La Franja y la Ruta, el nuevo paradigma de la cooperación internacional

Por Mauricio Castellanos

China se apresta a celebrar la primera edición del Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional. Entre el 14 y el 15 de mayo, alrededor de 1.500 representantes de más de 130 países y 70 organizaciones internacionales se darán cita en Beijing para hablar de cooperación en infraestructura, comercio y desarrollo energético.

Hace apenas cuatro años, el mundo aún daba palos de ciego tratando de encontrar el camino para salir de la crisis económica, para acelerar una recuperación que ya estaba tomando demasiado a pesar de tantos esfuerzos.

Y entonces, el 7 de septiembre de 2013, llegó la propuesta del presidente chino, Xi Jinping, mientras realizaba una visita oficial a Kazajistán. Aprovechar las rutas que antaño impulsaron el comercio mundial para inyectar vitalidad a la actividad comercial de Asia, el norte de África y Europa.

La posibilidad de dar un empujón a sus economías y mejorar el nivel de vida de sus habitantes, hizo que los países por los cuales pasan la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI, abrazaran el proyecto con entusiasmo.

Hoy cuenta ya con el respaldo de más de 100 países, los cuales han firmado más de 50 acuerdos de cooperación. Además, diversas empresas chinas han construido en este corto lapso 56 zonas de cooperación económica y comercial en 20 de esos países, generando más de 1.000 millones de dólares en ingresos fiscales y, tal vez aun más importante, cerca de 160.000 empleos.

Cooperación, la palabra clave. No se puede pasar por alto el hecho de que cada país ha elegido su propio camino de desarrollo y tiene su propio sistema político, sus propios intereses y sus propias prioridades comerciales, por lo tanto, no necesariamente es fácil satisfacer las necesidades propias y al mismo tiempo acomodarse a las de los demás. Esto hace aún más meritorio el papel de la Franja y la Ruta, que está logrando que los países involucrados manejen sus diferencias y, en el nombre del progreso y el bienestar comunes, se tomen de la mano y avancen juntos hacia ese objetivo.

Tan atractiva es la propuesta, que regiones que en principio, por definición geográfica, no hacen parte de la iniciativa, han manifestado abiertamente su interés en vincularse a ella. América Latina, cuya relación con China ha crecido de manera exponencial en lo que va de este siglo, sigue con atención el desarrollo del proyecto, y, por si hubiera dudas, el foro a celebrarse contará con la presencia de los presidentes de Chile, Michelle Bachelet, y Argentina, Mauricio Macri.

Siendo un paradigma de la integración y la globalización, no tendría sentido que la Franja y la Ruta cerrara sus puertas a este o aquel país, mucho menos en momentos en que la sombra del proteccionismo se pasea por el mundo.

El llamado a la participación de la región también se ha oído desde la propia China. Recientemente, el subdirector de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Lenguas Extranjeras de Zhejiang, Tang Jun, afirmó, en una entrevista con la Agencia de Noticias Xinhua, que “Latinoamérica debería ocupar un puesto más importante en esta iniciativa del gobierno central chino, dada, en especial, la sólida base del potencial y la cooperación económicos entre las dos regiones”.

Mejor infraestructura, mejor conectividad, mejor comercio, más integración. Si bien hay quienes han tratado de politizarla, la Franja y la Ruta no da pie para interpretaciones negativas. La iniciativa debe ser vista como lo que es, una iniciativa de apertura para poner la experiencia y la fortaleza de China como segunda economía mundial al servicio de esos países con los que desde tiempos inmemoriales ha comerciado, y del mundo entero, con el fin de lograr, todos, un desarrollo mejor y más acelerado, y de avanzar en la labor de construir una comunidad de destino compartido.