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spanish.china.org.cn | 01. 08. 2017 | Editor: Lety Du [A A A]

Responsabilidad y disciplina: Frutos de una formación militar

Palabras clave: EPL, soldado, China

A los nacidos en los años 80 y 90 a menudo se les conoce en China como “la generación sobreprotegida”. Caracterizada por ser excesivamente dependiente de sus padres, sus integrantes disfrutan de las ventajas que ello les confiere. En un momento dado, la duda y la preocupación reinó en torno a si los jóvenes del Ejército Popular de Liberación podrían ser capaces de asumir cargos de responsabilidad en momentos clave. Sin embargo, durante las labores de rescate y ayuda en casos de desastres como terremotos e inundaciones, estos cumplieron cabalmente su rol y dejaron en alto la imagen de la nueva generación de militares de China. La llamada “generación sobreprotegida” experimentó una transformación en el campo militar, convirtiéndose en uno de los motores principales de la institución castrense y de la sociedad.

Guo Sheng nació en los años 90 en el distrito de Nenjiang, en la ciudad de Heihe, provincia de Heilongjiang. En 2006 se alistó en el ejército y se convirtió en un efectivo de la Policía Armada Popular de China. Para Guo, de 1,8 metros de estatura y casi 90 kilos de peso, la experiencia fue un verdadero reto, pero tras tres meses de entrenamiento, cumplió su cometido. Durante su formación, se encargó de custodiar el Palacio Mukden, ubicado en la ciudad de Shenyang, y fue la imagen del país y del ejército chino frente a los turistas nacionales y extranjeros. Para un guardia son esenciales una buena observación y una postura correcta. El arduo entrenamiento de Guo Sheng le valió para lograr una presencia destacada en la institución, tanto así que una foto de él ganó el primer lugar en un concurso de fotografía a nivel nacional y fue portada de una revista militar. Su porte alturado se lució además en un noticiero del canal militar de la Televisión Central de China.

Dos años más tarde, Guo Sheng se retiró del servicio, más alto y más fuerte. Más allá del cambio físico, la vida militar lo transformó en un joven más responsable y determinado.

Luego de su retiro, Guo ingresó en la Escuela de la Policía Judicial de Heilongjiang. En esa época, según Guo, un hecho común y corriente salvó a dos familias. En las vacaciones de 2011, el joven y sus amigos paseaban por la orilla del río Nen, cuando de pronto escucharon una voz pidiendo auxilio. Dos niños habían caído al agua por accidente y se debatían entre la vida y la muerte. En ese momento, Guo se abrió paso entre la multitud, se lanzó al agua sin pensarlo y logró sacar a los dos pequeños. Agotado y aún botando agua que había tragado, Guo ayudado por sus compañeros, abandonó el lugar sin ser visto. El padre de uno de los niños rescatados buscó por 3 meses al héroe anónimo. Cuando por fin lo encontró y quiso agradecerle, Guo lo rechazó con cortesía. Por su contribución, la Comisión para la formación de una sociedad civilizada de la provincia de Heilongjiang lo nombró “Modelo de ética”.

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Guo Sheng salvó a un niño de morir ahogado en el río Nen, en el distrito de Nenjiang, provincia de Heilongjiang. El niño y su padre a ambos lados de Guo Sheng en el lugar de los hechos.

“Salvar a niños de morir ahogados no requiere de nada en especial, es algo que cualquier soldado puede hacer. Actuar ante el peligro es un compromiso de vida para un militar”.

A finales de 2011, tras finalizar sus estudios, Guo entró a servir en el centro penitenciario de Beian en Heilongjiang. “El trabajo de la policía penitenciaria supone una cierta mística para la sociedad. Educar y transformar a las personas privadas de libertad forma parte de una tarea ardua que exige la disciplina y pasión de un militar, así como la paciencia y el amor de un docente. Aquí las cualidades de un soldado no solo se dirigen a intimidar al delincuente, sino también a educar y cambiar a los prisioneros”. Como otros policías penitenciarios que antes fueron militares, Guo integra la rigurosidad castrense en su trabajo, ayudando a los internos a reinsertarse en la sociedad como ciudadanos respetuosos de la ley. La seguridad y la estabilidad de las cárceles sientan las bases de una sociedad armoniosa. La policía penitenciaria son los soldados que luchan en el campo de batalla sin pólvora, defendiendo con firmeza y dedicándose al máximo a la profesión.

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Guo Sheng (centro) con sus compañeros de trabajo.
 
Guo Sheng lleva 6 años trabajando en el reclusorio de Beian. Su paso por el ejército le otorgó un sentido de responsabilidad mayor al de sus contemporáneos, así como energía y optimismo. “Me siento muy afortunado de haber sido un soldado y espero que todos los jóvenes pasen por esa experiencia para que puedan lograr una vida plena”.
 
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