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spanish.china.org.cn | 22. 05. 2019 | Editor:Elena Yang [A A A]

Es difícil que la economía de EE.UU. “sea nuevamente poderosa” gracias a la protección comercial

Palabras clave: China, EEUU, comercio




Estados Unidos ha adoptado reiteradamente el acoso comercial para obligar a sus socios comerciales a hacer concesiones, lo que provoca malestar y represalias en varios países. La dependencia mundial por el sistema económico y financiero estadounidense yace en la confianza, un problema en la misma y el cambio sin duda llegará.



Por Sun Lipeng


Desde principios de este año, Trump modificó los aranceles muchas veces. No solo mercados emergentes como China e India fueron sus principales víctimas, sino también la Unión Europea, Japón y otros de sus aliados. Trump indicó que la medida aumentó los ingresos fiscales de Estados Unidos que sirven para pagar cuantiosas deudas y beneficiar a su economía.

Lo irrazonable de tal lógica confunde al mundo. El proteccionismo comercial y el populismo económico han desviado al país de su camino. Su hegemonía se ha ido reduciendo cada vez más y es imposible lograr que “sea nuevamente poderoso”.

I. El proteccionismo comercial es la mayor preocupación y riesgo de la economía estadounidense

La economía estadounidense creció 2,9 % en 2018, igual que en 2015, y fue una de las de mayor avance tras la crisis financiera. En el primer trimestre de 2019, su tasa fue del 3,2 %. Otros 3 meses de tal registro y su ciclo de avance superará los 120 meses del período de Clinton, convirtiéndolo en el más alto de su historia. El desarrollo económico y la prosperidad del mercado de valores han devenido el capital más preciado de Trump y su mayor sustento para iniciar guerras comerciales. Sin embargo, la economía americana es “fuerte por fuera y débil por dentro”,  y por ello resulta complicado mantener un alto rendimiento.

Primero, el efecto estimulante de la reforma tributaria es obviamente “regresivo”. En enero de 2018, Estados Unidos implementó la reforma fiscal más grande desde la presidencia de Reagan que incentivó en gran medida el consumo y la inversión privada, así como el desarrollo económico. No obstante, su repercusión cayó significativamente en 2019, y con ella el respaldo a su crecimiento. En los primeros 3 meses de 2019, aunque la economía subió 3,2 %, el resultado partió principalmente de factores a corto plazo, como el incremento de inventarios y la baja de las importaciones. El consumo privado y la inversión fija no residencial solo saltaron 1,2 % y 2,7 %, respectivamente, y el “retroceso” económico se abrió paso.

Segundo, grandes porciones de deuda sofocaron el espacio para el estímulo fiscal. Hoy, la cifra a nivel federal alcanza los 22,9 billones de dólares. A ese ritmo, para el 2030, solo el pago de los intereses bordeará los 980 000 millones de dólares, aproximadamente una cuarta parte del gasto fiscal federal actual. Durante mucho tiempo, el consumo de las reservas por adelantado ha debilitado seriamente la capacidad estadounidense para lanzar políticas de incentivo fiscal y enfrentar posibles crisis.

Tercero, la promoción de un crecimiento económico a largo plazo es a todas luces insuficiente. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, la tasa real de aumento del PIB potencial de Estados Unidos de 1950 al 2008 fue 3,2 %, pero solo será del 1,9 % en los próximos 10 años. En la década que viene, el porcentaje es de solo 1,1 %, y la economía aún carece de una nueva fuente de tecnología de alto rendimiento.

Así, es evidente que su situación económica real no es tan próspera como presume Trump. En 2019, muchas instituciones internacionales rebajaron su pronóstico de avance económico y una de sus razones primordiales fue el “efecto boomerang” de su guerra comercial, la cual perjudicaría especialmente su economía.

