 17 de mayo tituló “Estados Unidos necesita a Huawei”, y es que los motivos de seguridad que argumenta Trump para hacer pasar por normal esta treta baja, no solamente rezagarán el país con respecto a sus pares europeos y asiáticos (muchos de los cuales ya anunciaron cooperación de Huawei para la construcción de sus redes 5G), sino que además lastimará su economía al hacerla menos competitiva, sostiene el artículo.

 

...¿Qué queda por hacer?

 

De momento solamente queda esperar, esperar para saber cuánto durará la paciencia de los estadounidenses de las zonas rurales que votaron por Trump y ahora se ven terriblemente afectados por su manera de entender la política y el comercio, cuánto durará la paciencia de los estadounidenses con un mandatario que ha dicho más de 10.000 mentiras o acusaciones falsas desde que asumió la presidencia, de acuerdo con el Washington Post,cuánto durará la paciencia de los mercados estadounidenses con su orgullosamente “impredecible” administración, cuánto durará la paciencia de los aliados más tradicionales de Estados Unidos con el fuego amigo de Trump, cuánto durará la paciencia de Beijing para buscar siempre el diálogo, cuánto durará la paciencia de la comunidad internacional con una administración que le dicta qué hacer y qué no hacer con Irán, Venezuela, Corea del Norte, Rusia y ahora China, y, curiosamente, cuánto durará la paciencia de Robert Lighthizer, líder del equipo negociador estadounidense quien ni siquiera ha podido ponerse de acuerdo con Trump, como registraron las cámaras el 25 de febrero de este año: https://www.businessinsider.com/trump-china-trade-war-lighthizer-contradicts-president-in-public-2019-2?r=US&IR=T

 

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