Asoma la duda de un ataque con armas químicas en Duma

Diferentes puntos de vista

De igual manera, los investigadores de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas no habían podido llegar al lugar de los hechos debido a que no traían los permisos correctos que debieron obtener de la Organización de las Naciones Unidas.

Sin embargo, un número elevado de las personas con las que se ha podido sostener diálogo en medio de las ruinas de la ciudad afirman que jamás creyeron las historias del gas que, aseguraron, normalmente los grupos armados islamitas hacen circular.

El drama de Duma no se trata de la existencia o de la inexistencia del gas, como podría ser el caso. Es la historia de miles de personas que optaron por no huir de Duma en los autobuses que partieron la semana pasada junto con hombres armados con quienes hubieran tenido que coexistir como trogloditas durante meses para poder sobrevivir.

Desde luego es necesario escuchar el otro lado de la historia, pero eso no ocurrirá aquí: una mujer afirmó que todos los cascos blancos en Duma abandonaron sus cuarteles y eligieron tomar los autobuses enviados por el gobierno para trasladarse, bajo protección rusa, a la provincia rebelde de Idlib, cuando los grupos armados al fin pactaron una tregua.

Había puestos de comida abiertos y una patrulla de policías militares rusos –lo cual ahora es un extra opcional en cada cese el fuego en Siria— y nadie se había molestado en entrar en la temible prisión islamita cerca de la Plaza de los Mártires, en cuyos sótanos supuestamente se realizaban decapitaciones.

El complemento de la ciudad a la policía del Ministerio del Interior sirio –cuyos elementos, de manera inquietante, usan ropa militar– son vigilados por los rusos que pueden, a su vez, ser vigilados por civiles. De nuevo,las preguntas sobre el gas recibieron por respuesta una perplejidad genuina.