Fue hace ya 90 años. En Nanchang, cuando el cáncer de la guerra civil empezaba a propagarse por toda China, Zhu De, He Long y Zhou Enlai decidieron rebelarse contra las “purgas” del Kuomintang y crearon, con los pocos hombres que tenían a su disposición, el Ejército Rojo. Esa intrépida acción, con la que buscaban a la vez sobrevivir y reorganizarse para luchar por la liberación del país, quedó registrada en la historia como la Revuelta de Nanchang, y dio origen a la que hoy en día es una de las fuerzas armadas más avanzadas del mundo, el Ejército Popular de Liberación (EPL).

A lo largo de este tiempo, ese pequeño grupo no ha parado de evolucionar. De las escopetas hechizas y las bombas artesanales ha pasado a diseñar, producir y operar armamento y equipo de la más alta tecnología, e incluso ya cuenta con dos portaaviones, uno de ellos de fabricación enteramente nacional. Además, lleva años ejecutando un programa espacial virtualmente perfecto, que en 2020 tendrá orbitando una estación cuyas puertas estarán abiertas a todos aquellos que comparten su visión de que el espacio no debe ser un escenario de guerra sino de cooperación y aprendizaje.

El antiguo Ejército Rojo maduró tanto y tan rápido que desde hace ya tiempo tiene la responsabilidad de asistir a la comunidad cuando la naturaleza golpea, y las experiencias adquiridas en este campo hacen que hoy el mundo no dude a la hora de aceptar o solicitar la ayuda del EPL en tiempos de angustia. También es ya reconocido a nivel mundial su aporte en la lucha contra los piratas en alta mar, y la habilidad de sus ingenieros ha hecho que hoy sea posible encontrar obras con su firma tanto dentro de como allende sus fronteras.

Pero tal vez el mayor aporte que el ejército chino ha hecho a la comunidad internacional sea la participación de sus soldados en las operaciones de mantenimiento de la paz del Consejo de Seguridad de la ONU, en las que empezaron a tomar parte en 1990. Aquellos países cuya situación ha hecho necesaria la presencia de ya más de 30.000 cascos azules de China, han hablado en los mejores términos tanto de su cumplimiento del deber como de su comportamiento. No han estado exentos de la tragedia, pues numerosas vidas se han perdido en suelo extranjero. Pero los uniformados chinos saben que el compromiso de garantizar la paz no admite flaquezas.

Una fuerza de la talla del EPL debe avanzar al ritmo de los tiempos, y por eso, ante el cambio de naturaleza de los desafíos, ha debido modernizarse. De allí que el presidente Xi Jinping, quien también preside la Comisión Militar Central, haya ordenado la que es considerada por muchos expertos como la reforma más grande desde 1949. Además de un recorte de 300.000 efectivos, esta incluyó la conformación de unas Fuerzas Terrestres, una Armada, una Fuerza Aérea, una Fuerza de Cohetes y una Fuerza de Apoyo Estratégico que operan de forma independiente, aunque, como es lógico, bajo el comando unificado de la comisión. Resultado, una fuerza militar con menos cantidad pero con mayor calidad, y también más moderna, más eficiente y más profesional.

Igualmente, y al tiempo con la guerra contra la corrupción al interior del gobierno y del Partido Comunista, Xi ha venido comandando la depuración del EPL, bajo la bien conocida premisa de cazar tanto tigres como moscas.

Para llegar a ser lo que son hoy, las fuerzas militares chinas han debido invertir billones de dólares. Pero cada año los medios internacionales hacen un escándalo cuando China anuncia su presupuesto de defensa; consideran que su gasto militar es una amenaza para la paz mundial. Es sospechoso, por decir lo menos, que casi ni se ocupen de los incrementos en el gasto militar de países que, a diferencia de ella, tienen por costumbre invadir naciones para tratar de imponer en ellas su estilo de vida, o, cuando menos, desafían la soberanía de otros estados con maniobras que poco hacen para contribuir a esa paz que tanto dicen amar y defender. Esto a pesar de que el gasto militar de esos países tradicionalmente es muy superior al de China.

Para estar a la par con el papel cada vez más importante que juega China en el escenario internacional, sus fuerzas militares deben innovar, esa innovación cuesta dinero, y ese dinero no solo es una inversión para el aparato de defensa sino para la nación entera, pues, como en todo el mundo, una buena parte de la innovación militar llega a tener aplicaciones en el ámbito civil, con el consecuente impacto positivo en el desarrollo nacional y en la vida de la gente.

Hoy en día, el EPL es una de las fuerzas militares más avanzadas del mundo, plenamente capaz de garantizar la paz y la estabilidad en el territorio nacional y, llegado el caso, de defender la soberanía y los intereses del país. Y su evolución no se detiene.

En 2015 el pueblo chino y el mundo entero pudieron dar un vistazo al poderío de las fuerzas armadas nacionales en la conmemoración de los 70 años de la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa. Era una ocasión más que propicia para rendir un homenaje mutuo, del ejército al pueblo que lo formó y lo ha apoyado desde hace ya nueve décadas, y del pueblo al ejército que, primero, le dio la libertad, y, luego de haberla visto arrebatada por los imperialistas japoneses, se la devolvió al cabo de una guerra cuyo alto precio jamás podrá ser olvidado.

El desfile de 2015 aún es tema de conversación tanto en China como fuera de ella. Ahora se escucha con cada vez más insistencia que el EPL llevará a cabo otra fastuosa parada para celebrar su aniversario número 90. ¿Y por qué no? Después de todo, en China también es costumbre celebrar los cumpleaños, y tanto el pueblo, como su gobierno, como el Partido, y como las propias fuerzas armadas, saben de la importancia de esa fecha que se aproxima.