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spanish.china.org.cn | 07. 07. 2017 | Editor: Eva Yu [A A A]

G20: de Hamburgo a París con parada en Washington

Palabras clave: G20, Alemania, China

Por R.M. Bermúdez

 

El presidente Trump, tan amigo de la sobreactuación y los tweets polémicos, ha entrado en el tablero de las relaciones internacionales como un elefante en una cacharrería y ha volcado unas cuantas piezas. Las suficientes para poder convertir la cumbre del G20 en la ciudad alemana de Hamburgo en lo contrario a su pretensión original. “Forjar un mundo interconectado” es el tema escogido para la cita, que tendrá lugar los 7 y 8 julio con la presencia de 19 países más la UE, los cuales, todos juntos, representan el 80 por ciento del PIB mundial. Pero los últimos acontecimientos, entre ellos el fiasco en mayo de la cumbre del G7 celebrada en Italia, hacen que trenzar esa interconexión imprescindible se antoje un propósito bastante más complejo de lo que hace pocos meses se podría pensar. Y en el centro de la comprensible inquietud que rodea a la cumbre están los Estados Unidos de América, un actor fundamental por su condición de primera potencia mundial.

Es sabido que vivimos tiempos difíciles. El planeta afronta retos mayúsculos y el tema escogido para la cumbre del G20 abunda en una idea bien precisa: la respuesta a los desafíos que nos afectan a todos necesita del concurso de todos. Sobre la mesa de debate estarán las políticas económica, financiera, climática, comercial, de empleo y de desarrollo, pero también otras cuestiones clave de importancia planetaria y global como son los flujos migratorios y de refugiados y la lucha contra el terrorismo.

Sin embargo, tal y como están las cosas, parece que la cuestión climática volverá a tener un protagonismo que parecía superado antes de la presidencia de Trump. El anuncio el pasado junio por parte de la Administración estadounidense de su renuncia a respaldar el Acuerdo de París ha reventado las costuras del mayor logro diplomático de los últimos tiempos, el cual requirió de un trabajo hercúleo. Las críticas no se hicieron esperar, aunque las palabras más duras salieron de la boca de la canciller de Alemania, Angela Merkel, quien dijo que Estados Unidos ya no es un socio fiable.

Quien sí lo está siendo es China, que no ha dejado de ratificar su compromiso con el Acuerdo de París. El mismo día que Trump renunciaba a enfriar el planeta, el primer ministro de China, Li Keqiang, estaba en Berlín reafirmando el activismo de su país en materia climática. Y mientras Trump para en Polonia antes de viajar a Hamburgo, Xi Jinping lo hace en Berlín, donde se reúne con Merkel, a la que la UE ha cedido la portavocía para hablar con una sola voz.

Obviamente, la retirada de EE.UU. del Acuerdo de París equivale a ceder la iniciativa a otros actores y supone una oportunidad diplomática para China. Sin embargo, nos equivocaríamos de lleno en abundar en la costumbre perversa de contemplar las relaciones internacionales como un juego de suma cero. Las emisiones contaminantes no entienden de fronteras. El calentamiento global, independientemente de quien lo genere, nos afecta a todos. Merkel ha dicho que el acuerdo sobre el clima es “irreversible”, y así debe ser. Está decidido que la comunidad internacional siga adelante con o sin Estados Unidos. Sin embargo, la consecución de los objetivos del Acuerdo de París será imposible en las fechas definidas sin el concurso de la administración estadounidense. No se trata, pues, de convertir este asunto en una oportunidad diplomática o en un tablero de ajedrez. Se trata de persuadir a Estados Unidos de que dé marcha atrás y se una al resto de la comunidad internacional en esta lucha global. Es hora de hacer política con mayúsculas.

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