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spanish.china.org.cn | 12. 04. 2019 | Editor:Lety Du [A A A]

Con acuerdo o sin acuerdo, el Brexit pone de manifiesto los puntos ciegos de la democracia occidental

Palabras clave: Brexit, democracia occidental

Una manifestante en contra del Brexit sosteniendo una pancarta en frente del Parlamento en Londres, Reino Unido, 19 de marzo de 2019.

 

 

La crisis del Brexit ya se ha prolongado mucho más de lo esperado. En junio de 2016 se celebró un referéndum, una votación en la que básicamente todos pueden participar, para decidir sobre un asunto delicado y complejo: "¿Debería el Reino Unido seguir siendo miembro de la Unión Europea o abandonar la Unión Europea?" La pregunta no solo sumió a Gran Bretaña en el caos, sino que también creó una enorme incertidumbre sobre el futuro de las relaciones entre el Reino Unido y la UE; incertidumbre que perseguirá al Reino Unido y al mundo durante los próximos años.

El Reino Unido tenía previsto abandonar la UE el 29 de marzo de 2019, dos años después de la decisión Brexit. Sin embargo, el país está profundamente dividido sobre Brexit y ahora mismo no hay un plan para lo que vendrá después. Más recientemente, se determinó que el Reino Unido debía salir de la UE el 12 de abril, con o sin un plan. Sin embargo, según el último acuerdo de extensión con la UE, el Reino Unido tiene hasta el 31 de octubre para encontrar la mejor solución.

Independientemente del resultado, el Brexit debe servir como una señal de advertencia de que la democracia al estilo occidental puede ser más que un desastre y puede fallar. El asunto del Brexit ha demostrado lo que puede suceder cuando la planificación y la racionalidad se tiran por la borda y cuando el populismo prevalece al tomar una decisión crucial como la de abandonar o permanecer en la Unión Europea.

De hecho, últimamente han ocurrido numerosos episodios caóticos en todo el mundo occidental, generando dudas sobre la credibilidad y la eficacia de la democracia de ese lado del mundo y llevando a la gente a preguntarse cuál es la diferencia con la democracia socialista de China y cuáles son sus ventajas.

Para académicos como Zhang Weiwei, profesor de la Universidad de Fudan, el sistema chino tiene dos ventajas principales: el centralismo democrático y la democracia consultiva. Como lo explica Zhang, estas ventajas significan que China realmente consulta una amplia gama de opiniones antes de tomar decisiones. Al final, asegura, se logra tomar las mejores decisiones.

Un ejemplo clásico es el proceso del plan quinquenal de China, el cual sirve para orientar el país, la economía y el desarrollo social. El proceso de planificación implica cientos de rondas de discusiones en todos los niveles con aportaciones del gobierno, personas dentro y fuera del partido gobernante, grupos de expertos y personas de todos los ámbitos de la vida.

Difiriendo enormemente del modelo americano, por ejemplo. En los Estados Unidos, los políticos tratan de "vender" sus ideas al público. Atrayendo sobre sí una variedad de intereses particulares y otros grupos a influir en el público de diversas maneras. En tal sistema, existe una gran brecha entre cómo se vende la democracia y cómo funciona.

En China, después de que el país publica un plan quinquenal, el gobierno explora las mejores formas y medios para implementar el plan, agregando e implementando generalmente varias medidas para adaptarse a las condiciones locales, ya que China es un país grande y los escenarios pueden variar.

La esencia del sistema es tomar la mejor decisión posible después de una discusión razonable, lo cual es importante en un país tan grande y diverso como China, así como lo es el Reino Unido. Como Zhang señala: el resultado de un referéndum puede no tener la misma trascendencia, en un país con una población pequeña, en comparación con un país como China, donde incluso si solo el 10 por ciento de los votantes estuviera en desacuerdo, esto equivaldría a unos 140 millones de personas.

Por esta razón, numerosos académicos chinos sugieren que la decisión de someter la idea del Brexit a un referéndum fue un error fatal. El margen por el cual el Sí se impuso ante el No salir de la UE fue muy estrecho; 52% a 48% respectivamente. El resultado del referéndum no solo fue impredecible, sino que ha exacerbado las profundas divisiones en Gran Bretaña en lugar de generar consenso.

El resultado demuestra además que el proceso de referéndum es demasiado primitivo para funcionar de manera efectiva en el mundo de hoy. Funcionó en antiguas ciudades griegas con una población de 10.000 habitantes, pero el Reino Unido es una de las economías más grandes del mundo con una población de más de 66 millones de personas. Como si fuera poco, en el momento del referéndum, en 2016, la relación entre Europa y el Reino Unido, basada en una gran cantidad de acuerdos, no era del dominio público por parte de los ciudadanos de a pie y la mayoría de los británicos no entendían el Brexit.

La escaramuza del Brexit revela mucho sobre el creciente populismo en occidente. Recordemos el enorme bus rojo del Brexit pintado con el eslogan: "¿350 millones de libras?" Incitando a los ciudadanos británicos a pensar que la UE era una carga para la economía nacional y que los millones que se evían a la UE semanalmente podrían utilizarse para financiar otros aspectos locales como el Servicio Nacional de Salud. En el momento en que el discurso se centró plenamente en el dinero, las personas mayores decidieron votar abrumadoramente a favor del Brexit y se sacrificaron los intereses de los jóvenes.

A diferencia de la democracia de estilo occidental, la democracia consultiva de China apunta a unir a las personas para reunir sabiduría y alcanzar consenso entre el mayor número posible de personas. Funciona representando los intereses generales de las personas. Tal consenso es mucho más difícil de lograr en el modelo occidental, donde las decisiones son tomadas en gran medida por un pequeño círculo que luego trata de venderlas al público.

Quién sabe en qué irá a parar el Brexit. Sin duda, el caos continuará por años, independientemente del resultado de octubre. Sin embargo, lo que sí sabemos es que la novela del Brexit del Reino Unido ha atrapado al país en un serio dilema político y debería servir como un ejemplo del fracaso de la democracia al estilo occidental.


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