Se conoce por fin el nombre del corrector de la segunda parte de El Quijote

Laura Puerto Moro, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), a través de una serie de documentos almacenados en el Archivo Histórico Nacional, acaba de llegar a la conclusión de que fue Jerónimo de Salazar el encargado de las correcciones de la segunda parte de la máxima obra de la literatura española “El Quijote” de Cervantes.

Entre el material que permitió el hallazgo se encuentra el correspondiente a un pleito interpuesto contra el Hospital de los Desamparados de Madrid en 1633 por María de Quiñones, viuda de Juan de la Cuesta.

Aunque Juan de la Cuesta gozó de gran popularidad como impresor durante el Siglo de Oro, sus labores en el taller donde se esculpió la obra maestra eran las de un regente y apenas ocupó el cargo durante cinco años y medio.

La evidencia hallada en el material explica que De la Cuesta abandonó Madrid en 1607 y, por tanto, “no estaba al frente del taller cuando se publicó la segunda parte”; el testamento de María Rodríguez de Rivalde, propietaria del taller, pone de manifiesto que en 1627 revocó el poder de regencia que ella misma había otorgado a favor de Juan de la Cuesta, aunque figure su nombre en el pie de imprenta. Aunque esta información ya se conocía desde el año 2005, ahora además se sabe que a su partida, el encargado del taller se llamaba Jerónimo de Salazar.

La prueba más determinante proviene del mismo Jerónimo de Salazar durante un pleito interpuesto por María de Quiñones contra el Hospital de los Desamparados, donde afirma ser “coreptor de emprenta, que bibe en la calle de Atocha, en la misma cassa de la enprenta de la dicha María de Quiñones” y añade “he sido correptor en la dicha enprenta treinta años continuos”.

“A través de esta declaración podemos deducir, por primera vez, quién fue el corrector de la segunda parte del Quijote y, además, corroborar su peso específico al frente del taller en ausencia de Juan de la Cuesta, puesto que la categoría de corrector de imprenta se hallaba muy por encima de la de componedores y otros empleados en un taller”, resalta el comunicado de la Universidad Complutense de Madrid.