II. El “dilema” que impone la protección comercial para la Reserva Federal estadounidense

Por un lado, la “guerra arancelaria” con socios comerciales como China repercutirá directamente en los consumidores estadounidenses, elevará los costos de producción del sector privado, y con ello incrementará la inflación. Organizaciones como la Asociación Americana de Consumidores de Ciencia y Tecnología, el Grupo Agrícola, la Asociación de Fabricantes y la Asociación de Minoristas han expresado un fuerte rechazo a la política de protección comercial de Trump. Las expectativas de inflación se han disparado lo cual ha dado pie a que la Reserva Federal frene el ritmo de las alzas a las tasas de interés e incluso enfrente problemas para adoptar un plan que las reduzca a fin de reactivar la economía nacional.

Por otro lado, perjudica la economía real estadounidense. Según la Corporación de Consultoría de la Asociación de Comercio de Estados Unidos, de fijar un arancel del 25 % a los productos chinos por un valor de 200 000 millones de dólares, la nación perderá 934 000 empleos y el ingreso promedio de los hogares caerá a unos 767 dólares. De imponer aranceles a los bienes excedentes chinos, desaparecerán 2,1 millones de puestos de trabajo y la pérdida de la renta  familiar promedio excederá los 2000 dólares. Trump ya ha solicitado a la Reserva Federal el recorte de tasas de interés en respuesta a los posibles riesgos del conflicto comercial.

Es así que la política de protección comercial de Trump juega con fuego. Incrementa el riesgo de “estanflación” de su economía o pone a su Reserva Federal frente a la disyuntiva sin precedentes de no saber si elevar o reducir las tasas de interés. Powell debe estar sufriendo en este momento.

III. La protección comercial no es una panacea para el rendimiento industrial

Trump ha adoptado una dura política de protección comercial frente a otros y en casa ha rebajado la carga fiscal corporativa a fin de recuperar capital y poder industrial. Según la Oficina de Investigación del Congreso, el valor agregado manufacturero representó el 11,2 % y el 11,4 % del PIB en 2017 y 2018, respectivamente, por debajo del promedio del 11,7 % después de la crisis financiera de 2008. En los últimos dos años, tanto la producción manufacturera como el uso de la capacidad han levantado cabeza, pero no se puede decir que su poderío industrial haya regresado.

Mediante el proteccionismo al comercio y a las inversiones, la práctica de “cerrar el país” no conlleva la vuelta de la industria. Según datos de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, si la tensión con China continúa en alza, el 19 % de las compañías estarían dispuestas a cambiar de sector, de las cuales el 40 % partiría a mercados emergentes en Asia, el 11 % a economías desarrolladas de Asia, el 9 % a Europa y el 10 % a México y Canadá. Solo el 17 % regresaría a territorio estadounidense. Por el contrario, muchas multinacionales del rubro de la alta tecnología estadounidense están acelerando su reorganización e incluso la distribución de sus industrias en el extranjero debido al enfoque de Trump.

IV. La protección daña seriamente el liderazgo económico de Estados Unidos en el mundo

Desde el establecimiento del sistema de Bretton Woods después de la Segunda Guerra Mundial, en su rol de potencia, Estados Unidos logró la hegemonía económica y obtuvo enormes beneficios al suministrar bienes públicos al mundo. Sin embargo, el gobierno de Trump se resiste a asumir más responsabilidades internacionales y solo desea aprovechar las rentas globales, sin tomar en cuenta las diferencias económicas de los países en desarrollo y con un énfasis ciego en “justicia e igualdad”, y así, sin ningún tipo de escrúpulo, no ha vacilado en retirarse de varias organizaciones internacionales. La OMC atraviesa por una crisis nunca antes vista debido su bloqueo en el nombramiento de jueces para su Órgano de Apelación.

Al mismo tiempo, Washington se ha decantado reiteradamente por el acoso comercial para obligar a sus socios comerciales a otorgar concesiones, actitud que ha generado malestar y represalias en varias naciones. En particular, utiliza el dólar y su posición dominante en el sistema financiero para aplicar arbitrariamente sanciones económicas a otros países, hecho que resta credibilidad internacional a la divisa americana. La dependencia mundial por el sistema económico y financiero estadounidense yace en la confianza, un problema en la misma y el cambio sin duda llegará.


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