spanish.china.org.cn | 16. 03. 2019 | Editor:Teresa Zheng | [A A A] |
Por Jorge Fernández
Las dos sesiones políticas concluyeron con una Ley de Inversión Extranjera orientada a acrecentar la confianza de los círculos económicos del exterior. No obstante, esta ley es solo la mitad del camino rumbo a los trabajos para la construcción de un sistema confiable y creíble.
La aprobación de Ley de Inversión extranjera resultó ser el plato principal de las Dos Sesiones Políticas de China. Gracias a ella, los inversores cuentan ahora, en teoría, con un marco legal unificado que otorga garantías amplias e integrales para la inversión. El trato nacional en la fase de establecimiento previo y la protección de la propiedad intelectual quedan explicados bajo la nueva ley de manera transparente, equitativa y justa.
La ley en realidad era algo improrrogable en la etapa de apertura que China atestigua en estos momentos. Como lo habían extendido los inversores extranjeros desde hace ya algunos años, las preocupaciones y el motivo de la discordia surgían por el trato nacional en la fase previa del establecimiento, y sobre todo, por la protección parcial de la propiedad intelectual. Con la nueva ley, inversores y empresas extranjeras serán tratados según la ley bajo estándares distintos y más igualitarios.
Si bien el cambio rubrica los compromisos de China para materializar una apertura más profunda e institucional, el meollo del asunto no está en la aprobación de la ley, sino que está, por el contrario, en la aplicación cabal de una Ley de Inversión Extranjera que despeje dudas y construya certeza con hechos y no solo con palabras.
Es por ello que tanto los trabajos de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh) como los de la Asamblea Popular Nacional (APN), representan únicamente la mitad de los trabajos destinado a proteger los derechos y a establecer las obligaciones de nacionales y extranjeros. El trabajo legislativo y de asesoría es una condición sine qua non en el fortalecimiento de la legalidad, sin embargo, la prueba final descansa en la aplicación cabal de las leyes promulgadas.
A la par de los trabajos de las Dos Sesiones, el presidente de China, Xi Jinping, ha extendido la necesidad de edificar entornos favorables que permitan la profundización de la reforma y apertura. La Ley de Inversión Extranjera contribuye a mejorar desde el universo de la legalidad las condiciones para fortalecer la capacidad de innovación, de emprendimiento y de creatividad de China, una demanda del presidente del país y de la dirigencia en su conjunto.
El primer ministro, Li Keqiang, rubricó los compromisos de China con la apertura en el marco de la rueda de prensa posterior a la clausura de las dos sesiones. “Si la apertura es una política de Estado fundamental, que ha entregado resultados factibles al pueblo de China y al mundo, entonces, ¿por qué no hemos de seguir con ella? Si extendemos una promesa de apertura, entonces la cumpliremos indudablemente”.
Esto es, hay un compromiso de la dirigencia nacional, de asesores y legisladores, para la creación de un entorno mejorado de apertura. La CCPPCh y la APN desde sus trincheras despliegan el trabajo que les corresponde. No obstante, a fin de edificar un sistema sólido y creíble a ojos de inversores extranjeros, las leyes aprobadas deben ser ejecutadas y llevadas a la práctica bajo el imperio de la ley.
Y esto es válido no solo para los llamamientos de la dirigencia política o para los trabajos de legisladores y asesores: la existencia de una ley no garantiza la materialización total de sus propósitos, a menos que exista un marco legal que permita su ejecución y puesta en funcionamiento. Es así que la satisfacción plena de nacionales y extranjeros con la apertura dependerá de la implementación de leyes y no únicamente de su aprobación.