El escándalo de la carne brasileña en mal estado, con los consecuentes embargos a las importaciones de este producto por parte de una serie de países, tiene un efecto catastrófico en el sector frigorífico de Brasil.

La empresa JBS, dueña de las marca Friboi y Swift en Argentina, informó el jueves que tuvo que suspender las actividades de abate del ganado bovino en 33 de sus 36 frigoríficos en Brasil. La caída de las exportaciones del ramo no tiene precedentes: en marzo de 2016, el país vendió un promedio diario de 63 millones de dólares. El 20 de marzo llegó a 60 millones, pero el 21, apenas alcanzó los 74.000 dólares.

La firma explicó que la paralización de dicha actividad durará 3 días y que luego reiniciará operaciones pero con una reducción del 35% de su volumen. Estas medidas “apuntan a ajustar la producción hasta que haya una definición referente a los embargos impuestos por los países importadores de la carne brasileña”, agregó.

Sin embargo, la respuesta de diferentes gobiernos europeos, latinoamericanos y asiáticos claves como China, Japón y Hong Kong parece echar a la borda lo apuntado.

En tanto el ministro de Agricultura de Brasil, Blairo Maggi en una teleconferencia con grandes medios internacionales (BBC, NYT, The Independent, Le Monde, Irish Times, Bloomberg, Efe, El País y Clarín, entre otros) resaltó la “excelencia” del sistema de vigilancia de sanidad animal que posee Brasil.

Insistió que no está en juego la “proverbial” calidad de la carne brasileña y de sus manufacturas y que en el caso “Carne Débil”, lo que investiga la policía federal y los fiscales es la conducta irregular de personas. No obstante, los argumentos oficiales parecen insuficientes para revertir el duro golpe que sufre y sufrirá el ramo frigorífico brasileño.